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Un grupo de visitantes observa los exvotos ofrecidos a la Virgen de Tiedra Vieja en su ermita. Fernando Fradejas

Devociones, promesas y ofrecimientos a la patrona de Tiedra

La ermita de Tiedra Vieja conserva gran número de exvotos ofrecidos a la Virgen, que obró «el milagro» de curar a un niño al que arrastró una mula

Miércoles, 28 de julio 2021, 07:40

Los ojos se acostumbran a la penumbra del interior de la ermita. Nada más entrar, junto a la puerta, la vista se fija en cientos de fotografías colgadas en la pared. Son los exvotos populares ofrecidos por sus devotos a la Virgen de Tiedra Vieja: en la parte de arriba los más antiguos, del siglo XIX, en la de abajo los más cercanos en el tiempo.

Entre ellos se distingue el de tres soldados de una misma familia de distintas generaciones, otro por salvarle de la guerra, uno de un niño en su primera comunión, el de un recién nacido, un matrimonio en el día de la boda, un habanero montado en su caballo, los quintos del 53 dando las gracias por «estos 50 años vividos que nos han permitido formar familias, ayudar a nuestros hermanos, amigos y colegas, dar alegrías a nuestros padre, contribuir al bien de la sociedad en que vivimos».

Otros exvotos son los ofrecidos por motivo de enfermedades, como un brazo de cerámica en agradecimiento del favor concedido. En el centro de todos destaca el cuadro en el que se puede leer el portentoso milagro que obró la Virgen de Tiedra Vieja al curar a un niño de 10 años al que una mula desbocada había arrastrado durante 100 metros..

El alcalde, Nunilo Gato, en su faceta de historiador, explica que los exvotos son una antigua tradición que se ha perdido en muchos sitios, pero que se ha conservado en Tiedra. «Se trata de recreaciones de órganos del cuerpo humano de cera y cerámica, y más tarde de plástico, que la gente traía como acción de gracias porque su patrona había intercedido en su curación», explica el regidor, quien añade que desde el siglo XIX se empezaron a traer fotografías especialmente de la gente que tuvo que emigrar al otro lado del Atlántico. «Ellos eran conscientes de que seguramente la mayoría, aunque iban con la ilusión del volver, no iban a poder cumplir ese sueño».

Lo que sí hacían era mandar desde el otro lado del Atlántico una foto para que se colgase en el santuario de su patrona «para que intercediese por ellos en esa nueva vida que habían tenido que comenzar debido a que las necesidades económicas les habían hecho emigrar». Durante el siglo XX también fue habitual que los que hacían el servicio militar colgasen una foto. Desde hace años, con motivo de cualquier celebración, se suelen poner fotos, como las de los quintos o las de familias enteras.

Detrás de la devoción a la Virgen de Tiedra Vieja y sus exvotos se esconden emotivos recuerdos. Como los que traen al presente las veteranas hermanas Mari y Tita Carbajosa en uno de sus diarios paseos vespertinos que las lleva hasta la ermita de la patrona. Las dos recuerdan con emoción los años en que pusieron en la procesión del Corpus a hijos y nietos siendo bebés para que la Virgen de Tiedra pasase por encina «para ponerles bajo su manto y que les proteja». Años después, cuando hicieron la primera comunión, «también salieron en la procesión tirando pétalos al paso de la patrona».

El Ayuntamiento mantiene abierta la ermita durante todo el día para que devotos y visitantes puedan acceder a su interior, como Agustín Rodríguez, jubilado hace años de El Norte de Castilla, que volvía a Tiedra para enseñar a su esposa Asunción Pelaz y a sus hermanas, Isabel, Teresa y Pilar, los lugares del pueblo en el que vivió con diez años. Al ver los exvotos de la ermita, Asunción y sus hermanas recordaron los que habían visto en la Virgen de Guadalupe, en México, en su viaje para visitar a su hermano Vicente.

El patio interior de la ermita es el lugar elegido para que Carla Serrano se haga las fotografías de su primera comunión «al ser un lugar muy bonito». La Virgen de Tiedra Vieja es también el motivo de dos importante tradiciones de la localidad, la subasta de las Posturas del Corpus Christi y la de la Corderas en las fiestas del Ofrecimiento en agosto, teniendo como fin la consecución de fondos para la conservación y el mantenimiento de la ermita.

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