Willy Sánchez y su hija mayor en Rueda. Alberto Mingueza

De Perú a Valladolid en busca de respuestas a la enfermedad de la pequeña Laila

Willy Sánchez y Daisy Dávila, junto a sus hijas de dos y cuatro años, dejaron su Lima natal y han encontrado en Rueda un refugio para emprender una nueva vida en España

Mario Azcona

Valladolid

Lunes, 19 de febrero 2024, 19:34

Un océano de por medio, un diagnóstico incierto y una esperanza. Con el propósito de encontrar respuestas a la enfermedad que padece su hija pequeña, Willy Sánchez y Daisy Dávila, ambos de 36 años, dejaron atrás su vida en Lima, la capital de Perú, para ... viajar a España con Annie y Laila, de cuatro y dos años, respectivamente. Buscaban atención médica para la más pequeña, que padece una enfermedad todavía sin diagnóstico definitivo, y en la localidad vallisoletana de Rueda, adonde llegaron por casualidad, han encontrado un refugio.

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En una exploración realizada ya en España, Willy y Daisy descubrieron que su hija puede padecer «un retraso global en el desarrollo» que desemboca en problemas para la comunicación, la visión o el movimiento. Esta conclusión, señalan, es algo más esperanzadora que la obtenida en Perú, donde les informaron de que la niña tendría en el futuro un problema degenerativo en los riñones. Pero la familia aún se encuentra a la espera de que a la pequeña le hagan más pruebas, con el fin de poder comenzar con un tratamiento.

Antes de decidir emigrar a España, no solo en busca de una vida mejor sino también de la atención médica que necesita Laila, en Perú les advirtieron de que se trataba de un tratamiento complicado. Ya solo para el diagnóstico se necesitaban una docena de pruebas, de las que solo siete se podían realizar en su país. Para completar esta valoración de forma certera era necesario acudir a centros médicos de Estados Unidos o Europa. Una traba a la que se sumaba la dificultad de encontrar disponibilidad en las máquinas que la niña requiere para el tratamiento. «Nos comentaron que el uso varía según su disponibilidad, se pueden usar cuando estén disponibles, en plazos que suelen estar en torno a cada tres meses», comenta el padre de la niña.

Después de diez meses, desde mayo de 2023, y al ver que la pequeña no experimentaba ninguna mejoría, decidieron dejarlo todo y buscar ayuda fuera de las fronteras peruanas. «Mi mujer buscó en Internet las diferentes pruebas y los posibles tratamientos. Ella fue quien me motivó e impulsó a dar el paso. Finalmente nos decidimos por España para no encontrar dificultad en el idioma», asegura Willy Sánchez.

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Una vez tomada la decisión había que buscar los recursos para poder llevarla a cabo. «La única solución que encontramos fue vender el coche y con el dinero obtenido reservar unos billetes de avión a España y alquilar un apartamento durante un par de días».

El sábado 20 de enero aterrizaron en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas y pasaron tres días en un apartamento de la capital tratando de encontrar un segundo destino donde poder instalarse y comenzar una nueva vida. «El lunes debíamos salir de Madrid y no teníamos nada, nos encontramos en la estación de autobuses de Méndez Álvaro en busca de un destino donde, como mínimo, poder pasar la noche». Por cercanía y por el horario de los buses, la ciudad elegida fue Valladolid. A su llegada,, después de «estar durante todo el día caminando», buscaron refugio en una iglesia, lugar donde coincidieron con una compatriota, que les ofreció un techo hasta que encontraran algo mejor, aunque no podría ser durante mucho tiempo porque ella también «trataba de sobrevivir aquí».

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Su segunda parada fue el puente de Arco de Ladrillo, en la zona inferior, donde diferentes asociaciones se unen para «compartir esperanza, predicar y repartir alimentos», explica Willy Sánchez. En una de estas paradas conocieron a un sacerdote que les llevó hasta «la hermana Estrella», una persona que durante días les ayudó y les proporcionó la posibilidad de acabar en Rueda.

Dos días llevan en el pueblo, desde el sábado, y la comarca ya se ha volcado con ellos, algo con lo que se muestran muy agradecidos. «Estamos muy bendecidos, muy alegres, es algo que no esperábamos, estábamos preparados para todo, para vivir caminando y encontrar un trabajo que nos permitiera sobrevivir», explica el padre de Annie y Laila.

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Un pueblo solidario

A través de la mancomunidad de la comarca, llegó a oídos del alcalde de Rueda, Pablo Sánchez, la situación de esta familia peruana, recién llegada a España, que precisaba con urgencia un alojamiento. Rápidamente el Ayuntamiento se puso manos a la obra y emitió un bando móvil en el que se informaba a la población de la necesidad de encontrar «una casa vacía con un alquiler bajo». La respuesta no se hizo esperar y un vecino ofreció una vivienda hasta final de mes. Posteriormente, se ha acordado un alquiler bajo que permita a la familia quedarse a vivir en el pueblo. En paralelo, el Consistorio ha abierto el proceso para poder escolarizar a la hija mayor y se ha realizado el empadronamiento en la localidad de todos los integrantes de la familia.

Pablo Sánchez, alcalde de Rueda: «La respuesta de los vecinos ha sido muy buena«

Desde la institución se han preparado diferentes actividades solidarias con el fin de recaudar fondos, desde un torneo de pádel a un vermut solidario. «Aunque aún no está fijado el día, pero seguramente el domingo distintas asociaciones de la zona realicen más actividades», comenta el alcalde. El objetivo de estas actividades y colectas solidarias es «crear un colchón económico» que ayude a la familia durante estos primeros meses de incertidumbre y confusión, hasta que «cualquiera de los progenitores encuentre trabajo y consigan un diagnóstico más certero sobre la niña».

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Pablo Sánchez, alcalde de Rueda junto a Willy y Annie Sánchez.

En pocos días, los vecinos han conseguido recaudar dinero suficiente para cubrir «varios meses» de alquiler, además de alimentos, sábanas, juguetes e incluso estufas aportadas por voluntarios. También se ha recabado la colaboración de Cruz Roja para solucionar cualquier complicación que pueda sufrir la niña en casa. El Ayuntamiento se ha ofrecido como intermediario en esta cadena solidaria.

Una vez instalados, el siguiente paso «es encontrar trabajo», recalca Willy, que llevaba catorce años ejerciendo como contable, pero ha desempeñado numerosos empleos desde su época como estudiante, desde taxista a vendedor. «Ahora mismo estoy esperando una oportunidad de cualquier trabajo que exista, si es algo que no conozco o no sé realizar lo aprenderé», asegura.

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