Modesta cumple 106 años: «Quiero seguir viviendo»

«Nunca he tomado ninguna pastilla para nada porque no me ha hecho falta. Llevo sin ver a un médico cuatro años». Así presume orgullosa la centenaria de su inmejorable estado de salud. «Me gusta mucho leer y ver la televisión porque no sé escribir», confiesa. Tantos años de vida dan para innumerables recuerdos y momentos que han quedado grabados en la mente de Modesta Duque de manera imborrable. «Recuerdo con mucho cariño montar en avión para viajar hasta Ibiza y también he conocido Marruecos», comenta la centenaria.

Su hija Trinidad afirma, entre risas, que cuando aterrizó el avión le confesó: «Qué bien nos ha traído el pájaro este, refiriéndose al avión». Modesta siempre ha sido muy viajera. «Vete adonde quieras, pero ven a dormir a casa, le pedía siempre su marido. A él no le gustaba viajar pero me iba yo», argumenta entre carcajadas recordando grandes momentos. Aunque confiesa que pasó miedo a la hora de montar en avión, guarda un recuerdo precioso de esos viajes.

Con 18 nietos y 17 bisnietos, la cumpleañera asegura que no le puede «pedir nada más a la que vida». «Dios me ha dado mucha salud, igual demasiada para tener tantos años», confiesa risueña. Modesta Duque comenzó a trabajar a los 16 años limpiando los portales cercanos al Palacio Real de la villa del Tratado. El resto de su vida se ha dedicado a vender amapolas, flor de malva y leña de los pinares por las casas para poder dar de comer a sus hijos. «Nunca les ha faltado de nada porque siempre he sido una mujer muy trabajadora que ha luchado por sacar a ochos hijos adelante», señala Modesta.

La vida en común de Modesta García y su marido, ya fallecido, empezó en la calle Cantareros de la villa, pero «cuando empezó la guerra nos mudamos». «Me dieron esta casa por tener muchos hijos. Al terminar la guerra pagamos 5.000 pesetas por empezar a vivir aquí. Fue prácticamente regalada y según hemos podido hemos ido arreglándola poco a poco», relata con añoranza la centenaria, quien recuerda las canciones de tradicionales de Tordesillas a la perfección y añade: «Siempre me ha gustado cantar y a día de hoy todavía lo hago habitualmente».

La familia es conocida como Los Turrunelas. «Cuando iba vendiendo por las casas me decían Turrunela, porque vendía turrón, a diez reales la libra y a real el cuarterón, y si lo regatean lo pongo a treinta dos. Desde entonces me quedé con el apodo de Modesta la Turrunela y mis hijos los Turrunelos», afirma la anciana que cumple 106 años.

«Todo se acaba en esta vida aunque muy poca gente puede decir que ha llegado a los 106 años como yo he llegado», presume. «No me quiero ir a la residencia por nada del mundo, quiero morir en mi casa. A mis hijos les pido paciencia», explica Modesta, consciente de que llegará el día en el que se «apague». Fernando, vecino de Tordesillas que acude todos los viernes a darle la comunión, explica que «reza mucho todos los días y le agradece a Dios seguir viviendo». «No me quiero morir pero tendrá que llegar el día», reflexiona en voz alta la centenaria.

Natural, dicharachera y con una vitalidad envidiable, unida a una salud de roble, son los secretos que se esconde tras un rostro cargado de ilusión por seguir viviendo. Modesta Duque con 106 años se conforma con lo vivido y le pide a la vida seguir disfrutando «día a día hasta que Dios quiera».