Máxima Verdugo e Ignacio Arranz, en su casa de La Cistérniga Laura Negro

Ignacio Arranz y Máxima Verdugo, usuarios de la Ayuda a Domicilio

«Ya no podemos prescindir de la ayuda de Virginia»

Ignacio Arranz y Máxima Verdugo son usuarios del Servicio de Ayuda a Domicilio desde agosto. En estos meses han creado un fuerte vínculo de cariño con su cuidadora Virginia Velázquez

Laura Negro

Valladolid

Miércoles, 15 de noviembre 2023, 00:02

Entre Palmacio Ignacio Arranz y Máxima Verdugo existe una complicidad y una ternura que sólo el amor de toda una vida puede conseguir. Con 90 y 87 años respectivamente, este matrimonio de La Cistérniga ha encontrado en el SAD de la Diputación de Valladolid el ... soporte necesario para su día a día y un lazo afectivo del que ya no pueden prescindir. Desde el pasado mes de agosto reciben los mimos y cuidados de Virginia Velázquez, que acude a diario a su domicilio para ayudarles con los quehaceres más indispensables del hogar y hacerles compañía. La Diputación les ha concedido 15 horas mensuales distribuidas en 40 minutos diarios de lunes a viernes. Eso para cada uno de ellos.

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Esta pareja es afortunada. Sus hijos Fernando y Nacho, así como sus nietas, están siempre pendientes de su bienestar, pero ellos desean también sentirse independientes dentro de su entorno vital. Por ello, la presencia de la auxiliar es fundamental, pues les aporta seguridad, les ayuda a prevenir la soledad y el deterioro físico y cognitivo, y les ayuda en la detección de posibles riesgos. «Reconozco que al principio era reticente a solicitar el servicio, pero ahora estoy encantada. No quiero que me quiten a Virginia por nada del mundo. No es solo nuestra cuidadora. Es parte de la familia», señala Máxima.

Ignacio es una persona alegre y jovial. Jubilado de una fábrica de cerámica, siempre está haciendo bromas o deleitando a los suyos con cante flamenco. Ella, más comedida, es hacendosa, entrañable y muy coqueta. «A mí las tareas de la casa nunca me han dado pereza, pero la edad no perdona. Tengo mal las piernas y hay cosas con las que ya no puedo. Lo que más me cuesta es hacer la cama, por eso ahora, la hacemos entre Virginia y yo, porque tengo que tratar de seguir activa», explica esta veterana.

Virginia lleva 8 años trabajando como cuidadora del SAD. Actualmente atiende a 5 usuarios y trabaja 6 horas diarias. «Lo más bonito de mi trabajo es lo agradecidos que son conmigo. Me acogen como si fuera una más de casa. Al principio es verdad que les cuesta hacerse a la novedad, pero enseguida nos cogemos cariño. A mi este trabajo me compensa muchísimo», señala. «Cada usuario tiene sus tareas asignadas. Por ejemplo, con Ignacio casi todo lo que hago es acompañamiento porque de momento se vale bien él solo. Lo bueno es empezar con estas personas cuando todavía se valen por sí mismas, y así, cuando llegue el momento de ayudarles con el aseo no les cueste tanto. Para ellos, ser atendidos de forma tan personalizada en su propia casa es fundamental», añade.

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El SAD de la Diputación de Valladolid destaca por ofrecer cuidados que no solo se centran en las necesidades físicas de los usuarios y de las tareas domésticas, sino también en su bienestar emocional y eso sólo se consigue creando un ambiente de confianza y cariño. «Siempre me ha gustado cocinar y mi marido es un poco especial con las comidas, así que Virginia me ayuda con la plancha y el resto de las tareas, pero de la comida, me sigo encargando yo», apunta Máxima. Para sus hijos, Fernando e Ignacio es una tranquilidad saber que sus padres están tan bien cuidados. «Vivimos en el pueblo y venimos a ver cómo están varias veces al día. Este servicio tan humano es una maravilla», señalan satisfechos.

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