Cogeces de Íscar, un pueblo con niños que se queda sin colegio

«No se conoce Cogeces de Íscar sin su aula», recalca María Aránzazu Herrero, alcaldesa a la par que madre afectada por la clausura del espacio educativo donde aprendió y en el que confiaba que su hija, que este año cursará 4º de Primaria, hiciera lo propio. Ahora le tocará completar la matrícula lejos de su localidad natal y verá como su hija se traslada todos los días, «seguramente en taxi», hasta Megeces.

La lucha de Herrero comenzó hace un año, cuando puso encima de la mesa la problemática a la que se iba a enfrentar Cogeces de Íscar este curso. Dos niños terminaban 6º de Primaria y dejaban la cifra de alumnos en dos, número insuficiente para mantener operativo el centro. «Podríamos tener hasta cinco matriculados, además de que en el municipio hay otros dos menores de tres años y un nacimiento previsto para este año. Aun así, ¿quién dice que el día de mañana no llegue otra familia al pueblo?», se pregunta contrariada la alcaldesa y madre, que lamenta la pérdida de servicios. «Si vives en un pueblo, cuantos más servicios tengas, mejor. Si tienes médico, mejor; si tienes tienda, mejor... Da igual que seamos pocos o muchos», añade.

Una reivindicación infructuosa desde la Alcaldía para intentar convencer, principalmente, a los padres y que estos no matricularan a sus hijos lejos de su vivienda. «Entre todos hemos cerrado el aula. Me decían que mejor que fueran a un 'cole' más grande, donde se encontrasen con más niños. No se dan cuenta de lo que se pierde, educativamente, por estar en aulas con otras 25 personas. En la escuela de Cogeces salían preparados de cara al instituto. Son muchos los niños que han aprendido entre estas paredes y han acabado completando estudios superiores. Es una pena», continúa Herrero, que manda un mensaje a las administraciones desde otra administración. «Cierran los pueblos y luego se llenan la boca con la España vaciada. Y lo digo desde una entidad menor», prosigue.

Un mensaje reivindicativo que también tiene destinatario en algunos profesores que han pasado por el centro. «Cuando entró mi hija hace diez años en clase nunca pensé que fuera a estar desatendida. Sabía que iba a aprender al igual que lo hicieron generaciones pasadas. Luego nos hemos encontrado con alguna profesora que prácticamente ha invitado a que menores de Infantil no se matricularan en el colegio», recalca la alcaldesa.

A pesar del cierre, desde el Ayuntamiento confían en la reapertura más pronto que tarde del CEIP San Roque. De momento, las aulas no se destinarán a otro espacio por si en un futuro las pizarras vuelven a ser utilizadas. Eso sí, los niños del municipio volverán a estrenar zapatos y libros lejos de su pueblo. «Me da miedo y temor que la escuela no se vuelva a abrir», concluye María Aránzazu Herrero.