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Bendito ese 'smartphone' que regalaron el pasado verano a Karina Bozhenko. Ese fue uno de los últimos presentes que esta niña ucraniana de 12 años recibió de Judit Casado y José Luis González, sus padres de acogida en la localidad vallisoletana de Geria. Bendito móvil ... porque en plena guerra en Ucrania, Judit, José Luis y Marga González (uno de los hijos biológicos de Judit y José Luis) pueden hablar y verse de continuo a través de la pantalla.
Ese teléfono se regaló en verano, cuando no se esperaba que un conflicto bélico llevara la preocupación al seno de la familia Casado González. Hace seis años que Karina pasa todos los veranos y la Navidad en Geria y durante este tiempo el vínculo se ha fortalecido. Hasta tal punto que Judit, José Luis y Marga están con las maletas preparadas para viajar hasta Polonia para 'traerse' a Karina y a su hermana de 9 años,,Vika.
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«Estamos viviendo la guerra con mucha preocupación. Intentamos transmitir tranquilidad a Karina cada vez que hablamos, pero alguna vez nos ha llamado asustada al oír alguna explosión, ver pasar tanques o escuchar sirenas. Lo bueno es que son niños y rápidamente se pueden olvidar de la situación», explica Judit mientras hojea un álbum elaborado con fotos de Karina.
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Dentro de la incertidumbre de la familia vallisoletana existe un poso de tranquilidad al ver que la localidad en la que vive Karina y su hermana con sus tutores legales aún no ha sido asediada. «A veces no queremos ver las noticias, pero parece que en algún momento llegarán los rusos. Esperemos que cuando eso suceda, Karina y Vika ya hayan completado las tres horas de viaje hasta la frontera con Polonia», incide la familia Casado González, que llevan más de tres lustros en el programa de acogida de la ONG vallisoletana Ven con Nosotros.
Precisamente con la asociación, Judit y José Luis ya han presentado toda la documentación. Solo esperan luz verde para que las preocupaciones de sus padres adoptivos cesen. «Para nosotros es una más de familia y ya nos ha transmitido que quiere venir a España», agregan Judit y José Luis, que hace unos años ya adoptaron a otra niña que recientemente les ha hecho abuelos.
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De esta forma, los estragos de la guerra llegan hasta Geria. «La preocupación es a todas horas. Intentamos visibilizar esta situación y queremos que gente colabore con la ONG para ayudar a todos los niños posibles. Realmente lo necesitan, Karina me dice que prácticamente desayuna pan con un poco de leche. Y sus comidas son siempre sopa», afirma resignada Judit.
Ahora la familia vallisoletana solo confía en recoger a las dos hermanas para que estas disfruten de Geria. «A Karina, que es una niña encantadora, ya le he enseñado a bailar jotas. Queremos que vuelva para disfrutar con actividades como el amigo invisible familiar durante la Navidad», concluyen.
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