Borrar
Mauricio, junto a la carretera por la que corrió para no perder clase, con Valdenebro al fondo. Carlos Badás
Valladolid: Un joven corre ocho kilómetros  para llegar a tiempo a clase en Medina de Rioseco
Valladolid

Correr ocho kilómetros para no perderse un día de clase

El joven venezolano Mauricio Rojas, de 16 años, decidió recorrer a pie la distancia que separa Valdenebro de los Valles de Medina de Rioseco para llegar al instituto tras averiarse el bus escolar

Miguel García Marbán

Medina de Rioseco

Lunes, 6 de marzo 2023, 00:10

Una heladora mañana del pasado mes de febrero, el joven venezolano Mauricio Rojas Zambrano, de 16 años, salió –como cada día– de su casa en Valdenebro de los Valles con la mochila cargada de libros para ir a Medina de Rioseco al instituto. Era poco antes de las 8:00 horas y, al comprobar que el autobús escolar que le lleva a la Ciudad de los Almirantes (es el único alumno que lo coge en Valdenebro) se retrasaba, comenzó a andar por la carretera.

Minutos más tarde le confirmaron que el transporte se había averiado, por lo que comenzó a correr por el arcén de la vía, al ritmo del grupo portorriqueño Plan B, para cubrir los ocho kilómetros que separan ambas localidades y poder llegar a tiempo a clase en el Campos y Torozos.

Aunque era imposible que llegara a la clase de Lengua de primera hora, sabía que si se daba prisa podría asistir a la siguiente, la de Dibujo Técnico, «una de mis materias favoritas, junto a matemáticas y filosofía». Fue algo que «me marqué como un reto personal», como un desafió cercano a su filosofía de vida por la que «siempre trato de sacar lo mejor de mí, tanto en lo físico como en lo mental».

Tres cuartos de hora después, se encontraba a la entrada de Rioseco cuando llegó hasta su altura el autobús de los escolares del colegio Campos Góticos, y «como su conductor me conocía de vista, me recogió». Exhausto y con las piernas ardiendo de tanto correr con el peso de los libros que llevaba en la mochila, cuando Mauricio llegó al instituto, al recibir el mensaje de un compañero para buscarle con el coche de su padre, contestó que «yo ya llegué corriendo».

«Ir a clase era la única forma de relacionarme con gente de mi edad, ya que en el pueblo casi todas las personas eran más mayores»

Segundos después, al cruzar la puerta de clase, le contó su aventura a la profesora de Dibujo Técnico, Ana Isabel García, quien se sorprendió, pero no dudó en felicitarle. A medida que pasaba la mañana, el suceso corrió como la pólvora por todo el instituto. Algunos le daban la enhorabuena, otros se reían, «pero muchos me decían que en mi lugar se habrían quedado en casa». También hubo felicitaciones entre los profesores, incluida la directora, Adela Alfageme, quien celebró lo que había hecho el joven venezolano.

A pesar de todas las felicitaciones y de que incluso algunos lo calificaran de héroe, Mauricio pensó en ese momento que «era algo normal», que ya lo habrían hecho otros alumnos. El joven había llegado a España en septiembre junto a su padre, Jorge Miguel; su madre, Fernanda; y sus hermanos, Sofía y Alejandro; que habían tenido que abandonar Venezuela al vencer el partido de Nicolás Maduro en el estado de Táchira, junto a Colombia, donde la madre del escolar era un cargo político a nivel nacional.

«Es mi razón de levantarme»

Por seguridad de los más pequeños, la familia decidió abandonar su país llegando a Valladolid, donde vivían dos amigos de la infancia del cabeza de familia, que les proporcionaron una casa en Valdenebro de los Valles, localidad a la que llegaron de noche sin saber cuál era su nombre.

El joven tenía claro que no podía perder un día de clase porque «ir al instituto es mi razón de levantarme» y acudir a clase «era prácticamente la única forma de relacionarme con gente de mi edad, ya que en el pueblo casi todas las personas eran más mayores». Días después de esta pequeña gran historia, la familia Rojas Zambrano se mudó a Medina de Rioseco, donde además de estudiar, Mauricio puede hacer más deporte e ir al gimnasio. Además, puede ir a la biblioteca y practicar otra de sus grandes aficiones: la lectura. Lo que más le gusta de España es que «siempre puedes hacer algo». Aunque su deseo en su país natal «era realizar dos carreras en la que mezclara letras y números», ahora en España lo ve casi imposible y sueña con realizar una ingeniería informática.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Correr ocho kilómetros para no perderse un día de clase