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El 12 de octubre de 2015 se abrió formalmente la fase diocesana de beatificación de los Mártires de Florida, entre los que se encuentra el franciscano riosecano Manuel de Mendoza, en un proceso promovido por un grupo de católicos pertenecientes a la diócesis de Pensacola- ... Tallahassee (Estados Unidos). Ocho años después, y coincidiendo con el día de la Hispanidad, este jueves se ha cerrado esa fase diocesana con una emotiva ceremonia en Tallahassee, capital de Florida, con la presencia del alcalde de Medina de Rioseco, David Esteban, y del párroco de la localidad, Alberto Rodríguez.
La celebración se centró en una misa al aire libre que, presidida por el obispo de Pensacola-Tallahassee, William Albert Wack, se ofició ante setecientas personas en la finca donde estuvo la Misión de San Pedro y San Pablo de Patale, lugar del martirio del padre Mendoza, y donde se quiere construir el santuario dedicado a la Reina María de los Mártires.
La ceremonia de clausura, en la que sacerdotes y diáconos llevaron vestimentas rojas en recuerdo de los mártires, se llevó a cabo antes de la bendición final con palabras de bienvenida del peticionario, Chris Stavres, y las reflexiones del obispo de San Petersburgo, Gregory Parkes, quien el 12 de octubre de 2015, como obispo entonces de Pensacola-Tallahassee, presidió en el mismo lugar la ceremonia que inició la fase diocesana del proceso de beatificación de los 86 mártires de Florida.
El alcalde riosecano aseguró «haber tenido la sensación de vivir momentos históricos y muy emotivos por todo lo que significa para Medina de Rioseco», a la vez que destacó que «se cumple de esta forma un homenaje a la figura de alguien que vino a hacer el bien, muy cerca de las personas más necesitadas, que repartía aquellos bienes que le llegaban, incluso de la corona, que estaba muy cerca de los indígenas». En ese sentido, explicó que habían podido vivir y compartir con las personas de la comisión que promueve del proceso de beatificación, así como con vecinos de la comunidad cristiana, que el padre Mendoza y los otros mártires, frente a la leyenda negra, «vienen a confirmar que la acción de nuestros antepasados en estos lugares fue productiva y provechosa, que vinimos a mejorar su día a día de las personas oriundas, sin olvidar hablar también de una fe que trajo una externalidad positiva».
Por eso, destacó el regidor, «de esta forma damos cumplimiento a esa parte de la memoria y esperamos que pronto, tal y como todo apunta, pueda cerrarse el proceso de beatificación en el Vaticano y que podamos estar hablando del beato fray Manuel de Mendoza».
Por su parte, el joven párroco, Alberto Rodríguez, explicó que la beatificación de fray Manuel de Mendoza supone para Medina de Rioseco que «se va a convertir en nuestro ciudadano más universal, porque la Iglesia cuando declara un beato lo que hace es garantizar que está en el cielo, que podemos rezarle, pedirle que nos ayude, tener devoción pública, pedir su intercesión y celebrar misas bajo su advocación, pero no solo desde Rioseco, sino desde toda la Iglesia».
Durante estos días, el alcalde y el párroco han visitado los lugares del martirio, pero también la reconstrucción de la Misión de San Luis de Talimali, donde pudieron ver cómo vivieron los españoles que allí estuvieron de 1560 a 1690. Además, han podido sentir el especial cariño que se siente hacia fray Manuel de Mendoza y la intención que hay por conocer su localidad natal.
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Miguel García Marbán
En junio de 1704, el coronel James Moore, con 50 ingleses y 1.500 indios de la tribu Creek, destruyó la misión de San Pedro y San Pablo de Patale, en la que ejercía su labor apostólica el franciscano riosecano fray Manuel de Mendoza, esclavizando a más de 1.400 indígenas allí refugiados y torturando y matando a los religiosos que custodiaban la misión.
El fraile Había nacido en Rioseco en enero de 1646 en el seno de una familia de mercaderes y fue bautizado en la parroquia de Santa María. Ingresó en el convento de Nuestra Señora de la Esperanza (actual Museo de San Francisco) y allí tuvo el cargo de confesor, hasta que en marzo de 1678 partió con 36 años para la provincia eclesiástica de Santa Elena, en Florida, junto a otros 33 misioneros. Después de celebrar la misa en la vigilia de la fiesta de San Juan Bautista, el 23 de junio de 1704, el padre Mendoza, después de ser persuadido con engaño a que saliera de su convento en Patale, fue asesinado de un disparo y quemado. Aunque en un principios se creyó que había sido cautivo, al final, tras excavarse bajo el convento, se descubrió su cuerpo, que fue identificado por el crucifijo que siempre llevaba, pero medio fundido.
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