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«Érase una vez una niña que no sabía dónde nació…». Ésta sería una buena manera de empezar a relatar la historia navideña y con final feliz de Vicenta Ruiz Oriol. Una mujer riojana que desconocía cuáles eran sus orígenes y que hace apenas unos ... días, ha encontrado a sus tres hermanos en la localidad vallisoletana de Bobadilla del Campo. Han sido 89 años de búsqueda y de desvelos, que han dado sus frutos, gracias al empeño de Pilar y Estrella, su hija y su nieta, y al enorme poder de difusión de las redes sociales.
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Vicenta reside en Alfaro, La Rioja. Sus primeros años de vida fueron duros, hasta que encontró la felicidad con su marido Pedro, hoy fallecido. Pero siempre le faltó algo. Saber. Porque Vicenta no sabía dónde había nacido, ni quienes eran sus antepasados, ni su nombre, ni siquiera su fecha de nacimiento. Al sacarse el carnet de identidad, ella misma eligió la que sería su fecha de cumpleaños, el 28 de octubre. Un día al azar. Su vida le había sido robada. La necesidad de reconciliarse con su pasado, y de saber los motivos que le separaron de su familia biológica para así poder completar el puzle de su identidad, es algo que le ha acompañado durante toda su vida. Según sus propias palabras, «es muy triste vivir sin saber quién eres». En plena pandemia, su nieta Estrella lanzó un mensaje a través de las redes sociales que desencadenó la búsqueda. «El mayor regalo para mi abuela sería encontrar algo sobre su familia, su vida. Y a mí nada me haría más ilusión que poder ayudar a la persona que más quiero», rezaba su tuit.
En 1937, en plena Guerra Civil, a Vicenta la dejaron a las puertas de Colegio Amor Misericordioso de Alfaro. Tenía aproximadamente tres años y llevaba un papel en la mano, en el que sólo ponía su nombre y sus apellidos: Vicenta Ruiz Oriol, Orio u Orion (el segundo apellido, no se entendía bien). Con 10 años la adoptó una familia que no le dio buena vida, por lo que al cumplir la mayoría de edad, decidió independizarse y cortar lazos con sus padres de adopción. Más tarde se casó con Pedro, tuvo cuatro hijos y más tarde nietos. Su ilusión por conocer su pasado, siempre seguía ahí. «Mi madre siempre se preguntaba que quién era ella, que quienes eran sus familiares, es muy duro no saber nada de tu vida», dice su hija Pilar, quien ha movido cielo y tierra hasta conseguir su objetivo.
El ADN trajo las primeras pistas
Aquel tuit que publicaron Pilar y Estrella dio lugar a las primeras pistas sobre su vida. «Tuvo mucha repercusión y nos aconsejaron que se hiciera una prueba de ADN en la plataforma genealógica online Myheritage. «Encontramos una coincidencia muy lejana con el ADN con alguien de Medina del Campo. Averigüé que allí, en la época que nació mi madre, estaba el Hospicio Simón Ruiz. Las piezas iban encajando, ya que averigüé que el apellido de mi madre, Ruiz, era el que antaño se proporcionaba a las niñas huérfanas que recibían cobijo en aquel hospicio medinense», señala Pilar, que inmediatamente solicitó una partida de nacimiento. Tras dos años buceando en archivos, censos y bibliotecas, apareció un expediente con fecha 1 de septiembre de 1933 del Hospicio. Allí figuraba el nombre original de la niña, Asunción, un apellido, García, y su fecha exacta de nacimiento, el 15 de agosto de 1933. Eso significaba que Vicenta había nacido dos años antes de lo que pensaba, por lo tanto, tenía 89.
Tras pasar por el programa 'Déjate Querer' de Telecinco, llegó a contactar con los primeros familiares, unos primos carnales de Medina del Campo. Su encuentro fue en octubre y resultó fantástico. «Sabíamos que estábamos cerca, pero desconocíamos si el parentesco venía de la parte paterna o materna de mi madre», narra Pilar, que siguió con la búsqueda.
Tras varias pruebas más de ADN, la hija y nieta de Vicenta llegaron a la última pista que les conducía hasta Bobadilla del Campo, pueblo natal de su madre, Anastasia García. El alcalde, Francisco Pastor, les puso en contacto con la familia y Vicenta pudo por fin, conocer a sus tres hermanos Pedro, Simeón y Dioni, todos menores que ella y que desconocían por completo su existencia. «El resultado salió positivo el 15 de diciembre y al día siguiente, salimos de viaje rumbo a Valladolid. No queríamos esperar más», cuenta Pilar emocionada y quien recuerda que el encuentro fue «maravilloso». Los cuatro hermanos se fundieron en un abrazo difícil de olvidar, ante la presencia de numerosos familiares y vecinos del pueblo.
Un emocionante encuentro en Bobadilla del Campo
Pedro, Simeón y Dioni Gago García han acogido a Vicenta como una más de la familia. Ella les ha completado una parte de su vida que no sabían que les faltaba. «Fue encuentro muy bonito y emotivo», explica José Gago, hijo de Simeón y quien facilitó las pruebas de ADN y colaboró en que el encuentro entre los hermanos se llevara a cabo. «Mi padre vio por la televisión a Vicenta contando su historia, en la que mencionaba que había pasado por el hospicio de Medina del Campo, pero en ningún momento se imaginó que aquella mujer podía ser su hermana. Vicenta es muy cariñosa y su familia, que ahora es la nuestra, es encantadora. Estamos muy felices todos por haberla encontrado. Mi padre y mis tíos están deseando darle el cariño que tanto le ha faltado durante todos estos años. Mi tía Dioni y Vicenta son como dos gotas de agua», prosigue José.
Vicenta está pletórica y deseando recuperar el tiempo perdido. Todos los días habla con sus hermanos y todos los días se emociona. «Nos dan igual las circunstancias y los porqués que hicieron que mi madre fuera entregada en el hospicio. Nuestro único objetivo era encontrar respuestas. Ni en el mejor de nuestros sueños, nos podíamos imaginar que encontraríamos a tres hermanos vivos. Ha sido un trabajo de investigación muy exhaustivo, que ha merecido mucho la pena. Para mi madre, su mejor regalo estas navidades, ha sido encontrar a los suyos», cuenta Pilar, que ya está pensando en el siguiente encuentro. Mis hermanos no pudieron ir en diciembre a Bobadilla del Campo y lo están deseando», continúa.
Para todo el pueblo de Bobadilla este encuentro familiar ha supuesto todo un acontecimiento. Su alcalde, Francisco Pastor fue testigo de este especial momento. «Es una historia increíble, preciosa y lo mejor, es que tiene un final muy feliz», concluye el edil.
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