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MIGUEL G. MARBÁN
Palazuelo de Vedija
Sábado, 8 de febrero 2020, 21:17
La historia de Palazuelo de Vedija habla de antiguos palacios y de marraneros que recorrieron los viejos caminos con sus carros. Una historia que también tiene un importante capítulo en la tradición de la matanza, que, un año más, vivió este sábado su particular fiesta, ... con la celebración además de su 25 aniversario.
El agua caída a primeras horas del día dio tregua a media mañana para que cientos de vecinos y visitantes, muchos llegados en varios autobuses, se dieran cita para participar en el festejo, que se inició con la visita a la iglesia del pueblo y al Museo del Marranero, y la degustación de repostería típica.
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Fernando Fradejas
Fernando Fradejas
Más tarde tuvo lugar el pregón, pronunciado por el alcalde de Medina de Rioseco y diputado provincial, David Esteban. El acto fue abierto por el joven alcalde vedijano, Magín Martín, con un alegato a «la defensa de las tradiciones frente a los ataques de los que, a cientos de kilómetros, no tienen ninguna intención de conocerlas». El regidor destacó la importancia de trasmitir las tradiciones a la gente joven, pero también hizo ver que «somos nosotros los que tenemos que hacer frente a la España vaciada» para resaltar el compromiso del pregonero con su comarca.
Durante el pregón, David Esteban defendió la «dieta cerdo mediterránea», basándose en recientes estudios de la Universidad del Sur de Australia que demostraban que «es la más saludable del mundo, reconocida por sus beneficios para la salud cardiovascular y cerebral». El regidor riosecano también hizo una completa descripción de la matanza tradicional, y, al final de sus palabras, abogó por la unión de la comarca para «vislumbrar un futuro mejor», a la vez a animó a los vecinos a que «Palazuelo siga vivo y fiel a su esencia».
El pregón, al que también asistió el diputado Santiago Baeza, dio paso a la labores de la matanza, que, con el cerdo ya muerto, llevó a cabo el matarife local Mauricio Badás, con la ayuda de Bernardo Cuenca y Juan Carlos de Pardo. El animal, cubierto de paja, fue chamuscado en medio de una gran humareda para ser raspado con las cuchillas. Ya encima del banco de madera, el largo cuchillo del matarife abrió en canal al animal para extraerle las vísceras, siendo más tarde lavado con agua.
Muy atenta a todos los pormenores de la matanza estuvo la niña, de casi tres años, Carmen González. Era la primera vez que asistía al tradicional rito del pueblo de su madre, Clara Martín, hermana del alcalde, que vive en Canarias y que había adelantado un viaje a la península junto a su marido, el salmantino Pedro González, y su otro hijo, para no perderse los 25 años de la fiesta. «Aunque son canarios, quiero que mis hijos sepan cuáles son sus raíces», dijo. Clara Martín contó la curiosa anécdota de que viven en un pueblo junto a Las Palmas de Gran Canaria llamado Ingenio, donde son conocidos como cochineros por su tradición también de tratantes de cerdos, como su Palazuelo natal.
El abuelo de Clara y bisabuelo de Carmen, el veterano vedijano Antonio Asensio recordó sus años de marranero, cuando en verano iba a buscar a los cerdos rojos y blancos (los actuales ibéricos) que llegaban a Salamanca para después llevar a pie una piara de más de sesenta animales a vender por los pueblos.
La mañana finalizó con los bailes tradicionales del grupo palentino de danzas Jorge Manrique, que dio paso a una comida popular.
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