Marcelina, la 'abuela de Íscar', cumple 102 años

Hija de Gabino Hernanz Rodríguez y María del Pilar Rodríguez Muñoz, Marcelina es la segunda en orden de los cuatro hijos que tuvieron - Filomena y Alejandro ya fallecidos y Félix, que aún vive, tiene 88 años-, venía al mundo el 6 de abril de 1923, viernes para más señas, en Pozal de Gallinas. Un municipio cercano a Medina del Campo del que salió siendo niña y al que la familia regresó cuando su padre se jubiló después de vivir y trabajar durante años en el caserío de Ordoño, situado a medio camino entre Olmedo y Pedrajas de San Esteban, en el término de Aguasal, y en el de San Cristóbal de Matomozos, a medio de camino entre Ataquines y Olmedo, en el término de este ultimo.

Casada con Afrodisio Álvarez Rodríguez, natural de Tiedra, al que conoció en un baile y con el que contrajo nupcias el 26 de septiembre de 1953, sus casi cuatro décadas de matrimonio transcurrieron entre Aguasal, Hornillos de Eresma e Íscar, pueblo al que se mudaron para estar cerca de su hija y donde sus esposo falleció el 29 de abril de 2021.

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Madre de dos hijos, José María que reside en Palencia y es padre de dos hijos, Alberto y María, esta última madre de Ulises; y María Jesús, que reside en Íscar desde que se casó con el carpintero autónomo Miguel Ángel Alonso, que es madre de Sonia y Cristina, quienes de momento no les han hecho abuelos ni a Marcelina un poco más bisabuela.

Sin imaginar por un momento la que se avecinaba, ya en el inicio de la pandemia, sus familiares decidieron ingresar a Marcelina en la residencia de la tercera edad de la Fundación Santa María de los Mártires de la villa carpintera, donde, pese a que su memoria ya la va fallando algo, reconoce que está muy bien atendía y que se encuentra muy a gusto.

Marcelina recibió el pasado domingo la felicitación por sus 102 años, además de sus familiares, del resto de usuarios del citado centro asistencial y el personal que allí trabaja, quienes al unísono le entonaron el consabido 'cumpleaños feliz'. Celebración en la que no faltó la acostumbrada misa de acción de gracias en la capilla de la residencia y la imposición de una banda de felicitación, así como un convite y soplado de las velas con los dígitos 1, 0 y 2 sobre una tarta