Si cumplir cien años es ya de por sí todo un regalo, alcanzar esa cifra mágica en compañía de la que persona con la que uno ha compartido la mayor parte de su vida se convierte en algo aún más especial, por no decir excepcional. ... Eso es lo que tuvo la oportunidad de disfrutar el domingo día 9 un vecino de la pequeña localidad de Megeces, Niceto Manso Manso. No solo por el hecho de cumplir 100 años, sino por celebrarlo con los suyos, entre ellos su esposa, Tirsa Manso Martín, «que en enero si Dios quiere y nos da salud como hasta ahora para verlo, cumplirá la nada despreciable cifra de 103 años», señala.
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De modo que son las personas más mayores que residen en el municipio vallisoletano. Así, anticipándose a que cumpliera el siglo de vida y aprovechando el tradicional día dedicado a las personas mayores, el Consistorio megezano les brindó un emotivo homenaje.
Hijo de los megezanos Liduvino Manso Mena y María Manso Alonso, Niceto, el mayor de cuatro hermanos, nació el 9 de octubre de 1922. Su hermana Constancia en unos días cumplirá 99 años; Carlos, el pequeño, próximamente cumplirá 94 años, mientras que César falleció a los 82 años.
Agricultor de profesión, cumplió el periodo de instrucción militar en el cuartel junto a San Benito, en Valladolid, y después realizó dos años de servicio en Urroz Villa –Navarra–. A punto de cumplir los 25 años, el 6 de septiembre de 1947 contrajo matrimonio con Tirsa, la menor de los seis hijos del matrimonio megezano formado por Lorenzo Manso Muñoz y Cenobia Martín Puentes.
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Se trata de un matrimonio bien avenido, cuya residencia siempre ha estado en una vivienda de la Plaza Mayor de Megeces, donde nació Tirsa y que anteriormente perteneció a los padres y abuelos de ésta. Tienen dos hijas, Rita y Adela, que residen en Cuéllar y Valladolid y quienes a su vez les han hecho abuelos de cuatro nietos. Son además bisabuelos de siete biznietos.
Entre las aficiones de Niceto está, además de disfrutar de su familia, escribir poesía. Para mantenerse en forma, hace bicicleta estática todos los días. Y, siempre que puede, se acerca a tomar café al bar del pueblo.
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