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Sor María Luz, Sor Clara, Sor Asunción, Sor Isabel, Sor María Paloma y Sor María Jansi llevan más de treinta años en el Convento de Santa Clara de Medina del Campo. Y, desde hacer cerca de cuarenta y cuatro años, el Monasterio se dedica a ... la elaboración y a la venta de dulces artesanos. «Comenzamos en el año 1980. Las Hermanas Mayores empezaron a trabajar desde la cocina. Como vieron que los productos tenían salida, decidieron poner un obrador», comenta Sor María Luz, Madre Superiora. «Antes cosían abrigos, pero trabajaban mucho, cobraban muy poco y con eso no podían seguir viviendo», añade.
Desde entonces, el resto de hermanas han seguido sus pasos y se han guiado a través de sus recetas. Y es que, estas mantienen la esencia de quien se las enseñó. «Aquí venía un hombre de Medina, que se llamaba Felipe, a enseñar a las Hermanas Mayores. Han aprendido de él», menciona Sor María Luz. Es ahora cuando todas las hermanas, excepto Sor Asunción, trabajan en el taller artesanal tres días a la semana.
«Por la mañana trabajamos unas cinco horas y por las tardes otras dos», explica la Madre Superiora. Una tarea que realizan no sin antes hacer una oración personal que les ayuda a «sacar fuerzas» para emprender la jornada laboral.
Su especialidad son los amarguillos, una pasta redonda de textura blanda elaborada a base de almendras y limón. «De eso vendemos muchísimos durante todo el año», asegura Sor María Luz. Pero, también, realizan hojaldres, palitos de Paris, asturianas, paciencias de anís, guirlache, coquitos, marquesas, mantecados de Viena o pastas de almendra.
Sin embargo, su pico de producción se centra durante la época navideña; un periodo estival en el que aumentan tanto la producción como las variedades. A los dulces mencionados se suman otros como los mazapanes con forma de pez rellenos de yema, turrón de Cádiz y de yema, bandejitas de empiñonados o delicias de cabello.
Este año, a diferencia del resto, han decidido no elaborar Roscones de Reyes. «Somos tan solo cinco hermanas y no podemos hacerlos. Se tiene que fermentar la masa, cocerlos y, enseguida, abrirlos y rellenarlos. No es algo que se puede dejar hecho de un día para otro», indica la Madre Superiora. Otras navidades, la Hermanas Clarisas han llegado a hacer cerca de 500 unidades.
Sus dulces dejan con la boca abierta a todo aquel que los prueba, pues su sabor es exquisito. «Están muy ricos», expresa Sor María Luz. Y, a parte de poder adquirirlos en el torno del Convento de Santa Clara, situado a los afueras de la Villa de las Ferias, también se pueden encontrar en la tienda 'El Torno del Carmen'.
Si bien la tecnología está a la orden del día, por el momento las Hermanas Clarisas descartan la idea de comercializar sus productos de manera online. «Somos pocas y tenemos que hacer todas las tareas de dentro de la vivienda y todo el trabajo que hay aquí en el obrador. Todo lleva tiempo y una página web también», manifiesta la Madre Superiora.
Pero eso no es motivo para que sus dulces sean unos de los más demandados en la localidad. Al encontrarse próximas al Castillo de la Mota, son muchos los visitantes que aprovechan para acercarse al Convento y comprar unas pastas. Aunque, donde más ventas consiguen es en el pequeño comercio del pueblo. «Eso para nosotras es una ayuda. No hay jubilación para las Hermanas Mayores y para pagar la Seguridad Social o todos los gastos de mantenimiento del Convento. Así que todo eso lo tenemos que sacar del obrador», explica Sor María Luz.
Un convento sin relevo generacional
Las Hermanas Clarisas tienen presencia de Medina del Campo desde el hace varios siglos atrás. Su fecha exacta es un misterio. Pero lo que es ineludible es que se llevó a cabo en vida de Santa Clara; es decir, entre finales del siglo XII y principios del XIII.
Al tratarse de un convento de clausura las hermanas no pueden salir de él más que para acudir a citas médicas. Un aspecto que, a día de hoy, teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos, dificulta que otras mujeres se decanten por unirse a la congregación. «En esta época es un poquito difícil porque no hay vocación. No entran chicas jóvenes porque en esta sociedad lo que tiene más importancia son las cosas de fuera, la juerga y la diversión», comenta Sor María Luz.
Junto al resto de hermanas confía en que, en un futuro, alguien llegue hasta Medina del Campo para «seguir adelante». «Solo somos seis y una de ellas es una hermana mayor de 90 años. Cada día estamos disminuyendo el número y no sé qué pasará al final», menciona la Madre Superiora. En caso de no lograr un relevo generacional, tienen un plan b. «Siempre está planificado unir los conventos con otras comunidades. En un futuro si seguimos así seguramente tengamos que hacer eso», añade.
Pero hasta que ese momento llegue, aunque con la esperanza de que no ocurra, las Hermanas Clarisas seguirán elaborando productos artesanos para endulzar el paladar de medinenses y visitantes. Además de un delicioso sabor, lo que trasladan con sus elaboraciones es un inmenso agradecimiento. «Gracias por comprar los dulces. Es una ayuda para el mantenimiento del convento y para seguir viviendo en la comunidad. Somos pocas pero estamos felices y contentas de seguir adelante», narra Sor María Luz.
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