Daniel Medina, la joven promesa del toreo castellano con 18 años

Su pasión por el mundo del toreo comienza desde pequeño viendo los encierros y novilladas de su pueblo, Laguna de Duero. «Siempre me ha llamado la atención el toro», confiesa. «Más tarde empecé a entrenar con los profesionales taurinos de Valladolid, los cuales me aconsejaron que me apuntase a la escuela de tauromaquia de Salamanca», así logró que su nombre retumbara en las cabezas de todo aquel que ha tenido el placer de verle en acción sobre el ruedo.

Pese a su juventud y con tan solo 18 años, Daniel Medina empezó su trayectoria en el mundo de las reses hace cuatro años. «Con 14 años maté mi primer novillo y con 16 años debuté como novillero sin picadores. He toreado 15 novilladas y este año he debutado como novillero con picadores. La novillada de Laguna de Duero ha sido la numero 14 de esta temporada», esboza el joven recordando el camino recorrido hasta llegar a la actualidad.

Medina define su estilo en la plaza como «clásico, elegante y artístico». Tres cualidades que ha demostrado con creces en la última novillada de Laguna de Duero el pasado 11 de septiembre. El lagunero se hizo con tres orejas y salió por la puerta grande erigido triunfador de la tarde. «La tarde en Laguna era un día soñado. He pasado muchas horas jugando al toro por la plaza y siempre soñaba con poder torear en esa plaza. Ha sido un día muy bonito que no olvidaré nunca», apuntaba.

El novillero ha tenido la oportunidad de torear en Francia y Portugal con «aficiones muy diferentes a las de España». Pese a que confiesa que tiene «algún que otro ritual o manía antes de pisar el ruedo» prefiere mantenerlo a salvo y en secreto. Un camino, el recorrido, que va ligado al esfuerzo y al sacrificio. «Mi preparación se basa en mucho toreo de salón y ejercicio físico como, por ejemplo, correr. También tengo un entrenador personal que estudia los movimientos que hace un torero delante de las reses. Es muy importante estar en forma ya que durante la faena se pueden llegar a alcanzar hasta las 200 pulsaciones por minuto».

Como todo joven los sueños son lo que verdaderamente dan alas para continuar volando. El de Daniel Medina no es otro que «poder vestirse de luces» y aunque ya lo ha cumplido en múltiples ocasiones nunca son suficientes. Sin dejar de lado su enfoque profesional en el mundo taurino agradece «el apoyo y cariño de la gente». «Es una motivación extra sentir que la gente me aprecia y está conmigo», resalta.

De todas las plazas en las que ha toreado, Daniel Medina se queda con Santoña y con la última en su municipio. «La de Santoña fue mi última novillada sin picadores, un día mágico. Y la de Laguna fue impresionante. Poder torear ante tanta gente que me conoce desde pequeño me hace motivarme mucho para lo que tengo por delante». El camino recorrido y el futuro prometedor que está por llegar a la vida de Daniel Medina no hubiese sido posible sin su familia. «Se lo debo todo a ellos, a mi familia, a Eduardo, mi apoderado, pero sobre todo a mi amigo Alejandro Marcos».