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El vecino de Medina de Rioseco Juan José Navidad Perille, a sus 56 años, necesita de una muleta para poder andar, apenas tiene fuerza en ... las piernas y en los brazos y requiere de ayuda en su vida diaria. Son las secuelas que le han quedado tras haberse contagiado de la covid-19 y haber estado ngresado casi un mes en el hospital. Una enfermedad que también contagió a su esposa, Mamen San José Martínez, aunque con síntomas más leves, afortunadamente para ella.
En el mes de octubre, Juan José acudió a urgencia del centro de salud riosecano al no poder casi caminar y tener dificultad para respirar. Como le mandaran a Urgencia del hospital por sus propios medios, «al no ser grave», su esposa llamó al 112, cuyos sanitarios, «al ver su estado, le pusieron Seguril, que es un diurético, porque tenía acumulación de líquidos, y una vía», recuerda Mamen. No le sentó nada bien que le reprocharán que «quién era ella para solicitar una ambulancia», no dudando en contestar que era su mujer, y que «no quería que le sucediera nada, porque le veía que se ahogaba». En el hospital del Río Hortega, diagnosticaron a Juan José una disfunción cardiaca y, a las horas, tras hacerle el test nada más llegar, dio positivo en covid. El mismo resultado que también ofreció días después su esposa, quien trabaja en la residencia de ancianos de Rioseco, ya por esos días con contagiados en usuarios y personal. «Creo que fui yo quien contagió a mi marido», asegura.
Especiales coronavirus
Juan José estuvo 25 días en el hospital, sin poder recibir visitas por protocolo, siempre con el miedo de que empeorara y que fuera intubado como otros enfermos que él veía desde su cama. «Lo he pasado muy mal en el hospital, solo pensaba que hay que luchar para superar la enfermedad, y lo único que quería era volver a ver a mujer», manifiesta. Ahora le han quedado muchas secuelas de movilidad, en piernas y brazos. «Entré andando al hospital y ahora casi no lo puedo hacer», insiste una y otra vez.
El riosecano sufría la enfermedad Guillain-Barré por una bronquitis mal curada, un trastorno poco frecuente en el cual el sistema inmunitario del organismo ataca los nervios, y «la covid lo ha agravado todo».
Mientras tanto, Mamen pasaba la enfermedad en casa, muy mal, con vómitos y diarreas, sin fiebre, pensando que «si me pasaba algo no podría despedirme de mi marido ni de mis hijos». A su esposo, hasta que no dio negativo no le dieron el alta. De todos los días de hospitalización, Mamen lamenta que no hubiera más información por parte de los médicos: «Solo la daban si tenían tiempo y en fin semana, nada». También se queja de la mala cobertura existente en la planta, lo que hacía que «no nos pudiésemos comunicar a diario por llamada de teléfono con total normalidad».
En el día a día, Mamen tiene que ayudar a su marido. «Soy sus manos y sus pies, porque coge un vaso y se le resbala de las manos», explica. De ahí que le haya venido muy bien su experiencia como trabajadora en la residencia de ancianos para dar masajes a su marido y ayudarle a hacer ejercicios. «Ha perdido mucha musculatura y fuerza en piernas y brazos», corrobora Mamen. Aun así, Juan José ya tiene cita para el fisioterapeuta «con la idea de que empiece lo antes posible, porque si lo tenemos que pagar lo haremos, pero hay muy buenos profesionales en la Seguridad Social».
Mamen tiembla todavía al pensar que los médicos le dijeron que si hubiera esperado una noche más antes de acudir a Urgencias, su marido se hubiera muerto. No es de extrañar que exprese que esto no es una broma, que no es un catarro o una simple gripe, que la gente se conciencie, que lo tiene que tomar más en serio. «Porque sales del hospital y piensas que lo has pasado, y no es así, te quedan secuelas», precisa.
Por eso, anima a la ciudadanía a «pensar en los que tenemos al lado, que no solo somos nosotros, que hay que empatizar, que la vida no solo son juergas». Además, pide a todos mayor responsabilidad, porque «las máscaras no ahogan, lo que ahoga es estar intubado, que se puede estar con ella», y pide a los Reyes Magos que «nos den salud, y que nos dejen tranquilos, porque llevamos un año muy fastidiado».
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