![El papa proclama venerable a la riosecana Teresa Enríquez, dama de Isabel la Católica](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/03/24/teste3-kPlE-U190994116136BSD-1200x840@El%20Norte.jpg)
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La riosecana Teresa Enríquez, conocida como la Loca del Sacramento, es desde el pasado jueves venerable, tras firmar el Papa Francisco el decreto en el que se declaran sus «virtudes heroicas», lo que supone el primer paso en el proceso de beatificación de esta noble ... que colaboró en numerosas causas caritativas con la reina Isabel la Católica, de la que fue dama de honor.
Teresa Enríquez nació en Medina de Rioseco hacía 1450. Era hija del Almirante de Castilla Alonso II Enríquez y de María Alvarado y Villagrán, que murió al poco de nacer Teresa, por lo que fue criada por su abuela paterna, Teresa de Quiñones, en el monasterio franciscano de Valdescopezo, situado en las afueras de la villa, donde pasó sus primeros años, adquiriendo la vocación de sus abuelos en cuanto a la práctica de la caridad, según recuerda el historiador riosecano Gonzalo Franco. Era prima del rey Fernando el Católico y tía de San Francisco de Borja y San Juan de Ribera.
Una leyenda cuenta que un año su abuela, Teresa de Quiñones, decidió participar junto a su nieta en la procesión del Jueves Santo, que organizaba la Cofradía de la Vera Cruz. Los riosecanos al ver a dos damas tan distinguidas en el séquito procesional, una mujer mayor y una niña de bellas facciones, hicieron correr la voz de que ese año habían participado en la procesión la mismísima Virgen María, acompañada de su madre Santa Ana.
Casó Teresa en 1470 con Gutiérre de Cárdenas, importante consejero de los Reyes Católicos y, ya en la corte, destacó como enfermera en el Hospital de la Sangre de la Santa Fe durante el asedio de Granada. Muerto su marido en 1503, y la reina Isabel en 1504, doña Teresa Enríquez se retiró a su palacio de Torrijos, donde se dedicó con apasionada entrega a realizar numerosas obras de caridad y devotas que le dieron enorme fama. Hace de madre y educadora de niños que quedaron huérfanos a causa de la peste y el hambre, se ocupa de niñas y mujeres de la calle, atiende a los enfermos. También administró el patrimonio familiar con inteligencia y prudencia, destinándolo sobre todo a obras de caridad y a la construcción de lugares de culto, y contribuyó a la fundación de varias cofradías, un monasterio y cuatro conventos. En tiempos modernos ha sido incluso considerada precursora del feminismo y de la introducción de la mujer en los ámbitos de decisión social, cultural y política más elevados. En Torrijos fundó un colegio para huérfanas, a las que atendía ella misma, y otro llamado de los Mozos del Coro o «los clerizones», una especie de seminario donde los alumnos, además de realizar sus estudios, se encargaban de las alabanzas divinas, según recuerda el riosecano Ángel Gallego, gran apasionado de la historia de su localidad natal.
Teresa Enríquez vio la necesidad de impulsar el culto eucarístico, antes incluso de estallar la ruptura que significó el Protestantismo en Europa. Al saber que en Italia había cofradías del Santísimo Sacramento, las envió ornamentos y rentas. Después impulsó la creación de las primeras cofradías y hermandades de esta devoción en España, empezando por Torrijos. El Papa Julio II, que recibía sus cartas y peticiones, la llamaba, como elogio, «loca del Sacramento y embriagada del vino celestial».
Teresa Enríquez murió en Torrijos el 4 de marzo de 1529, siendo enterrada junto a su marido en el convento franciscano, ya desaparecido, y posteriormente trasladado a la colegiata. Hoy su cuerpo incorrupto descansa en el convento de la Concepción de Torrijos. Transcurridos casi cinco siglos desde su muerte, su causa de beatificación, deseada en los Congresos Eucarísticos Nacionales de 1926 y 1999, se inició en Toledo en el año 2001 por iniciativa de las monjas Concepcionistas de Torrijos, que la encomendaron al padre Luca de Rosa, postulador general de los franciscanos. Tras la declaración de venerable, el siguiente paso será su beatificación, para la que será necesario demostrar la realización de un milagro gracias a su intercesión. Para la canonización es requisito imprescindible acreditar un segundo milagro.
Junto a Teresa Enríquez, también han sido declarados venerables Carlo Crespi Croci, salesiano; María Caterina Flanagan, brigidina; Leonilde de San Juan Bautista, de la Congregación de las Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y de María; María do Monte Pereira, de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón y María Domenica Lazzeri, fiel laica.
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