Cinco escenarios y una tragedia

Esther López quedó la tarde-noche del 12 de enero de 2022 con dos amigos suyos en el pub James Dean, ubicado en el centro del pueblo, para ver el partido de la Champions. Después del partido, sobre las doce de la noche, se fueron a casa de uno de ellos donde tomaron algo, pero se despidieron pronto porque los chicos tenían que trabajar. Esther decidió entonces pasarse por el bar El Castillo, donde sabía que estaban Carolo y Óscar.

La joven se encontró con ellos allí. Óscar estaba jugando a la tragaperras y les invitó a varias consumiciones hasta que cerró el establecimiento y como no habían terminado sus bebidas, decidieron rematarlas en la zona de las bodegas. Fueron en el coche de Óscar.

En la zona de las bodegas, según consta en la declaración de Carolo, no estuvieron mucho tiempo. Hacía demasiado frío y «como no había más cocaína para consumir», decidieron irse a casa. Esta vez, Carolo montó atrás porque iba mareado y Esther ocupó el asiento del copiloto.

Cuando ya estaban a la altura de la casa de la joven, ella preguntó por lo que iban a hacer y el camarero dijo que se quedaba en La Maña. Óscar le propuso a Esther irse a su chalé y que a las ocho de la mañana la dejaba en casa. Carolo se despidió de ellos, que no salieron del vehículo, en el aparcamiento del restaurante. De los tres investigados, es el único que tiene coartada para esa hora, porque su hija le abrió la puerta. Al día siguiente, sobre la una y media o dos de la tarde del 13 de enero le mandó un whatsapp a Esther, «que no entró». Luego le mandó un mensaje a Óscar y este le respondió con una llamada en el que le dijo que ella se había enfadado por no querer ir de fiesta a Valladolid y que se había encaminado a su casa. Al decirle Carolo que a su casa no fue, Óscar le dijo que se habría ido con alguien y que la dejó a la entrada de El Romeral.

La Guardia Civil registró a fondo dos chalés: primero, el más próximo a La Maña, el de Ramón G., quien ya advirtió a los investigadores que podrían encontrar vestigios de que la joven había estado allí porque la acogió la noche antes de irse a trabajar a la vendimia, semanas atrás, y además había participado en ciertas fiestas que dio allí con sus amigos. La segunda inspección ocular, también apoyada con perros, fue el de la parcela y casa de verano de los padres de Óscar S. para tratar de demostrar que la joven estuvo allí aquella noche. De todas las muestras recogidas allí, solo una cuadra: una pequeña fibra compatible con el tejido del forro del abrigo de Esther.

Un vecino de Salamanca que decidió pasar el domingo en Traspinedo buscando a Esther logró lo que no consiguieron las multitudinarias batidas con perros, drones y lanchas neumáticas durante 24 días. Solo en 45 minutos, el fontanero salmantino localizó el 5 de febrero el cuerpo en una cuneta llena de vegetación junto a una cerrada curva con peralte de la carretera comarcal que conduce al pueblo, al lado de una tierra de labranza. Los vecinos de la localidad consideran imposible que el cadáver estuviera allí tantos días a la intemperie sin que nadie se percatara, aunque forenses y otras voces autorizadas apuntan que pudo estar allí todo el tiempo. El último informe que coteja los datos del móvil de Óscar S. y del dispositivo de su vehículo le posicionan en esta zona en la tarde del 13 de enero, horas después de la desparición de Esther.

Desde enero de 2023, la Guardia Civil dispone de seis meses más para concluir la investigación del extraño caso de Esther López.