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Salva la vida de un niño de tres años en parada cardiorrespiratoria en un parqueEl pequeño Romeo es ajeno a la suerte que ha tenido. Su corta edad le impide ser consciente de que ha vuelto a nacer. «A partir de ahora celebraremos dos cumpleaños, el suyo, que es el 11 de diciembre, y también el 8 de mayo», ... dice su madre, Rosi Valerieva, sin dejar de abrazar a su niño de tres años y medio y junto a la mujer que ha salvado a su hijo, Eva Herrero. Antes solo se conocían de vista, del parque y poco más, pero desde esta semana se han convertido en inseparables y El Norte les ha vuelto a reunir hoy para compartir una angustiosa experiencia que tuvo el mejor desenlace posible.
El lunes se sumaron una serie de factores que han terminado en historia con final feliz. Eran poco más de las siete y media de la tarde, Rosi estaba pendiente del niño, que jugaba en el parque del Tubo, en Arroyo de La Encomienda. «Estaba tranquilamente con sus amigos en la zona del arenero, pero cuando vino hacia mí estaba llorando y empezó a ponerse amarillo. Vi cómo perdía fuerza, se desmayaba y se quedaba sin conocimiento», dice tratando de templar los nervios.
El pequeño no respondía, había entrado en parada. «Le echamos agua, le movimos, pero no reaccionaba y empezaba a ponerse morado, pero yo ya no sé que más pasó porque apenas lo recuerdo. Es una sensación que no puedo describir», asegura la madre del niño.
La heroína de esta historia, Eva Herrero, enfermera del Hospital Río Hortega, continúa el discurso donde Rosi no encuentra palabras y lo hace sin dejar de acariciar con delicadeza y hablar con dulzura al pequeño mientras, juntos, recuerdan cómo sucedió todo.
«Yo estaba en la zona del tobogán donde juegan los niños que son un poquito más mayores», explica la sanitaria, que ese lunes estaba con Marina, su niña de cinco años. Cuando fue consciente de la situación, asegura que actuó por impulso. «Crucé corriendo el parque y mi primera impresión fue que estaba atragantado», explica, a la vez que reconoce que aún se le encoge el estómago y le tiemblan las piernas al recordarlo.
Le realizó la maniobra de Heimlich adaptada a la edad de Romeo. Lo intentó varias veces pero no había manera. «El niño no respondía y el tiempo pasaba así que opté por hacerle el boca a boca y en la primera insuflación, Romeo empezó a respirar de nuevo y comenzó a volver en sí», dice aliviada Eva. A ambas se les hizo eterno el tiempo que Romeo perdió la consciencia. «Calculo que serían entre unos dos o cuatro minutos», señala la salvadora, que piensa que todo se debió a que la broncoaspiración del propio vómito del niño mantuvo obstruida la vía respiratoria.
En ese pequeño intervalo de tiempo llegó una patrulla de la Policía Local de Arroyo y una ambulancia asistencial, aunque afortunadamente el pequeño ya estaba consciente y se encontraba bien. Eso sí, para descartar que fuese algo grave le llevaron ese mismo lunes al Hospital Río Hortega, donde le seguirán haciendo pruebas. Mientras, este valiente alumno de primero de Educación Infantil, ha retomado la rutina entre mimos, juegos, regalos y cumpleaños de compañeros de clase.
Los padres de Romeo han querido agradecer que su ángel de la guarda les haya devuelto a su niño, y él, al día siguiente y como muestra de cariño, entregó a su heroína un precioso ramo de flores, también una pulsera de la que cuelga un pequeño ángel; desde entonces Eva no se la quita.
El padre de Romeo, Roberto P., mira el parque y mira también a Rosi y Romeo ahora que todo ha terminado bien. «Quizás sea cierto que la vida te devuelve lo que das, quizá todo vuelve, sí». Este Policía Nacional y vecino de Arroyo desde hace más de 27 años está convencido de la existencia del karma.
«El haber protegido durante años la vida de personas amenazadas por ETA, el colaborar con la Asociación Víctimas del terrorismo de Castilla y León o el hecho de que su madre se dedique a cuidar y a velar cada día por el bienestar de los ancianos en una residencia tiene que influir para que la vida te lo devuelva», asegura Roberto.
Ambos, tanto Rosi como él, piensan que su niño tenía ahí, «pegadito a él en el momento más difícil de su corta vida a su ángel de la guarda, que se llama, Eva». Nunca le van a poder agradecer lo suficiente lo que ha hecho por ellos. «No se trata de casualidades, sencillamente es el destino. Ese día era el día de Romeo», aseguran los tres.
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