

Marta Campo, la jueza titular de Medina del Campo que aprobó la oposición a los 24 años
La palentina es titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de la localidad vallisoletana y aprobó la oposición de judicatura en dos años
Marta Campo tiene los mismos años que matrículas de honor logradas en su expediente académico mientras estudiaba el Grado de Derecho; veintisiete. Con tan solo ... 24 años, aprobó la oposición de judicatura. Con 26, en julio de 2023, se hizo con una sustitución en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de Palencia y, desde febrero de este año, es titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de Medina del Campo. Además, desde el 18 de abril es jueza decana en la localidad vallisoletana. La palentina es un ejemplo de sacrificio y constancia en sus estudios, pues se ha convertido en una de las juezas más jóvenes de España.
«Yo creo que los que nos dedicamos a esto tiene que ser vocacional. El problema es que es una profesión con la que no estás en contacto desde pequeño, entonces es un poco más difícil que te surja. Aquellos a quienes nos ha surgido somos un poco afortunados, porque yo, además, no tenía ningún antecedente en la familia», asegura Campo.
Sin embargo, durante su época en el instituto, ver a la jueza Alaya en la televisión y recibir visitas de otros jueces en el centro educativo, gracias a una actividad denominado 'Educando en justicia', le motivó a iniciar sus estudios en Derecho. «Me parecía un trabajo donde puedes hacer una función social y además tiene mucha responsabilidad», asegura. Por otro lado, la vida de oposición encajaba mucho con su manera de ser y con sus hábitos. «No me costaba mucho estudiar, me sentía cómoda y a gusto. Luego, la profesión de juez pegaba mucho con mi carácter serio y reflexivo», comenta.
Por ello, en 2015 comenzó a estudiar en la Universidad de Valladolid y en 2019 concluía con el premio extraordinario de fin de carrera. «Me esforcé muchísimo. Lo recuerdo como la etapa más bonita de mi vida, más incluso que la Escuela Judicial», detalla. Campo se lo tomó como una oposición, se auto exigía más de lo que le mandaban los profesores y estudiaba a diario. «La UVA es muy buena para formar opositores porque los exámenes son muy memorísticos y de desarrollo, y también hacíamos bastantes orales», menciona.
«También coger apuntes a mano me ayudaba mucho a procesarlo todo y llevarlo al día, porque cuando llegaba a casa lo pasaba a limpio y se me quedaban mejor los temas», añade. Algo que también le ayudaba era estudiar en voz alta. «Lo hacía cantando, no para que me sirviera de cara a la oposición, sino que desde el instituto era la manera que tenía de que se me quedaban las cosas. Si es verdad que luego, al tener este método, me sirvió para mucho», menciona. Y es que, para Campo, ir a la biblioteca era perder el tiempo, pues al estudiar en silencio no memorizaba casi nada.
Acudía a ver juicios todos los viernes
Su clave del éxito no solo reside en atender en la formación, sino también en poner empeño de manera propia. Todos los viernes, Campo visitaba el Juzgado de Palencia a ver juicios por su cuenta. «Todas las vistas son de Audiencia Pública, salvo algunas excepciones si hay menores o agresiones sexuales», cerciora. Así, la joven acudía como público y, cuando salía, estudiaba con mucha más motivación.
Con toda esta base, en tan solo dos años, Marta Campo aprobó la oposición de judicatura. «En mi año fuimos cinco chicas del 97, tres de Castilla y León, y encima palentinas», puntúa. En su caso, a la hora de estudiar, la pandemia por coronavirus jugó a su favor, pues al no haber planes, y estar encerrados en casa, tuvo menos atractivos exteriores que le desconcentraran. «He sacrificado algo de mi vida, pero diría que tampoco más que cualquier otro opositor», asevera.
Campo estudiaba desde el lunes por la mañana hasta el sábado por la tarde, y descansaba un día y medio, el cual aprovechaba para estar con su familia y con su pareja; su gran apoyo durante este periodo de tiempo. Y es que incluso, durante su estancia en el Juzgado de Palencia, acudían a las sesiones como público para verle. Para Campo, su familia es uno de sus mayores pilares en la vida, y el destino quiso que no separarle de ellos. Poco más de una hora en coche distancia a Marta de sus allegados.
Miedo a la falta de autoridad
A día de hoy, es una de las juezas más jóvenes del país y se siente «muy orgullosa por ello». «Al principio tenía un poco de miedo por la falta de autoridad y que no me respetaran, pero la verdad que no me he encontrado con ningún obstáculo, los abogados me lo han puesto siempre muy fácil», manifiesta. Sus mañanas en Medina del Campo son muy diversas, «es lo bonito del trabajo de juez», expresa. Algunos días están dedicados en exclusiva a juicios y declaraciones penales, mientras que en otros dicta sentencias, emite recursos o autorizaciones. Campo se encarga de sucesos y delitos de todo tipo, incluidos los de violencia de género.
Por suerte, la palentina no tuvo ningún momento de bajón mientras se preparaba la oposición. «Tuve suerte de ser solo dos años. Eso lo valoro muchísimo. Sé que mi situación no tiene que ver como la de la mayoría de opositores», afirma. Pero anima a todos aquellos que se encuentran en la misma situación a no tirar la toalla. «Merece muchísimo la pena. Es verdad que es muy duro y muy difícil, sobre todo si ya llevas muchos años. Lo importantes es recordar, de vez en cuando, el por qué estás ahí, visualizarte con la toga, ir a ver juicios y pensar en cómo será el día de mañana también pueda volver a reconectar con la idea por la que decidiste opositar», manifiesta.
De momento, su meta a corto plazo es ponerse al día con el Juzgado de Medina del Campo. En cuanto al medio plazo, espera trabajar en Valladolid o en Palencia. «Asumo que voy a llegar a Palencia mucho antes porque igual en diez años he entrado. En Valladolid los jueces están entrando con 50 y 60 años», explica. Y, como soñar es gratis, a largo plazo le gustaría jubilarse en un Órgano Colegiado como la Audiencia Provincial de Valladolid, el Tribunal Superior de Justicia o, incluso, el Tribunal Supremo.
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