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Este 27 de septiembre, cuando Mayorga viva su noche más hermosa con la celebración de la Procesión Cívica del Vítor, será el momento de recordar que hace 25 años que un grupo de mayorganos supo dar solución al importante problema de escasez de pellejos ... que la tradición venía sufriendo en las últimas décadas del siglo XX.
La preocupación por la ausencia de pellejos llevó en el año 1997 a los hermanos Carlos y Tarsicio Magdaleno a untar con plásticos derretidos pieles de oveja sin esquilar, no dando resultado, como tampoco lo dio cuando se embadurnaron con pez para ser quemados en el Vítor de ese año sin que tampoco resultara por no arder bien y desprender mal olor.
Fue el Vítor del año de 1998 cuando se vio la extrema gravedad de la situación ya que al llegar la procesión al inicio de la calle Derecha solo había dos pellejos ardiendo, lo que «enciende todas las alarmas», según recuerda en un minucioso texto de la revista de fiestas de este año Timoteo Escudero, siempre muy atento a la historia y tradiciones de su pueblo natal y uno de los vecinos que se preocuparon para buscar una solución al problema. Ese mismo año, José Santervás y Valentín Estévez al acercarse a la localidad zamorana de Fermesolle a por diez pellejos antiguos para la peña El Horóscopo, se trajeron varias pieles de cabra que embadurnaron con pez y cosieron con alambre, pero sin éxito al quemarse muy pronto por estar las pieles muy secas.
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Miguel García Marbán
En septiembre de 1998, para buscar soluciones al problema, se formó una comisión, compuesta por la pareja de hermanos Carlos y Tarsicio Magdaleno y Carlos y Vicente González, Valentín Estévez, Timoteo Escudero y su hijo Roberto, que se reúne en la peña La Chispa, con la conclusión de que el nuevos pellejo tiene que ser lo más perecido al antiguo. Además, Carlos González manifestó conocer la botería Moneo de Covarrubias, a la que había comprado algunos pellejos antiguos, por lo que se encargó de concertar una entrevista.
En octubre, se viajó a la localidad burgalesa y se encargó a Ángel Moneo 10 pellejos, que, tras ser fabricados y trasladados a Mayorga por Timoteo Escudero, que abonó el coste de su bolsillo, se metieron en vino, donado por la Cooperativa Comarcal del Cea. En la Navidad de ese año, con los pellejos ya secos, se hizo la prueba frente a la ermita del santo, como se hace el día del Vítor, acudiendo también José Santervás y Guillerma de la Viuda, resultando un éxito al prender bien los pellejos y mantenerse encendidos el tiempo suficiente. Se acordó que 375 pellejos serían suficientes para el próximo Vítor.
El siguiente paso fue conseguir el compromiso municipal de financiar el coste de cada pellejo, antes de llevar a cabo el contrato con Ángel Moneo, su fabricación y su llegada a Mayorga, para ser depositados en la iglesia San Juan (el actual Museo del Pan), donde se procedió al llenado de pez y su depósito en decenas de litros de borra de vino con el fin de que tuviera, tras su secado, un color más oscuro que al utilizar vino rosado. El proceso contó con la participación de todas las personas que quisieron colaborar en un proceso que acabó asumiendo el Ayuntamiento.
La procesión del Vítor de 1999 fue la prueba definitiva. Un gran número de mayorganos compraron el nuevo pellejo y, aunque había diferencia con los antiguos, se vio que aguantaban correctamente, aunque les costaba un poco más encender, lo que conllevó con el tiempo al encendido de hogueras en el recorrido. Los pellejos de Covarrubias fueron aceptados como solución al problema hasta el día de hoy, de los que este año el Ayuntamiento ha adquirido 800 para su venta, subvencionando el 50 por ciento de los 40 euros que vale cada unidad.
El texto de Timoteo Escudero de la revista, abreviado por su hijo Roberto, expresa que «el pellejo de vino es parte insustituible y fundamental de la procesión del Vítor. Es nuestra responsabilidad mantenerlo, así como mantener la esencia de la tradición tal y cómo nos la legaron nuestros antepasados».
Este viernes, en la Procesión Cívica del Vítor, es seguro que los pellejos, al quemar en honor al Santo Toribio, brillarán de una manera especial como un secreto homenaje a ese grupo de mayorganos cuya voluntad, ilusión, tenacidad y constancia hicieron posible hace 25 años asegurar el futuro de la más querida tradición de los mayorganos.
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