Valladolid
De Fontihoyuelo a la Academia Chilena de la LenguaValladolid
De Fontihoyuelo a la Academia Chilena de la LenguaNo hay duda que la mejor novela que ha producido el género humano es El Quijote. Es la afirmación del vecino de la localidad terracampina de Fontihoyuelo Martín Panero, que, tras ingresar en la Congregación de los Hermanos Maristas, llegó a ser académico de número ... de la Academia Chilena de la Lengua, pasando, por mérito propio, a engrosar la larga lista de importantes personajes de Tierra de Campos, que, en algunas ocasiones, son desconocidos o han sido olvidados.
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Martín Panero nació el 11 de agosto de 1922 en Fontihoyuelo, un pequeño pueblo a algo más de siete kilómetros de Villalón de Campos cuyo origen y nombre se debe a una fuente en un hoyo. Era hermano gemelo de Emilio, alcalde de la Transición y el primero de la democracia del terracampino pueblo (1979-1983), a quien le siguió en esta responsabilidad municipal su esposa, Magdalena Sánchez Herrero, durante 24 años (1983-2007). El hijo de este matrimonio es Alejandro Panero, quien también desde su Fontihoyuelo natal se convirtió en un médico de gran prestigio en Cantabria, donde en la localidad de Marina de Cudeyo, tras su jubilación, pusieron su nombre a un parque. Con gran emoción, aseguró que «mi tío ha dejado una huella indeleble en mi vida, él me dio el empujón para ser lo que soy».
Con tan solo 13 años, Martín Panero ingresó en el seminario marista de Carrión de los Condes, desde donde partió a Chile con 15 años para profesar como religioso en la Congregación de los Hermanos Maristas con 23 años. Desde 1948 ejerció como profesor de Filosofía, Español y Francés en el Instituto O´Higgins, de Rancagua, y en el Instituto Alonso de Ercilla, de Santiago, ambos de la Congregación Marista. Fue profesor titular de la cátedra de Literatura Española en la Pontificia Universidad Católica de Chile desde 1957, cumpliendo en varias ocasiones el cargo de jefe de departamento y la dirección subrogante del Instituto de Letras. En 1978 fue designado académico de número de la Academia Chilena de la Lengua y académico correspondiente de la Real Academia Española, con un discurso con el título 'Apuntes sobre el poeta Juan Ramón Jiménez', y en 1985 se le confirió el grado de profesor emérito de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica.
Falleció en Santiago el 21 de abril de 1999. Una ciudad que guarda para siempre su memoria en la calle que lleva el nombre de Hermano Martín Panero. Un recuerdo que también existe en el cementerio de su Fontihoyuelo natal, donde su nombre y apellidos están en la lápida de su hermano gemelo, haciendo constar que está enterrado en la capital chilena.
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Su amor por la literatura y su devoción por la enseñanza y difusión de las artes se ven reflejados, no solo en los numerosos ensayos críticos publicados a lo largo de cuatro décadas de docencia universitaria, sino también en las más de 600 conferencias que dicto en las universidades y centros culturales de mayor prestigio de Chile, Perú, Ecuador y España. Fue investigador profundo de la obra de Cervantes (gran especialista en el Quijote, del que recitaba capítulos enteros de memoria) o Quevedo, entre los clásicos, pasando a Antonio y Manuel Machado, Unamuno, Ortega y Gasset, García Lorca, León Felipe, Cela, Borges o Pablo Neruda, a quien conoció personalmente en Isla Negra y quien, a propósito de su publicación Neruda y España, le escribió una carta en la que le señalaba que «me ha conmovido y, al mismo tiempo me ha interesado».
Fue ampliamente conocido por su participación en diversos programas televisivos, en los que siempre trascendió su gran preocupación por el correcto uso del español. Llegó a obtener la ciudadanía chilena porque, en sus propias palabras, «después de 25 años viviendo en este país, sentimentalmente me siento chileno, y es lógico que uno quiera serlo jurídicamente». Sin embargo, no se olvidó de su pueblo natal, al que volvía cada cuatro años. En una de esa ocasiones, dictó, en la Universidad Pontificia de Salamanca, la conferencia inaugural del Congreso Nacional de Educación, en una acto en el que con gran orgullo estuvo presente toda la familia. Tuvo amistad con Camilo José Cela, quien, cuando quería saber algo de su obra, le preguntaba directamente a Martín Panero. En una carta que le envió el Nobel de Literatura, respecto a su artículo 'Noticias sobre Camilo José Cela', le dice que «no puede ser más generoso conmigo y con mi obra, que los clementes dioses se lo paguen».
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Toda esta fructífera e intensa trayectoria le hizo merecedor de un buen número de reconocimientos, entre los que cabe destacar la concesión de la Orden de Isabel la Católica en 1977.
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