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Los peregrinos que en estos días estén realizando el Camino de Madrid a Santiago de Compostela se habrán encontrado al llegar a Valverde de Campos con la grata sorpresa de poder pararse en el atrio de su iglesia de Santa María para observar cómo el escultor riosecano Ángel Martín talla en el tronco de un árbol seco la escultura de un peregrino.
Desde el pasado 14 de junio, los característicos golpes sobre la gubia acompañan cada día por la mañana y la tarde a los vecinos. Son muchos los que se acercan porque «es una maravilla verle trabajar, te puedes quedar horas mirándole», asegura Marta Carranza, quien también destaca que «con Ángel da gusto porque te va explicando el proceso creativo». Junto a su madre, su hijo, Carlos Martínez, no pierde detalle y se admira «por el esfuerzo y el trabajo que el artista pone en su obra».
Fueron las dos grandes manos de la escultura homenaje a los mayores, realizada en el tronco de un árbol seco por Ángel Martín para el parque Duque de Osuna de Rioseco, las que dieron la idea al alcalde valverdino, José Ignacio del Campo, de hacer lo mismo en la acacia seca que existe en el pueblo frente a la iglesia, que «hacía muy feo, y pensamos que los vecinos vieran en directo cómo de algo inerte salía algo que tiene vida», según recordó el regidor, quien además señaló que «la escultura no va a costar ni un céntimo al pueblo pues va a ser financiada en su totalidad por el Grupo Avintia de energía renovables».
Aunque, al final, el tronco de la acacia no sirvió por su avanzado estado deterioro, la idea siguió adelante con el tronco seco de un álamo blanco con más de un siglo de historia cedido por el vecino Isaías Martín de su finca de Rioseco en la conocida como Huerta de los Frailes. Fueron los vecinos los que en las pasadas fiestas patronales de San Urbano decidieron que la escultura fuera el homenaje al peregrino sobre otras ideas como un ángel, un pavo real o un conjunto con girasoles, racimos y espigas como reconocimiento a la actividad agraria de la localidad.
Para Ángel Martín, «es una satisfacción poder trabajar en la calle y que la gente pueda ver cómo se crea una escultura, cómo nace de un tronco una obra de estas características». De esta grata experiencia, destaca «lo más gratificante es que los más pequeños se acerquen y participen en la obra con algunas cinceladas, con el deseo de que cuando tengan 60 o 70 años puedan recordar que ellos participaron en la escultura». Además, quiere que «con este homenaje, los peregrinos sitúen a Valverde en el mapa y que puedan disfrutar de la obra en los momentos de descanso».
Lo cierto es que, poco a poco, el peregrino, con su mochila, zurrón, calabaza y sombrero con la concha y escudo de Santiago, va tomando forma. Las varias horas en la calles se prolongan en casa para realizar los brazos. La escultura tiene que estar acabada antes de mediados del mes de agosto, cuando sea inaugurada en las fiestas de San Roque. Para entonces, con una mano de resina acrílica protectora de las inclemencias del tiempo, con su 166 cm de altura, estará instalada sobre frente a la iglesia sobre un pedestal de piedra que la proteja de la humedad, junto al viejo tronco de la acacia que se descartó, pero que ahora servirá para que el peregrino apoye su mano izquierda (mientras que en la otra va a llevar el cayado), pero también, para desear buen camino al peregrino e informarle de los 427,5 kilómetros que le quedan a Santiago de Compostela, además de una ruta en la que aparezca Madrid, Valverde de Campos, Rioseco, Sahagún y Santiago de Compostela.
De todos los días que lleva tallando, el escultor riosecano se queda con el ofrecimiento de ayuda del niño de 9 años Víctor Martínez, que pasó a ser una especie de aprendiz para «tallar lo que pueda tallar», en especial las partes de la vestimenta del peregrino. Una ayuda que también podrán hacer todos los niños que lo deseen, del pueblo o veraneantes, en su tiempo de vacaciones. Además recuerda con agrado la amabilidad de los vecinos en el día a día, como la del octogenario Alfredo Martín, que cada mañana se acerca a darle los buenos días, pero también las palabras de gratitud de los peregrinos, algunos llegados de tan lejos como Corea, otros con la promesa de que estarán presentes en la inauguración, incluso el que el escultor se encontró dormido en el banco que hay junto a la iglesia y no quiso hacer ruido hasta que despertó.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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