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Todas las antenas en Montemayor de Pililla apuntan hacia la plaza de Santa María. Al menos, si sus cerca de 850 vecinos –según el Instituto Nacional de Estadística– quieren ver la televisión. Porque es ahí, justo detrás de la Plaza Mayor, a lo alto de un antiguo depósito de agua, donde se ha instalado el repetidor que pone fin a los problemas de transmisión de frecuencias de la TDT que arrastran desde hace años. «Es el nuevo monumento del pueblo», bromea su alcalde, Iván Velasco, quien no oculta su «enorme alegría y satisfacción» por acabar con una problemática que sufren «intensamente» desde 2017, con el despliegue de la tecnología 4G.
Se quedaron sin dar la bienvenida al 2020 con los televisivos Alberto Chicote, Anne Igartiburu o Paz Padilla –la mayoría tuvo que recurrir a la radio para tomarse las doce uvas al son que dictaba el reloj de la Puerta del Sol–. También se perdieron algún partido de La Roja en la pasada Eurocopa, por citar algún evento.
Pero «por fin» –como reconoce aliviado Velasco– ya pueden ver los montemayorenses la televisión. Disfrutar del parte o la telenovela hasta el final. Sin cortes. Haga frío, nieve o hiele. «Lo esperábamos con mucha ilusión y ganas. La tele es un servicio básico, como la luz y el agua, que hay que tener al cien por cien y de calidad, y más aún en un municipio como el nuestro, en el que reside mucha gente mayor», dice.
El nuevo repetidor funciona «a la perfección». Sintonizan, además, el doble de canales. Más de 65 en alta definición –frente a los 35 de antes. Las obras de montaje concluyeron justo antes de Navidad, pero no fue hasta el pasado día 10, lunes, cuando se encendió la base repetidora para dar tiempo a los vecinos a reorientar las antenas hacia la plaza de Santa María. «Hemos hecho labores de pedagogía y difusión de bandos, prestado la ayuda que necesitaran para que se pudiera ver la tele correctamente, y la verdad es que estamos muy contentos. Ya están prácticamente todas las viviendas de la localidad preparadas», añade.
La Diputación de Valladolid acudió «al rescate y a apagar el fuego», como se refiere el alcalde, y asumió la gran parte de la financiación. 48.000 euros de los cerca de 60.000 que costó que Montemayor de Pililla pudiera ver la televisión. El montante restante salió de las arcas municipales.
Cada vez que Montemayor quedaba envuelto en densas nieblas, sus vecinos se echaban a temblar. Otra vez el martirio de la tele a pedales. Sabían que ese día era más que probable que se quedaran con las ganas de conocer el desenlace de la película de turno. «Lo llevamos padeciendo hace lo menos diez años, pero desde 2017 para acá es horroroso, no se veía casi nada», lamenta Velasco, al tiempo que explica que los días de condiciones meteorológicas adversas, en cuanto asomaba el viento, la lluvia o la niebla, la imagen «se quedaba congelada o se perdía la señal por completo».
Cuando eso sucedía tenían dos opciones. La primera, armarse de paciencia y esperar a que volviera la señal. Algo que podía prolongarse durante horas. Días, en algún caso. La segunda, recurrir a una «señal privada». Como Óscar Curero, dueño del bar La Torre, a quien no le quedó más remedio que contratarlo para poder retransmitir los partidos de fútbol en el televisor de su negocio. Ahora, cuenta, está «contentísimo», aunque el servicio privado lo seguirá manteniendo. «Antes, créeme, teníamos muchas dificultades, sobre todo con las cadenas públicas y autonómicas. Los otros se veían mejor, pero nada decente», incide, mientras asegura que pasaba «por un apuro» cada vez que la clientela acudía al establecimiento para ver algo en concreto y se perdía la señal. «Íbamos cambiando de canal pero era imposible de disimular, teníamos que pedir disculpas», sostiene.
Quien también está «contentísimo» con el nuevo servicio es Santiago Lozano, vecino de Montemayor. Compara la realidad con la que vivía hace unos días y no se lo cree. «No se corta la señal y la calidad ha mejorado, es un lujo», apunta, mientras afirma que antes no le quedaba más remedio que «aguantarse o esperar». «Había canales que no se veían hasta pasados diez días», matiza.
Quienes más lo ha «luchado», además del propio Consistorio, ha sido una plataforma impulsada por un grupo de vecinos –en 2017– «hartos» de la situación. Su portavoz, Javier Chamorro, subraya que «es todo un éxito». «Nos lo hemos trabajado mucho, nos hemos hartado a recorrer despachos hasta que por fin en la Diputación nos hicieron caso», relata. Asimismo, tilda de «despropósito» el hecho de que en una localidad como Montemayor no se viera correctamente la televisión. «Luego hablan de despoblación y no hay servicios adecuados», lamenta.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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