Un hombre recibe una cornada en el primer encierro de las fiestas de Medina del Campo

Un vecino de Navalcarnero de 32 años ha sido trasladado al hospital después de recibir una cornada en el gemelo en el primer encierro de las fiestas de Medina del Campo. Los hechos sucedieron en la entrada al tramo urbano, poco después de que los caballistas picaran a la manada en el embudo, momento en el que uno de los seis astados se separó de sus hermanos y lanzó un derrote al mozo, que trataba de refugiarse en una valla. El derrote hizo presa y el novillo siguió la marcha, pero el asta generó una importante herida, con entrada y salida, en el hueco popliteo de este aficionado, que presentaba además una brecha en la cabeza. La ambulancia que siguió el tramo campero se encargó de evacuarlo de la zona y llevarlo al Hospital de Medina, donde se le ha intubado e intervenido.

El encierro comenzó a las 9:10 horas, diez minutos más tarde de lo previsto. El tercer cohete sonó y se abrieron las puertas de los corrales, ubicados junto a la casa de Zahera, unos 300 metros más lejos de lo habitual. Los seis utreros de la ganadería Lora Sangrán salieron tranquilos y uno de ellos se fue quedando rezagado, pero sin generar ningún peligro. La manada se agrupó antes de llegar al cruce de los Cuatro Caminos y, pasito a pasito, los caballistas fueron conduciendo a las reses con una parsimonia casi insólita.

La llegada a la Urbanización 'Tras el hombre' trascurrió por los mismos derroteros: ni un solo mal gesto, ni una carrera inesperada. Los novillos estaban enteros, pero en la Cañada los caballistas decidieron hacer una pequeña parada para reponer fuerzas. El orujo y las pastas cobraron protagonismo antes de llegar a la finca de La Calabaza. Los ocho bueyes fueron abriendo camino y todas las miradas se centraron en el túnel del Ave. Los caballistas fueron tomando posiciones mientras bordeaban el denominado 'Charco Lavaculos' y en ese punto los toros abrieron la manada.

Centenares de personas esperaban en el embudo ese instante en el que las garrochas de los caballistas dejaron de apuntar al cielo para hacer su trabajo: lograr que los novillos apretaran el paso y se encaminaran hacia las calles del municipio, una complicada maniobra que en esta ocasión se pudo solventar sin ningún tipo de problema.

Todo había trascurrido a pedir de boca y lo visto en el campo hacía presagiar que el primer encierro de las fiestas de San Antolín podía ser de lo más tranquilo, pero las previsiones fallaron. Los toros se dirigieron hacia la calle Logroño y ahí fue donde un hombre fue alcanzado por uno de los astados.

Instantes después del percance, la manada repuso fuerzas unos minutos en el descansadero de la calle Ciudad Real, los corrales urbanos de este encierro mixto. Una vez que las reses se repusieron del tramo campero, comenzó el recorrido por la calles medinenses, en las que los novillos permitieron el lucimiento de varios mozos en los últimos metros, antes de llegar al coso del Arrabal.

El alcalde de Medina, Guzmán Gómez, lamentó el percance y puso especial énfasis en el tramo campero, en el que los novillos mostraron su nobleza y fueron hermanados en todo momento. «Nuestros encierros están declarados de Interés Turístico Nacional y tenemos que ser muy cuidadosos con ellos. Tenemos que tener en cuenta que trabajamos con animales bravos con casta y si un toro dice que se va, se va. No hay manera de pararlo. Gracias a Dios, hoy los toros han puesto de su parte y los caballistas los han controlado en todo momento, haciendo las paradas pertinentes», indica el regidor, que espera que las Fiestas de San Antolín hagan disfrutar a vecinos y visitantes sin más incidentes reseñables.

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