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Benedicto 'Tito' Martínez García es, desde hace 40 años, funcionario de la administración local con habilitación de carácter nacional. Es el secretario municipal en Adalia y Pollos. Sus funciones son el asesoramiento legal a la corporación, la fe pública y, como interventor, la gestión económico-financiera y presupuestaria, y la contabilidad, tesorería y recaudación de los ayuntamientos en los que es titular. Trabaja codo con codo con los equipos de gobierno y sus alcaldes, Jesús Fernández Paniagua y Javier García Rojo, respectivamente. Desde su puesto, 'Tito' se encarga de atender las peticiones de los vecinos de estos pueblos, como certificaciones, compulsas, documentos y expedientes públicos. Una labor que se ha visto afectada por el coronavirus.
Es natural de Villamarciel y reside en Tordesillas. Iba para ingeniero, pero animado por su padre, que era secretario municipal, se presentó a las primeras oposiciones que salían tras 15 años sin convocarse y con numerosas plazas. Una de ellas fue para él. El pasado 22 de mayo, Santa Rita, patrona de los funcionarios y trabajadores de la administración local, cumplió 40 años de servicio. «Mi primer destino definitivo, que mantuve durante 21 años, fue Torrelobatón, pueblo del que conservo gratos recuerdos y buenas amistades; después, durante 16 años estuve en Serrada y actualmente ejerzo en Pollos, donde espero terminar mi vida profesional», cuenta 'Tito', que mediante la figura de acumulación de funciones propias a la de su puesto principal, también es secretario-interventor en Adalia.
«Es el pueblo en el que más tiempo he estado y le tengo especial cariño. A pesar de que la figura del secretario municipal no tiene la trascendencia que tenía en épocas pasadas en los pueblos, junto con el cura, el médico o el maestro, seguimos siendo un referente para los vecinos de los municipios más pequeños, ya que somos la administración más cercana y a la que primero acuden, muchas veces sin que podamos hacer otra cosa que orientarles hacia el organismo adecuado», reconoce.
Para este funcionario público los últimos meses han sido, cuanto menos, raros. «Esta situación nos ha cogido por sorpresa. Personalmente no me ha afectado negativamente, ya que desde el primer momento comencé a teletrabajar y he llevado una vida activa, en contacto con familiares y amigos, gracias a las nuevas tecnologías. En lo que respecta al trabajo, al principio la administración y los procedimientos prácticamente se paralizaron. Los plazos administrativos se suspendieron y las empresas y ciudadanos estaban confinados y además asustados. Pasados unos días, y cuando todos comprendimos que esto no iba a arreglarse en dos semanas, comenzamos poco a poco a retomar la actividad, primero en los asuntos más urgentes y después casi con normalidad», informa.
Su jornada la ha dedicado a elaborar informes, estudiar la normativa y confeccionar expedientes que gracias a la administración electrónica ha podido realizar con cierta normalidad, a excepción de la atención personal a los vecinos, el despacho diario con los alcaldes o las reuniones y sesiones de órganos colegiados, que quedaron suspendidos en la fase 0. «Al estar inmerso y familiarizado con la administración electrónica, el teletrabajo es más fácil. La principal dificultad fueron los primeros días, por la carencia de infraestructura en nuestros domicilios, que había que conectar con los servicios informáticos del Ayuntamiento. En esto nos ayudó la Diputación Provincial y sus funcionarios, que han estado a la altura de las circunstancias», dice.
Estos meses los vecinos no han requerido muchos trámites por su parte. «En cambio, las empresas y los particulares más acostumbrados a la tramitación electrónica han seguido relacionándose con el Ayuntamiento con cierta normalidad, a través del registro electrónico. La vuelta al trabajo presencial la he llevado a cabo con mucha cautela y manteniendo la distancia con compañeros, alcaldes y vecinos, y al no haber dejado de trabajar apenas tenía asuntos pendientes. Ahora que se han restablecido los plazos administrativos, hay que estar atento a todo lo que estaba en suspenso. Lo que sí ha resultado un extraño, estéticamente, ha sido la reanudación de los plenos sin público y estando completamente separados. Uno no se acaba de acostumbrar al embozo, tanto propio como ajeno», confiesa.
Este funcionario local opina que en estos meses ha habido una profusión normativa considerable relacionada con la pandemia y el estado de alarma, «pero ahí ha estado el Servicio de Asesoramiento de la Diputación para filtrarnos lo más importante y aquello que pudiera afectar al mundo local», remarca agradecido.
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