Fiestas de Íscar al otro lado de la barra por primera vez en tres décadas
El emblemático restaurante Ábaco cerró el pasado domingo sus puertas de forma definitiva por la jubilación de sus dueños, Santos Sanz y Pili Garzón
Dice el hostelero Santos Sanz que no sabe qué es eso de vivir las fiestas de su pueblo, Íscar, sin tirar cañas y servir innumerables comidas y cenas. Porque después de media vida detrás de la barra de su negocio, este será el primer año –en más de tres décadas– que disfrute de los días grandes de la localidad vallisoletana desde el otro lado. El emblemático restaurante Ábaco, que regentaba junto a su mujer, Pili Garzón –63–, cerró sus puertas de forma definitiva el pasado domingo, 31 de julio, por jubilación. «Yo ya me jubilé; nos daba un poquito de ansia cerrar y he estado año y medio en jubilación inactiva, pero ha habido un momento en el que hemos tenido que tomar la determinación, y la verdad es que nos da mucha pena», admite Sanz, al tiempo que desvela estar «completamente perdido» con qué hacer con 'tanto' tiempo libre.
«¿Qué voy a hacer? Ahora mismo estoy completamente perdido. Me gustaría viajar, pero para eso tengo que ponerme de acuerdo con mi mujer», sostiene este iscariense de adopción –es natural del municipio segoviano de Navas de Oro–, al tiempo que se muestra «eternamente» agradecido por las muestras de cariño y apoyo recibidos no solo el día de la despedida –estuvo «hasta arriba», según cuenta–, sino a lo largo de su trayectoria profesional. Primero con Cala d'Or y, desde 1998, con Ábaco, uno de los negocios hosteleros referentes en la zona. «En 1989 comenzamos la andadura con un bar que estaba muy deteriorado. Le arreglamos y ahí estuvimos nueve años y medio. Hicimos un local nuevo, más grande y adaptado a lo que queríamos hacer, que era dar cenas y comidas a familias y grupos, y hasta ahora», explica este hostelero, quien destaca el papel determinante de Pili, su «compañera de camino». «Empezamos juntos la aventura y la cerramos juntos. Ahora toca disfrutar de la familia», añade.
Especialidad de la casa
Aún se le entrecorta la voz al recordar la «pasada», como se refiere, de despedida. Un último adiós por todo lo alto. La gente, detalla, estuvo «volcadísima». «Como había concurso de cortes en Íscar vino gente no solo del pueblo, sino también de los de alrededor; la verdad es que agradecimos tanto cariño», apostilla Santos Sanz, quien también desvela que, sin duda, lo que más emocionó a la familia fueron los innumerables abrazos que recibieron. «Era inimaginable que la gente nos mostrara tanto cariño. Unos abrazos que nos daban... Fue muy emocionante», incide.
«Era inimaginable que la gente nos mostrara tanto cariño. Unos abrazos que nos daban... Fue muy emocionante»
Echarán de menos los iscarienses los guisos de Ábaco, especialmente la especialidad de la casa, codornices. «Por aquí no se hacían y era lo que nos diferenciaba del resto, como los calamares a la plancha o chipirones enharinados, pero en este local lo que más nos pedía la gente eran sándwiches y hamburguesas...», afirma Santos Sanz. «La ventaja que teníamos era que, como nos dedicábamos mucho a las familias, teníamos que tener la opción de gustar a todos: amigos, familias... Nuestro objetivo era que en la carta hubiera algo que gustara a todo el mundo, que fuera variada, es algo que hemos cuidado mucho», indica.
Después de media vida sirviendo vinos, raciones y platos combinados, la familia Santos Garzón se lleva la mochila cargada de buenas experiencias, pese a lo sacrificado de la profesión. «Es un trabajo complicado con el que se pierden muchas cosas, pero hemos tenido suerte porque siempre nos ha gustado mucho nuestro trabajo y siempre nos hemos sentido muy acompañados y apoyados por nuestros familiares y amigos», relata Sanz, mientras matiza que «hemos tratado de conservar y cuidar a los amigos, las relaciones con la gente, celebrar los cumpleaños de los hijos... En definitiva, no perder el hilo de nuestra vida, y ahora queremos seguir disfrutando de ello», concluye.
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