Así se elaboran los utensilios de barro de Portillo
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Los hermanos Javier y Óscar Velasco dan forma a cazuelas, jarras, platos, ollas... en el torno de su taller de PortilloSecciones
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Los hermanos Javier y Óscar Velasco dan forma a cazuelas, jarras, platos, ollas... en el torno de su taller de PortilloEl municipio vallisoletano de Portillo está estrechamente vinculado a la alfarería. Una pequeña muestra de ello es la Feria de la Artesanía y el Ajo que congrega en el pueblo cada año a finales junio a numerosos artesanos locales que muestran orgullosos sus utensilios de barro. Javier Velasco, del taller de Alfarería Velasco Garcón, cuenta que esta tradición de varios siglos se originó porque Portillo contaba con los elementos clave para este oficio: arcilla de buena calidad, pinares para el combustible de los hornos y un pequeño arroyo. «A finales del siglo XX Portillo llegó a Tener unos 20 talleres», asegura Javier Velasco, quien sostiene que para trabajar la arcilla solo es necesario tener «concentración y paciencia». Y es que detrás de cada pieza hay un trabajo de varios días que demanda mimo en los detalles y respetar los tiempos de cada proceso.
Rodal Plato donde se moldea el barro
Tiradera Pequeña pieza de metal que ayuda a alisar y subir la pieza
Alpañata Trozo de cuero para suavizar los bordes
Alambre Se utiliza para despegar el utensilio de barro del rodar cuando ya se ha moldeado.
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La pieza se amasa para eliminar los fuelles (pequeñas bolsas de aire) pero este paso no siempre es necesario.
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Se coloca la arcilla sobre el rodal, una especie de plato del extremo superior del torno. El objetivo es conseguir, con las manos mojadas, que la bola de barro gire de forma concéntrica con el torno.
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De nuevo con las manos mojadas (es importante humedecerlas de vez en cuando) se introducen los dedos dentro de la pieza, se abre y se levanta. «El tacto desempeña un papel esencial, me indica hsata dónde puedo llegar para no romperlo», incide Javier Velasco. Es importante que la arcilla no se descentre en ningún momento.
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Para dar forma se aprieta por dentro hacia afuera y se acompaña con la presión de la otra mano por fuera para evitar que se rompa, siempre con las manos bien mojadas.
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La tiradera sirve como punto de apoyo para dar la forma deseada a la pieza. También pueden utilizarse los dedos para añadir algún adorno sencillo. Por último, se puede utilizar un trozo de cuero llamado alpañata para suavizar los bordes.
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Cuando conseguimos que la pieza tenga la forma deseada hay que despega su base del rodal con un alambre. Después, con las manos esta vez secas, la retiramos del torno.
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Javier explica que en su taller realizan el secado mediante el sol «siempre que se pueda». Los días que la temperatura no lo permite utilizan el calor residual del horno. «En verano una pieza que se seca en dos o tres días puede necesitar una semana», remarca.
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Los utensilios tradicionales de color tostado reciben el elmaltado «en crudo» (tras el secado y antes del horneado), según explica Óscar Velasco, que les confiere ese típico «color miel». Después, se cuecen a 1.000 grados durante unas ocho horas y se dejan enfriar otras ocho. En caso de que se quiera un acabado más complejo, con otros colores, habría que realizar una segunda cocción y un esmaltado especial.
Los utensilios de barro tienen muchas ventajas a la hora de cocinar y conservar alimentos, ya que no contienen sustancias tóxicas y reparten y guardan muy bien el frío y el calor. Incluso Javier Velasco asegura que «intensifican el sabor». Se pueden utilizar en cocinas de gas y de vitrocerámica, pero nunca con inducción, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden dañar al objeto. Por eso es recomendable llenarlos de aguacaliente del grifo y dejar que, durante unos minutos, el objeto se atempere. Después se pone al fuego (con o sin el agua que hemos utilizado). También es recomendable guisar en la medida de lo posible a fuego lento.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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