No son muchos los vecinos de Tudela de Duero que conocen a la perfección la historia de su pueblo o los importantes edificios religiosos que este albergó tiempo atrás. Pero puede que, tras los últimos descubrimientos, los tudelanos queden asombrados con los tesoros que guardan ... bajo sus pies. A principios de 2024, el Ayuntamiento de la localidad dio comienzo a la rehabilitación del conocido como Sindicato, ubicado en la Plaza de Mariano Ibáñez Basanta, con el objetivo de crear un espacio de coworking, un lugar compartido donde profesionales y empresas podrán trabajar juntos, con infraestructura y servicios comunes.
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Esta obra contó con una figura primordial en estos casos, un arqueólogo. Y es que, bajo el inmueble se encuentran los restos de la antigua Iglesia de San Miguel. Con lo cual, cabía la posibilidad de encontrar algún yacimiento que pudiera ser analizado. Todas las sospechas han sido ciertas. «Se han encontrado las bases de lo que era la iglesia y al estar excavando la zona del ascensor ha aparecido un cuerpo con enseres y un cáliz», comenta el alcalde, Óscar Rodríguez. Aunque sin duda, lo más sorprendente, es que junto a este se han hallado «más de 300 cuerpos» pertenecientes al siglo XII; los cuales se han trasladado al cementerio municipal.
Respecto al cáliz hallado en las excavaciones, el cual apareció colocado a la altura de la cadera de un esqueleto, pudo haber pertenecido a un cura que, durante unos años, estuvo destinado en esta iglesia. Enterrarse con el cáliz que un sacerdote había usado durante todo su ministerio no era inusual; durante la Edad Media y la Edad Moderna era común. La copa está formada por un material denominado peltre, una aleación de varios metales. El cáliz, según han podido cotejar los arqueólogos de STRATO (Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico) por similitudes con otros encontrados, pertenecería a finales del siglo XIII principios del XIV.
Este hallazgo ha paralizado durante un tiempo la rehabilitación del Sindicato, pues el consistorio informó al Servicio Territorial de Cultura y Patrimonio, quienes ahora se encuentran investigando y restaurando los restos arqueológicos. «Les hemos pedido que una vez que terminen lo vuelvan a traer para hacer un pequeño museo y dar valor a lo que fue la Iglesia de San Miguel, además de aportar una explicación histórica a los vecinos», explica el regidor.
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Además de lo anteriormente detallado, también se ha encontrado una pieza de un fresco, que podría haber formado parte de una de sus bóvedas, en las que aparece pintado San Miguel Arcángel derrotando al diablo en forma de bestia o dragón. En ella, puede observarse su boca con una lengua roja y sinuosa y unos fieros dientes.
El proyecto que tiene ahora en manos el ayuntamiento es crear una exposición con algunos de los artículos localizados. «Creo que va a tener un impacto en el turismo, sobre todo entre personas interesadas por la historia y la arqueología, porque es un dato histórico muy importante. Sitúa a Tudela de Duero en el siglo XII y XIII», detalla Rodríguez.
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Historia de la Iglesia de San Miguel
Corría el siglo XIV cuando la arquitectura dejó de lado el estilo románico y dio paso al gótico, caracterizado por arcos apuntados, bóvedas de crucería, contrafuertes, vitrales, gran altura, verticalidad y decoración elaborada. Fueron muchas las ciudades, como Burgos o León, que se decantaron por esta corriente para sus catedrales. Pero, en menor medida, Tudela de Duero también contó con un templo gótico; la Iglesia de San Miguel. Y la misma, ha sido estudiada en detalle por Miguel Valentín, técnico municipal y gran apasionante de la historia de la localidad; quien se ha encargado de elaborar un dossier con toda la documentación e información pertinente tanto del descubrimiento como de los años de andadura de la iglesia.
De ella, tan solo queda el arco de la portada sur. Si bien, las excavaciones que se han realizado en el edificio, han puesto de relieve los restos de una cimentación anterior, seguramente románica. Es decir, una iglesia se levantó sobre otra. La iglesia fue levantada, aproximadamente, entre 1200 y 1300, en una zona alta y difícilmente inundable, y se puso bajo la advocación de San Miguel Arcángel, cuya fiesta se celebra a finales de septiembre. Del interior poco se sabe, tan solo el fresco hallado durante los trabajos de rehabilitación.
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Como en todas las iglesias y ermitas, los feligreses estaban obligados a enterrarse en su parroquia, mientras que los más pudientes lo hacían dentro de la iglesia y cerca del altar. El limitado espacio disponible en el interior llevó a la creación de un pequeño cementerio en el exterior, al no poder continuar con los entierros dentro del templo. Si hubo una iglesia románica previa, es de suponer que también existió un cementerio correspondiente a esa época. La gran cantidad de huesos encontrados, a menudo acumulados en grandes cantidades, sugiere que, cuando estorbaban durante las obras de cimentación, eran trasladados juntos hacia los laterales. Su forma de enterramiento era muy simple, excepto para los reyes y nobles; tan solo un paño a modo de sudario.
La población del municipio fue creciendo y esto imposibilitó acoger a tantos vecinos en San Miguel, por lo que se decidió construir un nuevo templo dedicado a la Asunción de la Virgen María; la actual Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción ubicada junto a la Casa Consistorial. Según relata José León Martín Viana, en la obra Aspectos de la historia de Tudela de Duero, la última piedra de su portada fue colocada el 24 de diciembre de 1567; aunque es probable que anterior a esta fecha ya estuviera en funcionamiento. Esta nueva era mucho más amplia y cómoda para los vecinos.
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Pero, años más tarde, entre 1571 y 1578, un incendio acabó con la Iglesia de San Miguel y llevó a su desaparición. Puesto que la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción era más grande y estaba casi terminada, y debido a la falta de liquidez, las autoridades eclesiásticas mandaron guardar la madera, las tejas y sus dos campanas, con la esperanza de reedificarla de nuevo años más tarde. Pero eso nunca sucedió y en 1634 se ordenó su desmantelamiento total. Varios siglos después, durante la restauración de la Casa de la Cruz en 1992, ubicada a escasos metros de San Miguel, se descubrió que en algunas de sus cornisas aparecen inscripciones, nombres y epitafios de difuntos; pudiéndose haber empleado algunas lápidas para la construcción de este edificio.
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