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La ecocreatividad artística como forma de inclusiónLo opuesto a bajo es alto, a cerrado es abierto, a guerra es paz, a salida es entrada, a lento es rápido, a arriba es abajo. Los espantapájaros también tienen su particular opuesto en los abrazapájaros, una nueva palabra que hace unos años se inventó ... la Fundación Persona dentro del programa Mirar,una iniciativa creativa, participativa y de inclusión social que pretende potenciar las habilidades artísticas de las personas con discapacidad intelectual. La palabra, con el apadrinamiento de Leo Harlem, daba nombre a seis estructuras metálicas realizadas con material reciclado por el escultor del hierro Ángel Carro Gelito, en las que 70 creadores con discapacidad intelectual del proyecto Mirar interactuaron vistiendo con material reciclado como telas, papel, corchos, palos o piedras.
Ahora, esos abrazapájaros han llegado a Medina de Rioseco al patio de columnas del Ayuntamiento como parte de la exposición «Creatividad sostenible», promovida por la Asociación Simancas Villa del Arte y el Proyecto Mirar, que han sumado esfuerzos y obras de arte buscando la creación, la participación, la inclusión social, el arte, reciclaje y sostenibilidad. Una muestra a la que llegan grupos de alumnos de los centros escolares de la localidad (colegios San Vicente de Paul y Campos Góticos e Ies Campos y Torozos) para participar de una visita guiadas como paso previo a que las personas con discapacidad del taller ocupacional Los Almirantes les guíen en la ecocreación de microabrazapájaros.
De esta manera, con gran orgullo, Cristina Gonçalves, José Luis Rodríguez, Jonatan Alonso, Andrés Fernández, Alejandro y Ángel Amigo, de Medina de Rioseco; David Herrero y Fernando Cardeñosa, de Villabrágima; los hermanos Mariano y Daniel Ordax, de San Pedro de Latarce; María del Mar García, de Valdenebro de los Valle; Álvaro López, de Villanueva del Campo; Elías Cuadrado, de Villafrechós y José Florencio Hernández, de Villalba de los Alcores, junto a sus profesionales de atención directa, María Auxiliadora Cañibano y Teresa Entrena, se convierten por unos momentos en profesores para guiar, con gran ilusión y atención,a los alumnos de cada centro escolar en la creación de sus pequeñas creaciones artísticas con los materiales que lleva el taller ocupacional, tras haberlo preparado con antelación, como abalorios, trozos de pequeñas piezas de cerámicas o limpiadores de pipas, a los que se unen botellas de agua, envases de yogur, telas viejas u otros materiales residuales llevados por los escolares, en un objetivo también de darles una segunda vida y convertirles en otra cosa, todo ello en un divertido juego.
El cocreador del programa Mirar y actual voluntario Satur Merino explicó que «los abrazapájaros representan la capacidad creativa de personas con diversidad intelectual». Cada uno de ellos, con su nombre y su historia particular, tiene como corazón una caja nido o de cabeza un tiesto de planta viva. «Una experiencia que vista en espejo representa valores de personas con discapacidad que en la lejanía no conocemos y en la cercanía descubrimos su tesoro». Respecto al taller de miniabrazapájaros, Merino explicó que los objetivos son los de «sensibilizar sobre las oportunidades que nos brinda la ecocreatividad para conocernos, acercarnos y descubrir juntos que podemos ampliar la mirada hacia las personas con discapacidad y transformar la realidad con microacciones , a la vez que compartir capacidades y avanzar al compás de la sociedad en el entorno». En este sentido, destacó que «la ecocreatividad es un medio de conexión con nuestro entorno, implicándonos en la responsabilidad del medio ambiente y el disfrute de la aventura de conocernos». A partir de aquí «el Proyecto Mirar está abierto a que las obras creadas por cada colegio participante formen parte de un recorrido futuro enlazando inclusión creativa», añadió Merino, para el que la iniciativa «es una oportunidad de aprender juntos a compartir capacidades en una sociedad más inclusiva con el arte como aliado, con el código de la inclusión de todos iguales y todos diferentes», sin olvidar que» el éxito está en el mismo proceso». Por su parte, Auxiliadora Cañibano y Teresa Entrena, como profesionales de atención directa del taller ocupacional, estuvieron de acuerdo en expresar que «estas jornadas de creación de abrazapájaros están siendo muy enriquecedoras para los usuarios del taller, asumiendo el rol de profesores durante unas horas, y compartiendo capacidades, donde la creatividad es infinita».
Una creatividad infinita que ha llevado a muchos escolares a salirse del guion de llevar a cabo otras creaciones, pero en todo caso «una gran experiencia en las dos direcciones», tanto para los escolares como para los usuarios del taller ocupacional, que han disfrutado del arte como camino de la inclusión. El taller llega a su fin con la recomendación a todos los escolares de poner nombre a su miniabarzapájaros y a inventarse una historia que le dé sentido. Cuando en noviembre finalicen los talleres habrán sido más de 200 los escolares que han aprendido a que todos pueden jugar en ese gran partido de fútbol que es la vida.
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