sofía fernández
Portillo
Sábado, 26 de octubre 2019, 22:11
El ilustre personaje histórico del siglo XV Álvaro de Luna volvió este sábado –metafóricamente, claro– a pisar las calles del pueblo al que tan ligado estuvo en el pasado para representar, por segundo año consecutivo, un capítulo fundamental en la historia de Portillo: los últimos ... días que De Luna pasó en la localidad.
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El valido del rey Juan II (padre de Isabel la Católica) fue apresado en Burgos en abril de 1453 y esta es la fecha concreta a la que regresaron ayer más de medio millar de asistentes a una original y cuidada recreación que nació el año pasado para que el público fuese partícipe de un hecho que marcó el destino del que fuera por un tiempo el protegido del rey y propietario del famoso castillo de Portillo.
A las siete de la tarde comenzó una obra en la que cinco caballistas y medio centenar de vecinos –de entre cuatro y ochenta años–, ataviados con trajes de época, volvieron al pasado ante la atenta mirada del público, que siguió con emoción y respeto una representación teatral que tiene vistas de consolidarse en la localidad, ya que se superó la afluencia del año pasado gracias en parte a las buenas temperaturas.
Y es que, con escenarios tan históricos que aún conservan su belleza original, como son el Arco Grande, la Empedrada o la muralla medieval, se desarrolló de forma casi exacta una obra en la que la sombra de la deslealtad planeó sobre el condestable, al que finalmente se le anunció en Portillo la orden de ejecución para ser posteriormente trasladado a Valladolid.
«El objetivo con esta obra es doble. Por un lado, dar a conocer la figura de Álvaro de Luna y su importancia para el municipio y por otro, seguir promocionando Portillo, su historia, su patrimonio y su artesanía, para que sigamos estando en el candelero por nuestra cultura», señalaba el alcalde de la localidad, Juan Esteban Salamanca. En la actuación intervinieron actores profesionales y varios vecinos, que se metieron en el papel de las gentes del siglo XV, y que mostraron su incondicional apoyo hasta los últimos momentos de la vida del maestre de la Orden de Santiago.
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Así, para dar mayor realismo a la pintoresca escena, y al anochecer, antorchas, estandartes, decorados, caballistas y un cuidado vestuario propio del siglo XV lograron con creces el objetivo de reproducir por las calles de Portillo (plaza de la Villa y castillo incluidos) las últimas horas de un personaje histórico para la localidad.
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