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Milagro en Rioseco: El día que el Cristo de Castilviejo sudó durante una rogativa
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Las crónicas cuentan que un miembro de la Hermandad del Trabajo trasladó sobre sus hombros la escultura que halló en el campoUn milagro. Uno perfectamente documentado. Corría el año 1602 y Medina de Rioseco vivía una gran sequía. Para paliarla, se organizó una rogativa al ... Cristo de Castilviejo, que siempre contó en la villa con una gran devoción, tal y cómo rememora Antonio Herrero, el presidente de la cofradía de dicho Cristo y que narra el milagro tal y como lo cuentan las crónicas de la época: «El sábado, 8 de junio de 1602 la figura se encontraba en la parroquia de Santa María para una rogativa. Esa mañana del 8 de junio una mujer se acercó a la iglesia a primera hora de la mañana cuando se percató de que la figura del Cristo manaba agua. La mujer, asustada, corrió a contárselo al sacristán mayor de la parroquia. Él accedió a la iglesia y pudo comprobar que lo que afirmaba la mujer era cierto. Parece que se organizó en el pueblo un cierto revuelo, por lo que decidieron cerrar la iglesia. No sirvió de mucho, puesto que entre la mujer, el sacristán y otras personas que lograron entrar se corrió la voz en Rioseco. Muchos otros se acercaron a la iglesia para contemplar el prodigio».
«Todo el revuelo provocó que se diera parte al obispo de la diócesis, que en aquellos días correspondía al obispo de Palencia -hasta 1956 Rioseco no perteneció a la diócesis de Valladolid-. Finalmente entraron en la iglesia un grupo de religiosos formado por presbíteros, sacerdotes y franciscanos del convento de Rioseco y todos vieron que del Cristo manaba agua. Es curioso, porque existen muchos datos de este día y de jornadas posteriores. Un familiar del Almirante de Castilla también accedió al templo y presenció el milagro. Fue él quién decidió que se tomara nota de lo que sucedía, por lo que avisó a lo que entonces era el Ayuntamiento. Desde allí enviaron a varios escribanos para documentar el suceso. Esos documentos se encuentran a día de hoy en el Archivo Municipal, aunque llegar hasta ellos es complicado».
El «prodigio» tomó tal calibre que se llegó a levantar acta. Eso proporciona muchos datos sobre el hecho. «Parece que el Cristo manaba agua por diferentes partes del cuerpo», explica Herrero. «En esos documentos se llegan a describir gotas bajo la nariz o en las axilas. Se toma declaración a diferentes personas que lo presenciaron y se redacta un documento muy amplio, con mucha información de la que hoy se dispone. Y no solo se dispone de legajos, sino de los paños que se usaron para limpiar el agua del Cristo. Hoy en día, se encuentran en un relicario en el museo situado en el antiguo convento de San Francisco», narra Herrero, allí se pueden ver.
El libro 'Crónicas de Antaño', de Benito Valencia, pone nombres y apellidos a los testigos del milagro. Así, afirma que fue Luisa de Castroverde, la mujer del sastre Aguirre, la primera en percatarse de que el Cristo sudaba. Eran las 6 de la mañana. También relata como el sacristán no creyó, en un principio, la versión de la mujer. Una vez terminada la procesión, que tuvo lugar a las 12 del mediodía, y con el regreso de la Virgen y del Cristo a la iglesia Santa María fue allí donde Don Rodrigo Enríquez de Mendoña, tío de Juan Alfonso, Almirante de Castilla y otras personalidades presenciaron el milagro. Los testigos no se pusieron de acuerdo en cuánto tiempo duró. Por supuesto, surgieron algunas dudas entre algunos feligreses de que a la figura se le hubiera arrojado agua durante su recorrido por las calles o que, simplemente, la talla no fuera la misma. Es decir, que la figura que procesionó y la que se encontraba en la iglesia fueran piezas diferentes. Para aclararlo se requirieron los servicios del escultor Mateo Enríquez. Él abrió la talla y comprobó que no escondía nada en su interior que sirviera para el engaño. La conclusión fue que la talla era de «madera de peral, sólida y maciza». El 21 de agosto se confirmó el milagro.
La figura del Cristo milagrero se encuentra en la ermita de Nuestra Señora de Castilviejo, un santuario mariano situada a las afueras de Medina de Rioseco y del que se tiene constancia desde los siglos XIII, XIV. La actual data de finales del XVII. En este santuario se encuentra la virgen, que es la patrona de Rioseco, representada por una imagen en el retablo mayor. Esta figura no es la original ya que esta fue robada de la ermita. La que se puede ver en el templo se trata de una reproducción. Desde el XVI le acompaña e Cristo de Castilviejo. Un Cristo que desde sus inicios se encuentra envuelto en la leyenda. Existía en el siglo XVI una cofradía llamada la Hermandad del Trabajo. Las crónicas cuentan – Así lo hace Benito Valencia en 'Crónicas de Antaño'- que un hermano en un viaje por la comarca encontró el cristo abandonado en Villalón y lo trasladó a Rioseco sobre sus hombros. Desde el primer momento, destaca Antonio Herrero, presidente de la Cofradía del Cristo de Castilviejo «tuvo mucha devoción» y se decidió trasladar a la ermita para que acompañara a la Virgen.
Desde ese momento, las dos figuras no se han separado. Hasta el día de hoy que procesionan Madre e Hijo por Rioseco el 8 de septiembre, el día de la Virgen o el del Cristo que es el primer domingo posterior al 8 de septiembre. Recorren la capilla y se trasladan a la novena, en la parroquia de Santa María para que estén representadas las dos imágenes.
Antonio Herrero recuerda la gran devoción con la que contó en Cristo desde un principio, antes, mucho antes de que obrara el milagro. Un prodigio que sirvió para ahondar más en la fe de los riosecanos.
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