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Perseverancia, empatía y sobre todo, mucho tacto. Esas son las cualidades que debe tener un buen rastreador de contactos y Virginia Álvarez, las reúne. Ella ... es capaz de generar un clima de confianza con el paciente a partir de una llamada telefónica. Se esfuerza al máximo para que el interlocutor asimile rápidamente que tiene la enfermedad y que debe proporcionar todos sus contactos directos. «Es por el bien de todos», dice convencida.
Virginia es de Torrelobatón y trabaja como enfermera en el centro de salud de Tordesillas. Su vida laboral siempre ha estado muy ligada a la atención primaria y a la pediatría. También cuenta con experiencia en oncología y en la UCI pediátrica. «Tenía muy claro que quería dedicarme a esto. Me atraía el trato directo con el paciente y creo que por eso me gusta tanto la atención primaria. El pasado mes de mayo, se me terminó el contrato que tenía en León y me llamaron desde Tordesillas para colaborar en el seguimiento epidemiológico. Era un cambio radical, pero no tuve ninguna duda», explica esta joven.
En el centro de salud de Tordesillas, Virginia, además de las labores de rastreo, se encarga de la realización de las pruebas PCR. La mayoría de los brotes que está atendiendo en las últimas semanas están ligados a reuniones sociales en el ámbito familiar. Le entristece ver cómo la curva sigue creciendo de forma alarmante. «Mi trabajo, en esencia, consiste en detectar, junto con el equipo de primaria, todos los posibles contactos de los casos positivos y el manejo de los mismos. Para esta labor, contamos también con la colaboración de la UME. Cuando detectamos un positivo, intentamos dar con todas aquellas personas con los que ha tenido un contacto estrecho, dos días antes de los síntomas o dos días previos a la prueba, en el caso de los asintomáticos. A raíz de ahí, en caso necesario, tramitamos las pruebas y explicamos todas las medidas de cuarentena. Una vez rastreados los contactos, estos se derivan a su médico y enfermera de referencia para su seguimiento durante la cuarentena», explica esta rastreadora.
Especiales coronavirus
Acostumbrada a trabajar en la atención primaria, pasar a la atención telefónica le ha resultado duro. «Aunque no se vea el trabajo, es mucho más laborioso que cuando tenemos al paciente en la consulta. Me apena que muchas veces la gente no valore el esfuerzo que se está haciendo por parte de los sanitarios. Estamos trabajando al 200% para salir de esta, pero gran parte de lo que hacemos no se ve», reconoce.
Tiene muy claro cual ha sido para ella, el momento más complicado desde que comenzó la pandemia. Fue cuando se originó el brote en Torrelobatón, a mediados de agosto. Era su pueblo y conocía a todos los contagiados. A esta profesional le tocó redoblar esfuerzos para atender a todos y controlar el brote lo antes posible. «Esos días marcaron para nosotros un antes y un después en el rastreo. Hubo una enorme carga de trabajo, tanto para el equipo del centro, como para las administraciones sanitarias. El objetivo prioritario de todos era atajar el problema de forma urgente y para ello, muchos de los rastreos tuve que hacerlos fuera del horario laboral», dice esta profesional sanitaria.
«Los primeros positivos facilitaban sus contactos que, tras las PCR, se confirmaban. Se estaba descontrolando tanto que en la guardia del 22 de agosto realicé más de 70 PCR. Los resultados de ese día fueron devastadores, con casi un 50% de positivos e indeterminados. Eso hizo que los vecinos decidieran autoconfinarse. Esa fue una buena decisión. La situación era ya incontrolable y por ello se hizo un cribado masivo. Los contactos eran incontables y en prácticamente todas las casas del pueblo había algún positivo. Tuvimos mucha ayuda de compañeros de otros centros de salud para realizar los seguimientos. El de los rastreadores es un trabajo en equipo y las dificultades que nos vamos encontrando, las solucionamos juntos», añade.
En cuanto a las expectativas de futuro, Laura lamenta que una parte de la población haya perdido miedo al virus. «Aunque las autoridades sanitarias y los profesionales nos dejemos la piel en esto, si no hay conciencia social este problema no se solucionará. La gente no debe olvidarse de que los actos de unos pueden afectar gravemente a otros», dice apelando a la responsabilidad social. «Este es un virus nuevo, con mucha información y protocolos nuevos y otros que se van actualizando. Es imposible saber la fecha fin. La mascarilla nos va a acompañar durante un largo tiempo», opina.
Cuando llama para comunicar un resultado positivo, Laura dice que se encuentra «de todo», al otro lado de la línea telefónica. «La mayoría son colaboradores, facilitan todos los datos y cumplen la cuarentena a rajatabla. Sin embargo, otros no cumplen ningún protocolo y no terminan de entender que si están a la espera del resultado de una PCR, tienen que guardar cuarentena. Es importantísimo», señala.
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