Valladolid

Mayorga se despide de las dominicas con la incertidumbre del futuro del convento

A media mañana la iglesia conventual se llenaba de vecinos para asistir a la misa que, presidida por el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, contó en los primeros bancos con las cuatro monjas del convento mayorgano, sor María Jesús Vela, sor Celeste Chávez, sor Gloria González y sor Presentación Díez, acompañadas por algunas de las dominicas del convento de Toro. Tras la misa, se descubrió a la puerta de la iglesia una placa conmemorativa en la que se lee «El pueblo de Mayorga en agradecimiento a todas las monjas dominicas que han vivido en el Monasterio de San Pedro Mártir. Por tantos años de servicio y oración, gracias».

El arzobispo expresó que «después de tantos siglos, esta partida es muestra de la gran transformación que estamos viviendo, con unas vocaciones que han variado», en este sentido recordó que «hubo un tiempo que en España había un tercio de los monasterios de todo el mundo y lo que se está produciendo ahora es un reajuste, con conventos que crecen en otros sitios del mundo». Durante la misa expresó ser «una celebración queremos agradecer y despedir». Respecto al futuro del convento de Mayorga señaló que «ahora el desafío es el sitio». El párroco mayorgano y sacerdote del convento, Jesús Manuel Nieto, aseguró que «es una pena que se siente mucho, por sus presencia, su oración, su sentimiento y ejemplo de vida, pero que se comprende al ser algo común».

Por su parte, al alcalde, David de la Viuda, señaló que para «Mayorga es un día triste al ser la despedida definitiva ya que las hermandades de Semana Santa hicieron una el Viernes Santo de 2023». Además indicó que «las monjas han sido parte de la vida de los mayorganos, con una convivencia, de misas diarias y visitas, porque ellas han sido unas vecinas más». No dejó de manifestar su incertidumbre «al no saber el Ayuntamiento lo que va a pasar con el convento», que se ubica en el centro de la localidad. En este sentido deseó que «la Diócesis o la orden lo mantenga y que no recaiga en el Ayuntamiento su conservación», sin olvidar que lo más importante es «que no se caiga». Además de la posibilidad de que acoja un museo o cualquier otra idea buena, para el regidor es muy importante que la iglesia siga teniendo culto y los usos tradicionales, como su participación en distintas procesiones durante el año. De hecho, el próximo 27 de septiembre será la última vez que la procesión de Santo Toribio entre en la iglesia conventual.

La hasta ahora priora del convento, sor María Jesús Vela, volvió a recordar que la falta de vocaciones era la causa principal de su partida, a pesar de haber intentado todo, con vocaciones extranjeras de Kenia que luego se fueron u otras que tuvieron que despedir al no valer para la vida religiosa. También señaló que «hemos intentado buscar ayuda, pero es muy difícil, pues a las comunidades las cuesta desprenderse de sus miembros, y por otra parte no se soluciona el problema, porque el problema es a nivel general».

También expresó que «para nosotras es muy doloroso abandonar nuestro convento, pero la nueva normativa de la Iglesia no permite comunidades de menos de seis miembros». También hizo ver que la comunidad de Toro las ha acogido «con los brazos abiertos como verdaderas hermanas», con las que han tenido varios encuentros que «nos han ayudado a conocernos y a tratarnos más de cerca, para ahora que nos llega este momento se nos haga más llevadero». No dejó la priora de dar las gracias a todos «por vuestra acogida y presencia, porque siempre os tendremos presente en nuestro recuerdo y oración, y en nuestro corazón».

A sus 69 años, sor María Jesús Vela, que entró en el convento de Mayorga a los 14 años desde la localidad palentina de Valcabadillo, donde había nacido, «es una gran pena abandonar tu casa, pero hay que pensar en positivo porque el juntarnos con más hermanas en muy enriquecedor, porque no se puede vivir la vida religiosa en plenitud con 4 hermanas». Respecto al futuro del convento solo pudo adelantar que existe un proyecto.

A la misa de despedida, como miembros del coro María Daniel, asistieron los hermanos Rafael y Conchi Fernández, quienes recordaron los años de su infancia en los que todos los meses una tarde del domingo la pasaban con las monjas en la grada del convento cuando les llevaba su padre, Marciano Fernández, quien revitalizó hace años la Procesión Cívica del Vítor, al que puso letra. También asistieron las hermanas Socorro y Aurora Díez, que llegaron a Mayorga desde Barcelona para estar junto a su hermana sor Presentación Díez, la única mayorgana entre las religiosas del convento, en el que, a sus 85 años, lleva casi toda la vida al haber entrado a los 14 años junto a su amiga sor Cirila, que falleció hace años. Fueron muchos los vecinos que estuvieron de acurdo en señalar la alegría que daba oír la campana del convento y que ahora no la van a volver a escuchar con gran tristeza.

En nada llegará el turno de abandonar su convento a las carmelitas de Villagarcía de Campos, donde seguirán los jesuitas, que pasarán a ser la única presencia de orden religiosa en el norte de la provincia.