Llegar a los 100 años sin tomar un solo medicamento

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En una jornada de grandes alegrías, muchas emociones y abundantes lágrimas, Claudio recibió las felicitaciones de muchos vecinos que se acercaron al restaurante de Dulcinea Irimia, donde tuvo lugar la celebración. Fue el momento de recordar que se dedicó toda la vida a la agricultura, que tenía una magnífica habilidad en sus manos para hacer trabajos artesanales, que era de partida de mus diaria con su amigo Celestino, y que su longevidad le llegaba de herencia familiar; ya que sus padres, José y Francisca, descendiente de Villafrechós, llegaron a los 97 y 98 años; su hermana Francisca, también en la residencia de La Unión, tiene 94, y su hermano pequeño, Desiderio, que vive en el pueblo y todos lo conocen como Míster, tiene 87 años y sigue montando en bicicleta. Su esposa, Carmen Domínguez, falleció en 2012.

Claudio mantiene una excelente salud, con una memoria prodigiosa y bastante humor y pasa sus días sin tomar ni un solo medicamento. Lee a diario el periódico, le gusta mucho hacer crucigramas y es tremendamente goloso. En la comida, con un menú de ensalada tibia de puerros, langostinos, lechazo y leche frita, tras soplar las velas de los 100 años en una deliciosa tarta, pidió un café solo, que le gustó «mucho», quizás porque hacía seis años que no lo probaba. En la residencia no le falta la compañía de su amigo y quinto Sacerdote Martín, que hace unas semanas cumplía también el siglo de vida en su pueblo natal junto a su familia. Los hijos manifestaron la gran alegría de poder haber visto cumplir 100 años a su padre.