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Olivares de Duero: villa de esplendor y de encuentro de grandes personajes históricos
Especial Municipalismo: Memoria viva de Castilla y León

Olivares de Duero: villa de esplendor y de encuentro de grandes personajes históricos

Perteneció a la Abadía de Valladolid alcanzando su máximo esplendor en el siglo XVI, y en ella se encontraton el príncipe Felipe y su primo Maximiliano de Austria en La Quemada

Sábado, 23 de julio 2022

Los primeros vestigios arqueológicos en Olivares nos remiten al Pleistoceno medio, la primera de época en que se divide el periodo cuaternario. En 2004 los paleontólogos dirigidos por Fernando Diez y Policarpo Sánchez encontraron vestigios del más antiguo uso del fuego en la península en el páramo de Olivares (Valdecampaña). De épocas más recientes hay otros dos yacimientos: uno en el pago de Zurita, atribuible al Bronce Medio y Final, y otro muy cercano a este en el pago de Valdesardón, atribuible a la Edad de Hierro, que viene a confirmar la presencia del pueblo Vacceo en Olivares de Duero, con interesante cerámica 'a peine' depositada en el Museo de Valladolid.

Como recopila el historiador Jesús María Pelayo, minucioso y fiel cronista e investigador de la historia de esta localidad –32 años investigando sobre ella, dos libros publicados, diversas publicaciones más y diseñador del actual escudo heráldico y bandera del municipio–, «los pueblos pequeños no suelen citarse en las crónicas alto-medievales; no obstante, una intensa investigación sobre Olivares de Duero nos lleva a establecer que se trata de un castro alto medieval que surge hacia el siglo X-XI como sistema de ocupación que, estratégicamente, controlaba la defensa natural del Duero entre cristianos y musulmanes tras iniciarse la repoblación de su valle». El documento más antiguo que conocemos donde ya se cita a sus vecinos se fecha en 1142.

Es oportuno y absolutamente necesario enmendar algunos capítulos de la historia del pueblo que se han perpetuado en el tiempo y que deben actualizarse. «Creemos conveniente corregir ciertos errores históricos que se han difundido sobre esta villa, especialmente el que atribuye su señorío a la casa de Guzmán. La villa de Olivares no perteneció nunca a dicha casa. El error colea desde 1895 cuando Ortega Rubio lo recogió en su célebre obra sobre la historia de los pueblos de Valladolid», refleja Pelayo, de quien también extraemos y relatamos una extensa y documentada información sobre este municipio.

El señorío sobre Olivares lo ejerció la Abadía de Valladolid durante tres siglos y medio (del XIII al XVI), concretamente desde el año 1228 en que Don Lope López de Torquemada le vende a la Abadía dicha villa con su Iglesia y castillo. El hallazgo de este documento es muy importante pues identifica a sus anteriores propietarios entre los que se encuentra el conde García Ordoñez, dato éste que podemos contrastar también con un privilegio real de Fernando III el Santo donde se confirma que dicho lugar fue señoreado por los condes Gómez, Fernando Gómez y García Ordoñez, contemporáneos del Cid. «No cabe duda que ambos documentos, entre otros, serán la clave para identificar a los primeros repobladores de esta villa de Olivares y en esa línea se centra nuestra investigación».

Casa noble convertida en bodega. Debajo, iglesia de San Pelayo, de estilo gótico y blasón con las armas de los Borbones.
Imagen principal - Casa noble convertida en bodega. Debajo, iglesia de San Pelayo, de estilo gótico y blasón con las armas de los Borbones.
Imagen secundaria 2 - Casa noble convertida en bodega. Debajo, iglesia de San Pelayo, de estilo gótico y blasón con las armas de los Borbones.

La estructura urbana traza un asentamiento medieval con sus casas apiñadas en torno a un cerro coronado por un castillo que sirvió de morada al Abad de Valladolid y custodió el dinero de la guerra contra los musulmanes por orden del rey Juan II de Castilla en 1431. El pueblo estaba amurallado y contaba con tres puertas almenadas: la del Postigo, San Juan y Santa María.

Ahora bien, será en el siglo XVI cuando la villa de Olivares conozca su máximo esplendor. Llegó a contar con 325 vecinos, entre los que se encontraban 12 tejedores como foco principal de la provincia. No cabe duda que la influencia del abad de Valladolid fue clave en este florecimiento, como lo atestigua la iglesia de San Pelayo con un magnífico retablo considerado obra cumbre del renacimiento español, un majestuoso puente de 7 arcos sobre el río Duero y un palacio en el paraje de la Quemada que fue testigo en 1548 de un acontecimiento histórico, cuando reunió bajo sus muros al príncipe Maximiliano de Austria que venía a casarse con su prima María, hermana del príncipe Felipe, el cual cenó en la Quemada con Maximiliano en compañía de toda la nobleza de la época, encabezada por el Condestable de Castilla, D. Pedro Fernández de Velasco.

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En 1575 el rey Felipe II desmembra la villa de Olivares de la abadía de Valladolid y vende su señorío y vasallaje a sus vecinos por 18.000 ducados. Esta deuda sumada a otra de 1.000 ducados que arrastraban desde el inicio de la construcción del puente en 1572 será el detonante de una grave situación económica que no podrá soportar la crisis del XVII. Tras varios intentos de venta de la villa durante el primer tercio de esta centuria, por fin en 1647 logran su venta en favor de D. Ventura de Onís, regidor de Valladolid. Le sucede en el señorío su hijo D. Ambrosio de Onís y Coutiño, el cual es nombrado Marqués de Olivares en 1680 por orden del rey Carlos III.

Debemos hacer un nuevo inciso para rectificar un nuevo bulo sobre Olivares, pues en estos últimos años se viene difundiendo de forma errónea que una casa noble con escudo en su fachada, situada dentro del casco urbano, fue la casa del Marqués de Olivares (algunos le atribuyen también el escudo).

Dicha casa está ubicada actualmente en la calle Santa María (antigua calle del Postigo) y alberga entre sus muros la prestigiosa bodega Renacimiento, de Ribera de Duero. Perteneció a los jesuitas del Colegio San Ignacio de Valladolid hasta su expulsión en 1762. «Están documentados sus antiguos propietarios desde el siglo XVI hasta la fecha y podemos aseverar que nunca perteneció al Marqués de Olivares y, por tanto, no tiene sentido que algunos digan que fue construida por el marqués y mucho menos que le atribuyan también las armas del escudo que campea en su fachada, pues dichas armas son las de los Borbones. Llegado a este punto, cabe apuntar también que algunos historiadores sostienen que tras la expulsión de los jesuitas se picaría su escudo y pondrían el de los Borbones, sin citar fuente alguna». Pelayo, en cambio, no comparte esta opinión y defiende «que fue por un Real Decreto fechado en Madrid el 20 de marzo de 1817, mediante el cual el rey Fernando VII concede dicho privilegio al entonces propietario de dicha casa, D. Millán Alonso».

Durante la Guerra de la Independencia la villa padeció en diversas ocasiones el avasallamiento de las tropas francesas. Durante este conflicto y para dificultar el movimiento de este ejército, en 1813 el duque de Wellintong voló un ojo del puente.

Fechas clave

  • El conde García Ordóñez ejerció el señorío de la villa, dato que se puede contrastar también con un privilegio real de Fernando III el Santo donde se confirma que dicho lugar fue señoreado por los condes Gómez, Fernando Gómez y García Ordoñez, contemporáneos del Cid.

  • El señorío sobre Olivares lo ejerció la abadía de Valladolid durante tres siglos y medio (del XIII al XVI), concretamente desde el año 1228 en que D. Lope López de Torquemada le vende a la abadía dicha villa con su Iglesia y castillo.

  • En el siglo XVI la villa de Olivares vive su máximo esplendor. Llegó a contar con 325 vecinos, entre los que se encontraban 12 tejedores como foco principal de la provincia. No cabe duda que la influencia del abad de Valladolid fue clave en este florecimiento.

  • Don Ambrosio de Onís y Coutiño es nombrado Marqués de Olivares en 1680 por orden del rey Carlos III.

Una noticia acontecida en el pasado siglo XX sorprenderá a mas de uno. Sabido es que el 12 de noviembre de 1912 fue asesinado el presidente de Gobierno José Canalejas por un disparo del anarquista Manuel Pardiñas, pero lo que muchos no sabrán es que el mencionado asesino pasó ese verano en Olivares de Duero trabajando en labores agrícolas para un importante labrador del lugar. De hecho, muchos cronistas de la época que trataron de seguir la pista del anarquista unos meses antes del atentado no citan esta estancia de Olivares.

Olivares de Duero, un pueblo con un gran pasado histórico. Un pueblo con un prometedor futuro dentro de la Denominación Ribera del Duero. Un pueblo que se prepara para vivir el presente conmemorando un pintoresco acontecimiento, pues el próximo 9 de febrero de 2023 se cumplen 100 años del aterrizaje de un aeroplano en su término y que hizo cantar a sus vecinos a pleno pulmón:

«Y en Olivares también se vio

un aeroplano y aterrizar,

y desde entonces los de Olivares

bien se guasean de los demás».

Tabla del Rey David, robada y recuperada.

El robo de 1987

En la noche del 25 al 26 de enero de 1987 se produjo en la iglesia de San Pelayo el robo de diez pinturas sobre tabla de su retablo mayor, una joya renacentista -atribuido a Juan de Soreda-, tablas donde se representan a los profetas Jeremías, Isaías y Balaam; a los reyes David y Salomón; a la sibila Frigia; y también varias escenas de la vida de Cristo y de la Virgen (La Anunciación, Natividad, Epifanía y Presentación del Niño en el Templo). Afortunadamente, en tres meses inspectores del Grupo de Delitos contra el Patrimonio de la Brigada Central recuperaban nueve pinturas en una chabola del norte de Madrid, en el distrito de Fuencarral. Una de ellas la del profeta Balaam, sigue desaparecida y su hueco en el bello retablo sigue esperando su regreso.

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