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Elena López Gómez con una clienta en su centro de quiromasaje, 'shiatsu' y lifting facial japonés. L. N.
Masajes nipones en el centro de Valladolid

Masajes nipones en el centro de Valladolid

Elena López Gómez. Makoshi

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 12 de enero 2020, 09:41

Elena López Gómez es una emprendedora que ha apostado fuerte por las técnicas manuales y el bienestar. Acaba de abrir Makoshi, un centro especializado en quiromasaje, 'shiatsu' y lifting facial japonés donde trabaja el cuerpo de forma holística para restablecer el equilibrio energético, emocional, mental y espiritual de sus clientes.

Estudió Dirección y Administración de Empresas animada por sus padres, dueños de un pequeño comercio, que anhelaban que algún día ella se hiciera cargo del negocio familiar. Durante 13 años trabajó en la tienda de sus progenitores llevando la contabilidad. En plena crisis económica quiso actualizar sus competencias estudiando algo que le llenara por completo. «Me gustaba el deporte y pensé estudiar Fisioterapia, pero mi edad iba en mi contra. Me llevaría muchos años y me decanté por estudiar Quiromasaje en el Centro Vallisoletano de Masaje. Enseguida vi que había encontrado mi vocación», cuenta esta emprendedora.

Aquel fue el primero de una larga lista de cursos. Después haría otro de lifting facial japonés, que inicialmente cursó en Valladolid y más tarde en la Escuela Japonesa de Shiatsu en Madrid. También estudió 'shiatsu', durante tres años, y posteriormente masaje deportivo, vendaje neuromuscular y el método Cyriax. «Desde que empecé con las técnicas naturales, no he dejado de formarme. En enero de 2018 me di de alta como autónoma, adapté una habitación en mi casa y empecé a trabajar profesionalmente como quiromasajista. Al principio solo venían amigos y conocidos, porque trabajando en casa resulta difícil darte a conocer. Pero el boca a boca fue surtiendo efecto. No me iba mal, pero estaba convencida de que estar a pie de calle me daría más visibilidad», dice.

De cerca

  • Emprendedora: Elena López Gómez (45) . Dirección y Administración de Empresas. Quiromasajista

  • Inicio de la actividad: 2 de diciembre de 2019

  • Contacto: C/ San Quirce, 9 de Valladolid. Telfs.: 983 045 295 y 695 530 387

El pasado junio, con la decisión en firme, se puso a buscar local. Fue complicado dar con el adecuado. Quería zona centro y un gran escaparate, pero el precio de la mayoría de los que visitaba quedaba fuera de su alcance. Lo encontró en la calle San Quirce y enseguida se puso manos a la obra con la reforma. «Al estar dada de alta como autónoma, no pude solicitar ninguna subvención. Di de alta la actividad profesional dentro del grupo 841: naturópatas, acupuntores y otros profesionales parasanitarios. Solicité la licencia de obra y contraté los servicios de un arquitecto. Todo se complicó al instalar el rótulo. Al estar en el casco histórico y en la zona de influencia del Palacio de Fabio Nelli, me pusieron muchas trabas. De hecho, tuve que quitarlo y volverlo a colocar de otra manera. Esto me retrasó bastante la apertura. Creo que deberían dar más facilidades a la gente que quiere montar nuevos negocios», indica.

Poco antes de la inauguración de Makoshi, Elena acudió a su oficina del BBVA en la calle Angustias, para dar de alta la cuenta de empresa y el servicio de datáfono. Con todo listo, abrió las puertas del negocio el pasado 2 de diciembre. Ha logrado crear un ambiente acogedor, lleno de tranquilidad y buenas vibraciones, algo muy importante para inducir la relajación a sus clientes a través de sus servicios de quiromasaje, 'shiatsu' y lifting facial japonés. Elena es consciente de que, al no ser una profesión sanitaria reconocida como tal, todavía existe controversia sobre su efectividad terapéutica. Sin embargo, tiene muy claras todas sus ventajas. «Estas técnicas naturales parasanitarias, siempre que se realicen por un profesional, en ningún caso resultan nocivas para el cliente sino todo lo contrario, aportan bienestar. De hecho el 'shiatsu', técnica de masaje manual originaria de Japón, está reconocida oficialmente por el Ministerio de Sanidad y Educación de Japón desde 1957. Son técnicas que no sustituyen ni excluyen la atención o el tratamiento médico o farmacológico convencional prescrito por profesionales sanitarios», aclara.

Atiende a sus clientes de forma muy personal, sin prisas y centrándose en los pequeños detalles. Con sus manos expertas imparte masajes en los que trabaja profundamente en la musculatura y en las energías, con lo que consigue traspasar el plano físico para llegar a lo emocional, psicológico y espiritual. Emplea aceites o cremas y realiza diferentes técnicas y maniobras con más o menos intensidad, según la persona.

Su centro también está especializado en 'shiatsu', una técnica de masaje manual japonés que consiste en la aplicación de presión sobre el cuerpo con los pulgares o con las palmas de las manos. «El objetivo es el mantenimiento y bienestar del cliente. Este tipo de masaje no requiere aceites ni cremas, se hace vestido y puede llegar a mejorar el sistema circulatorio, flexibilizar el sistema muscular y facilitar las funciones del sistema digestivo. Además mejora el control del sistema endocrino, equilibra el cuerpo y hace que fluyan las energías. Es la acupuntura sin agujas», resume.

El lifting, lo más solicitado

El servicio más demandado es el lifting facial japonés, un masaje tradicional oriental conocido como el 'masaje de la juventud', ya que produce un efecto de lifting natural sin cirugía, sin dolor y sin cicatrices. «Hago un procedimiento de choque de cinco sesiones de una hora de duración. El precio por sesión es de 35 euros. Primero hago una limpieza del cutis y luego con el masaje se aplican aceites naturales y esenciales. Los resultados son visibles desde la primera sesión. Aporta una piel luminosa y brillante. Ayuda a dar más serenidad al rostro, porque este se relaja y mejora la hidratación y la elasticidad. Sirve también para prevenir y minimizar las arrugas», dice.

Su apuesta al dejar el sector del comercio y emprender su sueño le está reportando grandes alegrías, especialmente por el trato cercano con el público. «Solo hace un mes que he abierto y ya tengo muchos clientes. Me he quedado gratamente sorprendida por la respuesta de los vallisoletanos. Es muy satisfactorio ayudar a la gente a que se sienta bien. Han sido años de formación y esfuerzo, pero el giro de 180 grados que he dado a mi profesión ha merecido la pena. Soy muy feliz con lo que hago», afirma rotunda.

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