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«Los único indicios son de fauna local. Las evidencias que se habían destacado no corresponden a un reptil de gran tamaño». Ni los restos de un pez devorado por el supuesto saurio, ni una cama de juncos y hierbas aplastadas sobre la que pudo descansar. Las principales evidencias que se habían utilizado sobre la supuesta presencia de un gran reptil en la confluencia del Duero y el Pisuerga (Pesqueruela) resultaron ser un pez devorado por una nutria y una zona llena de huellas del paso de humanos.
El jefe del Servicio de Rastreo de la Asociación Chelonia, Fernando Gómez, descartó a mediodía de hoy, de forma contundente, cualquier indicio del animal que trae en jaque a la Guardia Civil, ha provocado bandos municipales de los tres ayuntamientos de esas riberas para evitar acercarse al río y ha llevado a esa zona a los titulares de la prensa internacional.
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Esos detalles, además del testimonio de un policía local de Simancas que afirmó haber visto al reptil, son los que provocaron que el dispositivo inicial fuera creciendo hasta el gran despliegue realizado ayer con ayuda de drones, una zodiac de los GEAS (buzos) y media docena de patrullas terrestres. Incluso se cortaron caminos agrícola de paso en la desembocadura (Ventas de Geria) para facilitar el rastreo.onal
«No hay ningún indicio de que haya un reptil grande, aunque eso no significa que no esté. Los indicios no nos llevan a un reptil. Nos llevan a la fauna local»», insistía cauteloso el rastreador profesional Fernando Gómez.
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Los intentos de avistar algún rastro de acceso a las riberas desde el agua a zonas donde hubiera podido tomar el sol tampoco dieron resultado alguno. Los recorridos de la lancha se centraron en perimetrar el área de El Puntal, un gran islote de árboles y floresta que ha crecido en la confluencia de ambos cauces.
En sus precisiones, Fernando Gómez, un hombre acostumbrado a estudiar a los saurios en África, recordó que entre los restos de un pez devorado estaban la cabeza y las tripas. «Es el proceder de una nutria, no de un cocodrilo». Tampoco localizaron restos de excrementos, ni consta que devorara el cebo que se situó el domingo. El único elemento dudoso fueron «unas marcas difusas sobre el barro, pendientes de analizar». Pero que, un ningún caso, concuerdan con las de un saurio del Nilo, insistieron los rastreadores.
Gómez revisó «meticulosamente cada rincón donde el animal ha podido tomar el sol y donde haya podido dejar marcas de sus huellas y no hemos encontrado nada». A pesar de todo, continúa su búsqueda «activa» y la localización de algún indicio «que nos relate la presencia de un reptil».
«Seguiremos las labores con la Guardia Civil de manera intensiva hasta que el terreno y las condiciones climáticas nos lo permitan», anunció este experto, que también ha advertido de que estos reptiles «son animales huidizos, ha habido muchos medios en la zona y se ha podido mover».
Pero también insistió en que, de confirmarse, «no sería de gran tamaño». Además razonó que no se sabe desde cuando está en la zona de Pesqueruela porque estos animales son «adaptativos, puede llevar mucho tiempo y aguantar sin comer.
Tanto los equipos del Seprona de la Guardia Civil, como los expertos en fauna salvaje, continuaron con la búsqueda a lo largo de la tarde y anunciaron que el dispositivo se mantendría «mientras las condiciones ambientales lo permitan».
A pesar de los consejos de los alcaldes de Simancas, San Miguel del Pino y Tordesillas, el reguero de curiosos que se acercaban a algún tramo del cauce no ha dejado de aumentar, atraídos también por la gran presencia de medios de comunicación.
El alcalde de Simancas, Alberto Plaza, admitióque sus vecinos siguen «muy sorprendidos y con cierta preocupación» esta búsqueda, y que están deseando «que se despeje de una vez la duda». Plaza insistió en que lo importante es «la tranquilidad y la seguridad de todos», y se mostró confiado en que, de existir la fiera acuática, «no pueda ir más allá de las dos presas que impiden que el animal salga hacia otras zonas del río» (en referencia los diques de contención de Ventas de Geria y San Miguel del Pino. La situación coincide con un fuerte incremento de las visitas y paseos por la zona después del fin del encierro por la covid-19.
No es previsible» que ataque a los humanos, salvo que se sienta acorralado, asegura el coordinador de la Sociedad Ibérica de Ictiología (Sibic) en el proyecto Life Invasaqua, de la Universidad de Lleida, Frederic Casals. Este ictiólogo explicó a Efe que estos animales «normalmente son muy asustadizos -sobre todo los jóvenes- y el peligro de un ataque es muy relativo».
Aunque todo son conjeturas y, teniendo en cuenta que las supuestas huellas identificadas podrían pertenecer a un cocodrilo del Nilo, y que podría medir un metro y medio, Frederic Casals aventuró que su edad oscilaría entre los 4 y los 6 años. Pero la especie duplica este tamaño en su edad adulta.
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