La madre del joven asesinado en Laguna: «Solo quiero saber por qué mataron a David»

Un año y medio después, ella acude serena a la entrevista. «Hay días que mejor y otros que peor, pero la verdad que todavía asimilándolo», responde tranquila. «El día a día es duro, pero no tengo la sensación de que haya pasado el tiempo, para mí ha ocurrido antes de ayer, todavía esperas que aparezca por la puerta», se sincera. «Todos los días está en mi cabeza, pero intento estar entretenidas para no pensar demasiado. Mi vida es un constante hacer a todas horas porque cuando estoy sola en casa o sin hacer nada, me derrumbo pensado en el niño».

Sabe que tiene que ser fuerte por sus otros dos hijos, Álex y Carolina: «Me vuelco en ellos, tengo que insuflarles fuerza», apunta mientras recuerda que muchas veces tiene que «tirar de los que tengo alrededor». Y es que Lorena sigue siendo el motor que hace funcionar la familia, una familia que mira constantemente hacia atrás, hacia esa madrugada. «En este tiempo han pasado miles de hipótesis por mi cabeza, pero creo que le liaron con algo para que bajara de casa» asegura. «Mi prioridad es saber por qué mataron a un niño de dieciocho años de una forma tan brutal. El porqué pesa mucho; por qué salió, me lo pregunto todos los días de mi vida», sentencia.

Unas preguntas que también rondan entre el grupo de Homicidios de la Guardia Civil de Valladolid en una investigación que está bajo secreto de sumario. «Tenemos esperanzas de que descubran algo, porque para ellos también es importante», dice la madre. Esperanza que hace extensiva a los más cercanos a su hijo, quienes desde el primer momento descartaron que se tratara de un ajuste de cuentas, ya que «decían que David no debía dinero a nadie», asegura Lorena, quien añade que «hay gente de aquí que sabe más de lo que dice».

El tiempo pasa y el asesinato de su hijo sigue sin resolverse. Por eso estuvo pensando contratar a un detective privado, «pero es muy caro, aunque mucha gente del pueblo nos ha dicho que ayudaría económicamente, así que es una opción plausible si vemos que esto no avanza». Ella solamente quiere que esta pesadilla acabe y que «el culpable o culpables paguen» y cuando llegue ese día «si los tengo delante les preguntaré por qué».

Hasta que llegue ese momento esta madre seguirá recordando día a día a su hijo mayor. Lo hará a su manera, en silencio y con una sonrisa, la que permite un dolor de por vida, en la cara. «Hablar de David en casa no es un tema tabú», reconoce, aunque asegura que para su hija Carolina, de 17 años, está siendo «mucho más duro que para su hermano Álex, porque ella hace mucho más hincapié en todo, es más consciente». El pequeño de la casa le tiene siempre presente «a través de la ropa, porque para él es muy importante saber que la ropa de David le vale», asegura con una tenue sonrisa, aunque confiesa que lo más duro ha sido «ver cómo se han hecho mayores a raíz del suceso».

La charla llega a su fin. Lorena ha cambiado mucho desde aquella madrugada «gracias a la ayuda de una psicóloga», confiesa, pero su vida no será la misma porque «arrancaron una parte de mí». A esa parte de un todo; a ese joven adolescente; a ese fiel oyente de conversaciones tras la barra de un bar; a ese conversador nocturno con su madre; a ese hijo con mayúsculas le dedicó Lorena, la madrugada del 16 de octubre –un año y medio después de que su vida cambiara para siempre– una carta que le servirá para desahogarse, quizá para coger aire y respirar.