Valladolid

Emotivo agradecimiento a 40 años de pan en Villalán de Campos

La grata sorpresa tenía lugar en La parada del panadero, el lugar que se llama así, en español e inglés (The Baker Stop), según quedó oficializado con una placa instalada cuando el panadero Arturo Magdaleno tuvo el honor hace años de ser el pregonero de las fiestas patronales de Santa Cecilia. Un emotivo momento que «con banda de cornetas y tambores, al son de la canción Camarera, camarera... tú eres la camarera de mi amor… Sí señor, que nos sirvió con la palabra panadera, fue una despedida al estilo Villalán», según recodó el alcalde, Ignacio Sánchez, quien expresó que «está claro que es otro de los servicios que nuestros pequeños pueblos tendrán que resignarse a perder, junto con bares, consultorios médico, entre otros». En este sentido señaló que «al final va a tener que ser Jeff Bezos el que no nos lo traiga». Para el regidor, Amazon»cubre las necesidades de la gente que realmente las tiene». Por eso auguró que el servicio de alimentos que da en las ciudades es seguro que también podrá llegar a los pueblos.

El pan ese último día lo repartió Marian Navas, la esposa de Gustavo Magdaleno, quien regenta ahora la panadería familiar de Castroverde en la tercera generación, tras su abuela, Teodora Morejón, y su padre, Ciriaco Magdaleno. La llevó con su hermano Arturo, hasta su jubilación, el que durante más de tres décadas llevó el pan a Villalán, siendo el pregonero de sus fiestas. Ahora, reconoce que «ya no somos gente, mi cuñada ha encontrado otro trabajo y no se encuentran obreros, porque nadie quiere trabajar de noche», añadiendo que «todo tiene su fecha de caducidad y no hemos tenido relevo generacional». Después de tanto trabajo, su hermano, con 62 años, se quiere dedicar a hacer solo pan para Castroverde y dulces para algunas tiendas de otros pueblos con especialidades tan exquisitas como la roquilla trancona.

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«Marian, cuando escuchó Panadera, panadera, tu eres la panadera de mi amor…sí señor, se vio sorprendida y contuvo la emoción de tan improvisado hola y adiós», según aseguró el vecino y profesor jubilado Javier Sánchez, quien expresó que «quizá ya para siempre viandas tan cotidianas como pan, huevos, pastas, tortas o leche, entre otros, habrá que ir a comprarlas a otros sitios». Además hizo ver que «para la vida de un pueblo que, como tantos otros lleva tiempo vaciándose, un punto de encuentro que desaparece, una referencia cotidiana, un servicio que se esfuma, son clavos ardiendo a los que hay que agarrarse». Además añadió que «ya nadie preguntará a qué hora llega el panadero ni quedará para dar el paseo veraniego después. Habrá que buscar otro motivo para darse los buenos días y comentar los últimos chascarrillos en la Baker stop, la parada del panadero que le prepararon en la esquina de la fragua».

Para este veterano profesor, «queda así, y ya van unos cuantos, otro pueblo más silencioso, con vecinos que buscarán otros centros de salud social para verse las caras y contarse las cosas sin WhatsApp. Quedan también por el aire, los versos de la canción de Serrat: Guardaremos el recuerdo como un regalo de Dios en el libro de los sueños entre aquel lejano hola y este cercano adiós».

La otra cara del agradecimiento, quizás la más real y cruda, es que esta semana el pueblo la inició «sin el pan nuestro de cada día». Sin embargo, la rápida y efectiva diligencia del alcalde ha buscado en La Unión de Campos la solución y su panadería dará el servicio a la localidad, aunque quizás sea una simple tirita a una gran herida para la que ya no hay cura.