![La historia de amor que nació en una cantina de Campaspero](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202112/11/media/BODA1.jpg)
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Mariano Martín y María Jesús García llevan medio siglo juntos, cincuenta años compartiendo vida, 18.250 amaneceres. Se casaron en invierno, un 11 de diciembre de 1971, en la iglesia de Santo Domingo Guzmán de Campaspero. Era un sábado frío, con temperaturas bajo cero ... que, incluso, llegaron a helar el cauce del Pisuerga a su paso por Valladolid capital.
Entonces no era extraño darse el sí quiero en diciembre, cuando las labores en el campo daban una tregua. Las bodas de verano eran para los ricos y Mariano y María Jesús eran gente sencilla, trabajadores natos, pero humildes.
María Jesús tuvo que dejar precipitadamente el colegio a los 12 años cuando falleció su padre para ayudar en el cuidado de sus cuatro hermanos y en la cantina que regentaba su madre, Filomena. Echaba a andar la década de los sesenta y la pensión de viudedad no existía –no se estableció como derecho pleno hasta 1967–. Así que las mujeres viudas con hijos a su cargo necesitaban trabajar muy duro para sacar a toda la prole adelante.
Y en la casa de la Filo Pava había seis bocas que alimentar. María Jesús, en su papel de hermana mayor, además de cuidar de sus hermanos, echaba una mano con energía y alegría en la cantina, donde igual te servía un tinto con sifón, que empaquetaba en papel de periódico media docena de sardinas arenques, de esas que se mantenían en salmuera en barricas de madera. Y en verano, a hacer la costa. Cada año, desde que cumplió los 13, cuando empezaba a apretar el calor, se marchaba a Cantabria para trabajar en un hotelito de Isla y traer unos cuartos que en casa venían de perlas –y unos bikinis que cogía 'prestados' a las turistas y que causaban sensación en el pueblo–.
Mariano, en cambio, no salía demasiado de la comarca de Peñafiel. También era el mayor de tres hermanos y desde que era un zagal se ganaba el jornal en las canteras de roca caliza de Campaspero. Trabajando en la piedra y años después en la paja ha pasado toda su vida. Siempre en el pueblo, rodeado de sus amigos. Solo dejó su localidad natal en los sesenta para ir a hacer el servicio militar en el Polvorín de Sardón de Duero. Dieciocho meses estuvo Mariano de cartero en el almacén de munición más grande de España, donde gracias a su gran nobleza se ganó rápidamente el cariño de sus compañeros de litera y el favor del comandante. Pero, siempre que tenía permiso volvía, andando o en bicicleta, a Campaspero.
Y a la cantina de la Filo Pava, donde trajinaba una joven cargada de vitalidad. Allí, entre chato y chato y después de mucho insistir, Mariano consiguió que María Jesús saliera del otro extremo de la barra y aceptara su proposición para ir a la pista a bailar.
Entre agarrado y agarrado fueron conociéndose y descubriendo que juntos hacían el tándem perfecto. Empezaba una historia de amor de largo recorrido, de esas que escasean. Seis años de noviazgo que acabaron en el altar, escoltados por Vidal, un hermano de Mariano, y Rosaura, una prima de María Jesús.
Ella de blanco inmaculado, con un vestido confeccionado por Maruja, una modista de Campaspero. Él de oscuro, con un traje de chaqueta hilvanado por el sastre Virgilio Campos. Y rodeados de más de un centenar de invitados que participaron en el convite celebrado en casa del tío Eusebio, donde dieron buena cuenta de las viandas: paella, congrio, lechazo churro asado y mucho vino tinto. Y horas de baile.
Cuatro días en la casa de una tía de Barcelona fue la escueta luna de miel de esta pareja que, medio siglo después, sigue siendo un ejemplo de amor y complicidad.
Mariano y María Jesús han tenido cuatro hijos: Ana, Diego, María y Laura, la benjamina de la familia que falleció el 17 de febrero 2012, con tan solo 32 años. Una fecha que ha marcado un antes y un después en el clan Martín-García.
«Ella era luz, una persona muy especial. Hemos pasado años complicados, es imposible superar algo así, pero hemos tenido mucho apoyo. Todavía hoy es imposible llamar al teléfono fijo de la casa de mis padres, siempre está la línea ocupada por algún amigo o familiar que se interesa por ellos», explica María en el bar Las Ketchup, que regenta en la calle Mayor de Arriba de Campaspero.
–¿Qué con qué me quedo de estos años?
–Cuando íbamos los seis al río, a Rábano o al Cañón del Río Lobos. Eran domingos de felicidad plena. Recuerdo que nos llevaban a todos en un Renault 6 verde, con las cangrejeras y la manta de Palencia. Nos hacían cañas de pescar con ramas de saúco... Son momentos inolvidables.
Hoy serán sus nietos –Ismael, Julia, Lucía, Lucas y Daniel– los que conseguirán que la celebración de las bodas de oro de Mariano (77 años) y María Jesús (72, a punto de cumplir 73) en el Mesón Los Tres Olmos de Santibáñez de Valcorva, con charanga y coche de novios incluidos, sea todo un éxito. «Tiene que ser un día grande porque ellos se lo merecen. Son, sin lugar a dudas, los mejores padres del mundo. Este sábado –asegura María– estaremos todos, nosotros en la mesa y Laura y la abuela Filo sonriendo desde el cielo».
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