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Situado en una hondonada y rodeado de montes», ubicaba Olmos de Peñafiel, en 1885, Juan Ortega Rubio en su obra 'Los pueblos de la provincia de Valladolid'. Una hondonada junto al arroyo Botijas y rodeado de montes, como el Picacho, un icono de la localidad.
En él se haya la clave de una etapa histórica de la cuenca del Duero, como demuestra una investigación que gestiona Red Cultural Kultursarea, financiada por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Catilla y León y que cuanta con la colaboración de la Universidad de Salamanca, así como con la inestimable ayuda del Ayuntamiento de Olmos.
La tradición oral del pueblo habla de huesos y enterramientos en el Picacho, desconociéndose la época de los mismos. Hace dos décadas se documentó allí una necrópolis, pero no fue hasta hace poco cuando, a raíz de una primera investigación pensando que los enterramientos podrían tener que ver con la Guerra Civil, se investigó a fondo. Hasta tal punto que el resultado de los trabajos difieren de anteriores que indicaban un proceso de despoblación de la cuenca del Duero durante los siglos VI al IX.
Este proceso despoblador no se habría producido según reflejan los resultados obtenidos tras analizar algunos huesos con la prueba del Carbono 14, detectando al menos dos fases de utilización de la necrópolis, una en época visigoda (siglos VI-VII) y otra en los siglos VIII y IX.
Este espacio sería anterior a la formación de lo que hoy se conoce como parroquias rurales y por lo tanto utilizado por una población local en el periodo posromano.
Siglos VI-IX: En el cerro del Picacho se encuentra una necrópolis excavada en la roca, que rebate la idea de que la cuenca del Duero se despobló entre los siglos VI al IX.
Siglo X: La localidad aparece ligada a Peñafiel, a su jurisdicción, siendo a partir del 1010 cuando se forma la Comunidad de Villa y Tierra de Peñafiel en la que se integra.
Siglo XI: En el 1037, este territorio pasa a ser de realengo, hasta que en el siglo XV el señorío de Peñafiel pasa a manos de don Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava. Hasta el XIX, con la desaparición de los señoríos, permanece en manos de esta familia y de sus primogénitos de la Casa de Osuna.
La cronología establecida de la segunda fase es calificada de «muy significativa, porque sitúa al emplazamiento arqueológico en una época de la que se dispone de muy poca información y que tradicionalmente se ha relacionado con un proceso de despoblación del valle del Duero», señalan desde la USAL, desde donde también concluyen que «puede ser un yacimiento clave para resolver uno de los problemas históricos a la hora de estudiar la Alta Edad Media en Castilla y León».
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«Desecharía la idea de la despoblación, pero necesitamos saber más sobre las poblaciones que habitaron esta región tras la conquista islámica y la mal llamada repoblación. El Picacho nos acerca a unas sociedades hasta ahora muy poco visibles».
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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