Dado de alta el joven guineano herido en la capea de Peñafiel

Durante su estancia en un centro hospitalario de la capital vallisoletana se le ha realizado un seguimiento de la evolución del fuerte golpe que se dio en la cabeza al caer contra la acera adoquinada de la plaza del Coso tras ser alcanzado por un toro que saltó el ruedo. Nada más golpearse, sentado en la acera, lo primero que hizo el joven fue echarse la mano a la parte posterior de la cabeza.

El hombre, situado por fuera de las tablas del redondel, se vio sorprendido por el salto del astado, al igual que otros espectadores que seguían la capea desde esa posición. Otro varón fue el primero en caer al suelo e ir de espaldas contra la acera al ser empujado por el toro, con el morrillo, según posaba las patas delanteras en el suelo tras el salto.

A continuación fue cuando la res se llevó por delante al joven guineano, quien echó a correr hacia la parte baja de la plaza del Coso, con la mala suerte de que el novillo emprendió esa misma dirección en vez de haber salido huido hacia la parte superior de la plaza. El astado lo encunó y lanzó por los aires provocándole las lesiones citadas al impactar contra el suelo.

Más que embestirle se lo llevó por delante, justo bajo el Consistorio, edificio desde el que la autoridades presiden los festejos taurinos. Es también la parte más estrecha entre el ruedo y las casas de la plaza del Coso, y donde su ubican la salida de toriles. Al joven no le dio tiempo al alcanzar el portal de este inmueble.

El joven guineano, que no perdió la consciencia en ningún momento, volvió a golpearse en la cabeza contra las tablas del ruedo al intentar alcanzarlas gateando y así intentar ponerse a resguardo. Fue allí, junto a las tablas, cuando, rápidamente, entre varias personas le ayudaron a incorporarse y acto seguido le llevaron, ya de forma segura, a la enfermería de la plaza del Coso.

Tras ser explorado y valorado y comprobar que sufría un traumatismo craneoencefálico y un hombro dislocado, el equipo médico del la plaza del Coso, tras prestarle esa primera y primordial atención, decidió su traslado a un centro hospitalario de Valladolid para que allí, con los medios oportunos, pudiesen valorar de manera precisa el alcance del traumatismo en la cabeza y poder proceder también a la colocación del hombro.

En Peñafiel la colocación del hombro dislocado no se llevó a cabo debido a que para realizar esta maniobra era necesaria la aplicación de un fármaco sedante, algo que podría ser contraproducente o agravar el traumatismo craneoencefálico al no poder diagnosticar con exactitud el alcance del daño sufrido por el hombre en la cabeza.

Se estimó más oportuno y seguro para el paciente su traslado y la realización de pruebas hospitalarias para conocer el daño sufrido en la cabeza y, a partir de un diagnóstico exacto, proceder a aplicar el tratamiento más adecuado para el cuadro clínico del lesionado.