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El de los camioneros es un oficio sacrificado, duro y exigente. Pasan muchos días solos, lejos de los suyos, y están durante largas horas al ... volante. Otras tantas tienen que esperan en aparcamientos. En sus interminables rutas buscan bares de carretera o áreas de descanso con buen trato, una charla amable y un plato de comida caliente con el que hacer más llevadero el trayecto.
Pero con el estado de alarma, el día a día de estos trabajadores itinerantes ha cambiado de forma radical y su profesión se ha vuelto todavía más complicada. Los hostales y restaurantes están cerrados a cal y canto y ya es casi imposible encontrar un lugar donde hacer un alto para tomar un café y estirar las piernas.
Consciente de esta situación, Chema Vargas ha querido mostrar su solidaridad con aquellos que son sus clientes y a quienes considera su familia. Él es el gerente del hostal Chema, situado en la carretera Burgos-Portugal, km. 119, en el término de Fuensaldaña. Un establecimiento con más de 30 años de historia que abrió su padre, Eusebio, y que está especializado en el trato personalizado.
El hostal Chema se ha convertido en un oasis para muchos transportistas. Durante las 24 horas del día en la terraza del local hay un autoservicio gratuito donde pueden encontrar café caliente, leche, agua, zumos y bollería, pero también guantes, cargadores de móvil, jabón, lejía y hasta un microondas. «Todos los días vienen entre 40 y 50 camioneros y también policías y agentes de la Guardia Civil. En condiciones normales mi hostal, que también es bar y restaurante, está permanentemente abierto, pero desde que se decretó el estado de alarma tuve que cerrar. No puedo dejarles entrar al baño, pero al menos tienen un café caliente, agua y algún bollo que llevarse a la boca mientras descansan un rato. La mayoría –explica– son clientes habituales y no podía fallarles en este momento».
Su hostal es el punto neurálgico de la gran familia que han formado el gerente, sus cinco trabajadores y su clientela. «Algunos de mis empleados viven aquí. Pasamos juntos hasta la Nochebuena, y los clientes que se hospedan son sobre todo trabajadores que vienen a pasar largas temporadas desde Cáceres, Galicia o Madrid. En el bar recibimos a muchos camioneros, ya que por aquí no hay muchos bares que tengan abierto todo el día, así que la confianza es total», explica satisfecho el propietario, que se afana en mantener el lugar limpio «para que nadie se contagie y puedan continuar trabajando».
Le ayuda el Ayuntamiento de Fuensaldaña, que regularmente se preocupa de desinfectar la zona, igual que el resto de las calles del pueblo. «Vivo aquí, así que estoy pendiente de que no falte de nada. Lo único que no he podido poner son mascarillas, porque no he encontrado dónde comprarlas. Creo que todos se van satisfechos. Mi mayor objetivo es tenerlos contentos, ya que los transportistas siempre hacen un grandísimo servicio a la sociedad, pero ahora son imprescindibles para garantizar el abastecimiento».
Muchos viajeros han escrito en su cuaderno de firmas para agradecerle el gesto. Otros muchos quieren pagarle, pero Chema no acepta ni un euro. «Me preguntan cuánto es o si tengo bote, pero me niego a cobrar nada. El del transporte es un sector totalmente desprotegido. Es mi manera de cuidarles por todo lo que hacen. Algunos me han dicho que estuvieron 48 horas parados para hacer el descanso en un área de servicio sin poder tomar nada. Es lamentable», se lamenta este autónomo, que es consciente de las dificultades que atraviesa la hostelería. «Al fin y al cabo yo soy dueño del local, lo que es una preocupación menos. Pero muchos de los que están pagando renta no van a poder abrir. Tenemos muchos gastos y cero ingresos. Así es difícil aguantar», dice.
Konstan es un segoviano de 37 años que lleva once transportando azúcar, leche y otros productos por Castilla y León y Madrid. Es cliente habitual de Chema y se ha llevado la agradable sorpresa del bufet. «Suelo comer aquí a menudo, porque el trato es excelente, y es impresionante lo que ha hecho. Es el autoservicio más completo que he visto. Lo agradezco muchísimo», indica. «Muchas empresas tienen un horario muy restrictivo y a veces nos toca esperar un día para descargar. Hay gasolineras que regalan café, pero este despliegue y que podamos calentar la comida es estupendo», añade.
Konstan reconoce la complicada situación de su sector. «Muchas empresas están cerradas, por lo que no hay trabajo suficiente y volvemos de vacío, con las pérdidas que supone. Es un sector muy poco valorado; ahora se empieza a hablar de nosotros. Doy las gracias a las agencias de transporte que nos dan trabajo. Si me dan trabajo, yo se lo puedo dar a hosteleros como Chema», zanja.
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