Trata de personas en Valladolid
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El historial de una presunta proxeneta: enganches de luz y suplantación de identidadExplotó recientemente, pero la operación Papaya, por la que la Policía Nacional ha detenido a dos mujeres por un delito de trata de seres humanos con fines de explotación sexual para que ejercieran la prostitución, arrancó muchos meses antes. En el centro de la diana ... siempre ha estado H. A. T., de origen caboverdiano, por su historial desde que llegó a la provincia vallisoletana. Hasta que recientemente fue detenida nuevamente por obligar a seis mujeres a ejercer la prostitución en su club de alterne en Mayorga (Anebela).
Uno de los desencadenantes para los arrestos llegó tras la llamada de una de las víctimas al exterior. Comunicó parte de lo que después la Policía Nacional contrastó. O tal vez, ya tenía certezas de lo mismo. La víctima, que pudo escaparse del local, relató cómo fue captada y engañada por sus explotadoras en otra provincia mediante la falsa promesa de un puesto de trabajo como camarera en el club, siendo además una de las proxenetas la encargada de orquestar su traslado hasta el lugar.
Se centró la investigación en H. A. T., de 56 años, para contrastar que hace más de diez años ya estaba en Mayorga con el mismo club de alterne. Por aquel entonces se le arrestó por usurpar la identidad de su hermana, que residía en Portugal, para permanecer en España de forma totalmente legal. Suplantaba a su hermana, que colaboraba con ella, además de hacer pasar a sus hijos por sus sobrinos.
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Por aquel entonces ya tenía antecedentes policiales por delitos de prostitución, estafa y contra los derechos de los trabajadores, por lo que se incoó un expediente para la expulsión del país.
No se sabe si se fue o se quedó en Valladolid, pero años más tarde, en el periodo de entre estas dos detenciones, tuvo un proceso judicial, derivado del bar La Perla que regentaba en Becilla de Valderaduey. Se la acusaba de engancharse al alumbrado público del municipio y fue condenada.
En la actualidad, seguía con el club de alterne y según relata la Policía las dos detenidas, entre ellas H. A. T., facilitaban a sus víctimas cocaína como «incentivo» cuando el número de clientes atendidos era satisfactorio. De esa forma, lograban aumentar la dependencia y control sobre las víctimas, a las que exigían disponibilidad absoluta, ejercer todos los días de la semana a partir de las 18:00 sin hora de finalización, a menudo hasta el amanecer, aunque se encontrasen enfermas o indispuestas, y entregar a sus explotadoras la mitad del importe de las consumiciones de cada cliente.
La situación de insalubridad se extendía a todo el club, las condiciones de habitabilidad del lugar eran denigrantes y carecían de luz y agua caliente. Disponían de un generador y una estufa de leña en la sala, que llenaba de humo el inmueble y tenían que calentar agua en cazos para asearse. Incluso convivían con plagas de insectos.
Cuando las proxenetas, la regente del club o bien su lugarteniente, se ausentaban, permanecían encerradas en el interior con cadenas y candados para evitar la fuga. Además, la regente del club empleaba de manera reiterada amenazas y coacciones como mecanismos de control sobre las mujeres y les infundía temor haciéndoles creer que contaba con influencia entre las autoridades para poder perjudicarlas o deportarlas a su país de origen. También llegaron a agredir físicamente a las víctimas.
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