![La mano vallisoletana en la cabina roja de Antonio Mercero](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202112/26/media/cortadas/cabina1-U15097089313JmF-U160365619996wlD-1248x770@El%20Norte-ElNorte.jpg)
![La mano vallisoletana en la cabina roja de Antonio Mercero](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202112/26/media/cortadas/cabina1-U15097089313JmF-U160365619996wlD-1248x770@El%20Norte-ElNorte.jpg)
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El proyecto empezó a forjarse en redes sociales, concretamente en la cuenta de Twitter del guionista David Linares. Allí expresó su idea de hacer un homenaje al director de cine Antonio Mercero tras su fallecimiento el 12 de mayo de 2018. Al comprobar el ... apoyo abrumador puso en marcha una campaña de recogida de firmas, a través de la plataforma digital Change.org, para construir e instalar una réplica de la cabina telefónica de la icónica película de Mercero, rodada en 1972, y protagonizada por José Luis López Vázquez.
Además del apoyo de conocidos nombres del panorama cinematográfico español y de la propia Academia de Cine, Fundación Telefónica dio el paso definitivo financiando el proyecto y, el pasado 15 de diciembre, una réplica de la famosa cabina era colocada sobre una peana e inaugurada en el madrileño barrio de Chamberí, en la plaza del Conde Valle de Suchil, un lugar próximo al lugar del rodaje original, en los años 70 prácticamente un descampado, y ahora una zona completamente urbanizada.
Hasta llegar a este punto, pandemia de por medio, el encargo fue a parar a manos del escultor Juan Villa Herrero, responsable de atrezo del programa de televisión Cuarto Milenio, así como de innumerables trabajos y proyectos como el Castillo Encantado, en Trigueros del Valle. En Valoria la Buena tiene su taller (Prometeo).
Villa explica que su implicación en el monumento en homenaje al cineasta surge tras «muchos años colaborando en las exposiciones de Fundación Telefónica, desde réplicas de robots de Leonardo da Vinci, por ejemplo, a naves espaciales de películas, como la de 2001. Con ellos hemos hecho cantidad de piezas para sus exposiciones, así que nos llamaron cuando todavía era 'top secret'. Nos propusieron hacer la réplica de la cabina». Una imitación del famoso locutorio de la película porque, «a mucha gente lo primero que le viene a la cabeza es una cabina normal y corriente de la época, y no, no es así», subraya Villa.
Y no es así porque para el cubículo diseñado para el filme «se optó por alejarse del diseño tradicional de cabinas de entonces, de color gris, para que el terror generado de meterse en una de ellas no se produjese, aunque al final sí que hubo bastante psicosis en la época», refleja el escultor.
Se decidió que el color sería el rojo, aunque «se alejaba mucho de la idea de la cabina que había en ese momento instalada, pero también enfatizaba la idea de agobio permanente que tenía José Luis López Vázquez allí dentro. Por temas artísticos, prácticos y funcionales decidieron hacer un modelo propio, y ahí es donde vino nuestro desarrollo, donde entrábamos nosotros a jugar en esta historia del monumento a la película», anota Villa. Para empezar a trabajar lo primero que tuvieron en cuenta fue eso, que se trataba de un diseño único y del que además no se conservaban planos, adaptada para el rodaje, con el techo de cristal para las tomas cenitales, por ejemplo.
El rediseño partió de la propia película y de las fotografías del rodaje, «imágenes también de fuera de cámara en las que se veía a los actores posando al lado de la cabina, y ahí pudimos dimensionar cómo era. Y viendo las escenas de cómo la cargaban y descargaban en el camión nos dimos cuenta de qué tipo de hierros tenía y con qué estructura la habían construido en la película. A partir de ahí hicimos un diseño en tres dimensiones».
Las dos únicas diferencias con la pieza original son el tamaño, ya que la nueva es un poco más grande (2,5 metros frente a los 2 de la original); y uno práctico, como es poner un paño cerrado en vez de transparente en el techo. El propósito con el primer cambio era hacerla más visible en la plaza que ocupa y, con el segundo, facilitar el mantenimiento y reforzar la estructura. «Lo demás es bastante preciso».
Conseguir el color también fue complejo y requirió de muchas reuniones y muestras de pintura, porque al no existir una referencia fiable del tono tuvieron que guiarse de imágenes y fotogramas de la película, un metraje que también tuvo que pasar por el oscuro filtro de la censura de la dictadura franquista, pues su argumento «podría entenderse como una alegoría del régimen», señala Villa.
Los contratiempos en la actualidad vinieron de la mano de la pandemia y de los cambios al frente del Ayuntamiento madrileño, lo que ralentizó el proyecto que, a finales de 2020, estaba casi finalizado. Un trabajo artístico y artesano del que también fue partícipe Vicente Bernal, herrero de Valoria la Buena que fraguó el tirador de la puerta a golpe de martillo y yunque.
Sin duda un gran homenaje a la obra de Antonio Mercero y una forma de que quede constancia de estos dispositivos, pues coincidiendo con la colocación de la cabina del monumento entraba en vigor la Ley General de Telecomunicaciones por la que ya no es obligatorio el mantenimiento de las cabinas públicas que sobreviven. Un homenaje a las historias del director de cine y de muchas otras vividas a través del hilo telefónico.
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