Valladolid

Pedrajas despide sus fiestas por la puerta grande

El último día no estuvo acompañado por la molesta lluvia que hizo acto de presencia las tres tardes anteriores. El apartado taurino bajó el telón con la celebración de la tercera novillada con picadores de abono de la vigesimocuarta edición del Certamen de Novilleros Piñón de España. En esta novillada salieron por la puerta grande, camino de la calle Alamar, los dos jóvenes actuantes: el sevillano de Constantina Diego Bastos y el salmantino Christian González, junto con el ganadero Rafael Calero, propietario de la ganadería pacense Río Grande.

Diego Bastos, con el gran novillo que abrió plaza, estuvo acertado con el capote, pero mucho más con la muleta. El novillero desarrolló una gran y completa faena que remató con una gran estocada que le hizo merecedor de cortar dos orejas. Al segundo de su lote, un bonito castaño algo más parado que el anterior, le cuajó una gran faena que inició con el capote de rodillas. Ya con la muleta, fue de menos a más. Cuajó unas cuantas tandas de pases en redondo, tanto por la derecha como por la izquierda, que remató con una estocada que no acabó con su oponente, por lo que se vio obligado a usar el descabello, que manejó con destreza para lograr una oreja más en su cuenta particular. Tres trofeos que le acreditan, prácticamente ya, como ganador del piñón de oro del ya veterano certamen novilleril pedrajero.

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Cristian González, no quiso quedarse atrás vista la bravura y nobleza de los astados de Calero. El novillero mostró finura con el capote en el primero de su lote, y posteriormente con la muleta. Desarrolló una gran faena por ambos pitones que culminó con una estocada ligeramente tendida pero mortal tras un primer pinchazo que le hizo cortar una oreja. El que cerraba el festejo, de nombre Relámpago, fue el menos colaborador por su forma de embestir con la cara alta. No obstante, González consiguió sacarle, con trabajo, lo que tenía de bueno. Le mandó al desolladero de una estocada fulminante, tras un pinchazo en lo alto, que le valdría el segundo apéndice para acompañar a Bastos en la salida triunfal a hombros.

La jornada festiva dominical comenzó a las 11:30 con las tradicionales dianas y pasacalles, interpretadas por la cuarentena de instrumentistas que conforman la banda de la Asociación Musical Perindo. Pasado el mediodía, tres potentes cohetes anunciaron el comienzo del quinto y último encierro urbano por el recorrido tradicional que discurre desde el coso, por las calles Alamar, Pozo Bueno, Fuente del Caño, Río Duero y Ronda de Santa Ana, hasta la mitad de esta última, donde se ubica el toril. Y desde allí, media vuelta sobre lo andado hasta el lugar de partida en repetidas ocasiones por espacio de algo más de 45 minutos.

Se dio suelta a todos los novillos utreros que, a lo largo de los cuatro días anteriores, protagonizaron encierros, probadillas y concurso de cortes acompañados por la parada de cabestros berrendos colorados de la finca tudelana Ilusiones. En el encierro no se registró ningún incidente, al igual que en los celebrados en días precedentes.

El programa se completó con un vermut musical y la acostumbrada sesión de café concierto, una de las propuestas más singulares de las fiestas de la villa piñonera. Los protagonistas en esta celebración en los últimos años están siendo formaciones musicales mexicanas y, en esta ocasión, fue el Mariachi Platino el que deleitó al público con una completa selección de corridos, rancheras y conocidos temas musicales del país centroamericano.