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La zona que en el pueblo llaman 'los chalés' se extiende prácticamente hasta el punto donde en la mañana del sábado fue hallado el cuerpo sin vida de Esther López de la Rosa. Por el camino de tierra paseaban a media tarde del sábado algunas ... familias con niños, otras con perro y un puñado de personas mayores. Eran más de los que podían verse a esa hora en las calles de Traspinedo, casi reservadas a los visitantes que todos los fines de semana se acercan a degustar un pincho de lechazo.
La soledad y el silencio que reinaban en el centro del municipio son el resumen más fiel de la tristeza y desolación en que se encuentra la población. Aún confiaban en un desenlace feliz. Al no haberse producido, el sentimiento generalizado al que agarrarse es el alivio por la conclusión de la pesadilla que ha vivido, que sigue viviendo, la familia de Esther.
«No por esperado es menos horroroso», comenta un hostelero del pueblo. Se declara «consternado, como todos» por el suceso y su conclusión, pero interumpe pronto su discurso. Se queda callado unos segundos y cuando vuelve a hablar es para decir: «No tengo palabras». Con apenas un minuto de charla ya tiene los ojos enrojecidos.
Entonces toma aire y añade: «Ya que no hemos podido tener un final con Esther entre nosotros, espero que el descubrimiento del cadáver sirva para que se descubra cuanto antes lo que pasó y se detenga al responsable».
Así, entre la desolación y el alivio, transcurrió la jornada en Traspinedo. Alivio por poder dejar atrás casi un mes de angustia, de incredulidad y también de conjeturas y habladurías, que en este caso seguirán hasta que los investigadores resuelvan la autoría del crimen. El desenlace que nadie deseaba, por más que muchos temiesen inevitable.
«No tiene sentido, no tiene ningún sentido». Una pareja de vecinos que vuelve a casa después de comer se detiene a atender las preguntas, un poco para ver si verbalizar su aflicción les sirve para desahogarse. «Ojalá sepamos pronto lo que ha sucedido –confía él–. ¿Cómo ha podido pasar algo así? –se pregunta ella– ¿Cómo pasó? ¿Cuándo la mataron? ¿Por qué? Y, claro está, ¿quién ha sido?». Por la manera en que lo dice, se nota que hasta que todas estas preguntas no tengan respuesta el pueblo seguirá viviendo acongojado, sin ser el que era. De hecho, ellos mismos aseguran que el ambiente se encuentra ya enrarecido.
«Traspinedo lleva un mes parado, como no lo había visto en mi vida. Ahora sentimos cierto alivio, sobre todo porque nadie podemos quitarnos de la cabeza el sufrimiento de la familia. No hay derecho».
También hay malestar en el municipio, según aseguran, por el hecho de que «se han dicho cosas y se ha señalado a ciertas personas contra las que no hay pruebas». Temen incluso que haya riesgo de 'incendio'. «¿Por qué solo se ha investigado a gente del pueblo? Por la noche se juntan personas de toda la zona, de varios pueblos de alrededor, pero parece que eso no se ha contemplado –lamentan–. Nosotros siempre hemos pensado, y seguimos pensándolo, que tiene que ser alguien de fuera».
El alcalde de Traspinedo, Javier Fernández, destacaba la entereza demostrada por el progenitor de Esther y expresaba el alivio que supondrá que al menos los padres tengan el cuerpo de su hija, a la que podrán despedir y enterrar. Pero también pedía «tranquilidad y sosiego, dejar trabajar a la justicia» para que pueda atar cabos y determinar qué ha ocurrido y que nadie se tome la justicia por su mano, según informa Europa Press.
El ambiente un poco espectral que presentaban las calles del centro del municipio dejaba entrever que al pueblo aún le falta un difícil camino por recorrer. Un estado generalizado de shock que se prolongará hasta la detención del culpable o culpables y más allá. Realmente causaba impresión ver decenas y decenas de ventanas con carteles ahelando la aparición de Esther con vida. «Tu sonrisa es nuestra esperanza», aún rezan los carteles, así como la gran pancarta que preside el ayuntamiento. Ayer perdieron lo último que se pierde. Ahora su esperanza es el bálsamo de un rápido descubrimiento de lo que sucedió en la madrugada del 12 al 13 de enero de 2022, el día que Traspinedo dejó de ser el que era, para que todo pueda recuperar algo parecido a la normalidad.
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