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La afición por los toros le viene desde que tiene memoria, desde que con seis añitos fue con su tía a una de las famosas corridas de toros para mujeres que protagonizó Jesulín de Ubrique. «Me encantan los encierros, las capeas, los concursos, el mundo ... del toro en general... tengo mucha afición», dice la cordobesa afincada en Peñafiel desde hace dos años, Vanesa Rísquez.
Sin pretenderlo, se ha vuelto protagonista al librarse, por centímetros, de ser alcanzada de lleno por uno de los astados de Arriazu, ganado de casta navarra famoso por su gran agilidad, tanto que son conocidos como los 'toros saltarines'.
Vanesa acudió el pasado viernes a la última de las sueltas del coso de Peñafiel, acababa de salir de trabajar y decidió ir con Andrés, su pareja. Estaba apoyada en el redondel de la plaza viendo cómo el colorao iba en paralelo a las tablas y nada hacía ver que iba a suceder lo que finalmente pasó. «Había tres hombres en el burladero que me dijeron que si pasaba algo me ayudaban y no me dio tiempo ni a terminar de decirles que quería estar pendiente del toro y no de su conversación cuando vino hacia mí», explica Vanesa.
«El toro saltó hacia mí y nos quedamos frente a frente realmente mi cara, más que de miedo, fue de sorpresa total porque no me lo esperaba y puse los brazos, retrocedí rápido y me intenté meter en la talanquera del bar pero había tapón por la gente que estaba allí, así que me fue corriendo a hacia la izquierda», recuerda.
Vanesa estaba preocupada porque su chico cayó al suelo en ese momento. «Al librarme, lo que temía es que pudiera ir hacia él y menos mal que no le pasó nada», continúa. Sabe que ese día no le tocaba. «Si hubiera sido así, el toro coge me lleva por delante me clava el asta en mitad del pecho y la cosa hubiera sido bien distinta», asegura.
El vídeo en el que se ve la suerte que tiene esta mujer de 36 años natural de Pozoblanco ha corrido como la pólvora desde el pasado viernes por las redes sociales. «Si que me han escrito o me han reconocido como la pelirroja a la que casi coge el toro, pero menos mal que al final todo ha quedado en nada», señala.
De la anécdota -muchos dicen que San Roque le echó un capote- y el pintoresco momento en el que el utrero de Arriazu le perdona la vida a la peñafielense, también se ha quedado con una sensación algo amarga. «Lo que no me gustó nada es que el propio alcalde me gritara desde el balcón que me marchase, que iba a provocar un accidente al final y no hizo lo mismo con mi pareja, que estaba conmigo y que también se libró por poco», cuenta.
La gente, según explica, tampoco tuvo mucha comprensión. «A mí me dijeron 'pero qué hace ahí esta mujer' y a mi novio, en otro tono bien distinto, 'vaya, cómo te has librado'. Es una pena que se hagan estas distinciones y estos comentarios por parte de algunos por el simple hecho de ser mujer», lamenta.
Vanesa, que no pensó en nada en los segundos en los que vio de frente al animal, no se quedó con el susto en el cuerpo ni mucho menos ya que por la tarde siguió disfrutando de los festejos taurinos. «Tengo mucha afición y seguiré yendo a encierros, capeas, rejones y corridas las veces que quiera porque lo disfruto», finaliza.
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