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Dice el alcalde de Íscar, Luis María Martín, que no se imagina unas fiestas sin toros. «Ni hablar, es que ni me las imagino. Vamos, ni yo ni creo que cualquiera de nuestros vecinos», asegura. Lo cierto es que, a día de hoy, es ... el municipio más taurino de la provincia. Un año más se mantiene en lo más alto del podio vallisoletano con un total de dieciocho festejos. Según reafirma, mientras él esté al frente del consistorio iscariense, estos eventos serán una prioridad. Prueba de ello es que es uno de los ayuntamientos que más gasta en estos espectáculos: «en torno a los 100.000 euros, como otros años», apostilla. El «esfuerzo» tanto económico como de mano de obra que han llevado a cabo, cuenta, es «muy grande», pero considera que los toros son el «principal potencial» de los festejos de los pueblos. «Organizar cada año las fiestas es un gran reto; para muchos pueblos estos días son lo más importante, y por ello nosotros dedicamos mucho tiempo, dinero y mano de obra a estas actividades», sostiene. Su intención es «mantener lo que hay», es decir, además de los encierros urbanos y camperos, los rejones y una de las corridas «de a pie». «Hace años, antes de la crisis, había bastantes más festejos, pero ahora nuestra idea es, si no pasa nada raro, mantener este formato porque parece que la gente responde», argumenta.
Los de Íscar son solo una pequeña parte de los más de 145 festejos taurinos (incluidos los denominados formales, populares y tradicionales) que la provincia celebrará a lo largo del mes de agosto. No obstante, esta cifra puede incrementarse, ya que algunos de los municipios que veneran a su patrón a finales de mes todavía no han solicitado a la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Valladolid las pertinentes autorizaciones, pues se deben realizar diez días naturales antes de la celebración del evento en cuestión. En 2018, en agosto se programaron 220 actividades taurinas, es decir, que en caso de mantenerse estos números, los festejos experimentarían una caída del 7%.
Es el caso de Pedrajas de San Esteban. Su alcalde, Alfonso Romo, confirma que hasta la fecha únicamente han registrado la solicitud para las dos novilladas con picadores. «Imagino que se hará más adelante, no todo a la vez», señala. Para el regidor, estos eventos, fundamentalmente los formales –«nos sentimos muy orgullosos de ello, nos estamos quedando solos, no solo en la comarca, sino en toda la región, y cada vez vienen más personas», incide, son «imprescindibles» por la «enorme afición» de los pedrajeros. De hecho, han incrementado el presupuesto taurino un 25% durante la última legislatura. «Nos gastamos en todos los festejos taurinos unos 50.000 euros, una cifra que ha aumentado, pues hace cuatro años eran 40.000», subraya.
Sin embargo, en cualquiera de los casos, por primera vez desde 2015, este año habrá menos espectáculos taurinos en la provincia de Valladolid. La Delegación Territorial ha autorizado a lo largo del año y hasta el próximo 20 de agosto un total de 318 festejos taurinos, que son veinticuatro menos que los que se habían permitido por las mismas fechas en el pasado año, y se han tramitado autorizaciones en un total de 58 municipios –el año pasado fueron 87 los municipios que lo requirieron y esta vez se espera alcanzar una cifra similar–.
Se ha roto la escalada que comenzó en 2015. La situación se ha revertido. Desde ese año, el número de festejos aumentaba una media anual de veinte, pero en 2018 ese ritmo se paralizó. Frenó en seco. Tan solo se celebraron cuatro eventos más. Se pasó de los 238 de 2017 a los 342 de 2018. Sin embargo, fuentes de la Delegación Territorial inciden en que estas comparaciones son «difíciles» porque, sostienen, «los festejos en muchos casos se acercan a un fin de semana o a otro dependiendo de cuando sea el santo».
El 15 de agosto es uno de los días más importantes en Valladolid. Está marcado en rojo en el calendario festivo de la provincia. Numerosos municipios honran a sus patrones, San Roque y Nuestra Señora de la Asunción, y desencajonarán a morlacos de diferentes ganaderías por sus calles y campos. Uno de los pueblos que mayor número de festejos alberga en su coso y sus calles durante esos días es Peñafiel. Es, después, de Íscar, la localidad con más espectáculos programados, con un total de diecisiete. Tal y como confirma su alcalde, Elías Arranz, este año han suprimido el encierro urbano del sábado 17 por la noche porque «era aislado y no tenía mucho sentido». Pero para el regidor no es síntoma de que «se apueste menos por los toros». «Siempre ha habido mucha tradición. No renunciamos a los toros porque no entendemos las fiestas sin ellos, pero hay que entender que la programación va variando cada año», señala.
Este año, como novedad, el Ayuntamiento ha decidido reforzar la seguridad durante los eventos taurinos. Así, tal y como subraya Arranz, cinco ambulancias garantizarán la seguridad durante los encierros y las capeas en la Plaza del Coso, un lugar «muy muy especial». Así, habrá cinco ambulancias en vez de las tres UVI móvil que había otros años. «Desde el primer momento nos propusimos incrementar la seguridad en el recorrido de los encierros y esperamos que esta iniciativa contribuya», continúa.
La Seca completa el podio de los municipios más taurinos. A pesar de ello, a las peñas del municipio les parecían insuficientes los espectáculos que se organizaron. Una vez finalizadas las fiestas de 2018 pidieron al Consistorio «un encierro más» y la corporación municipal, después de «valorarlo mucho», accedió. «Querían un encierro más y vimos que era buena idea. Sacar los mismos toros veinte veces es una bobada porque se cansan y no rinden», incide.
«Entre astados, ambulancias, seguros y permisos», explica Bayón, el municipio se gasta «unos 45.000 euros» anuales. «Es lo mismo de todos los años. Los ganaderos me ofrecen un presupuesto y, para qué engañarnos, siempre voy al más bajo», reconoce.
Lo contrario sucede en Rueda, que también celebra estos días sus fiestas en honor a Nuestra Señora de la Asunción. Habrá menos espectáculos que el año anterior –se pasa de doce a diez– porque «ha caído así», pero la alcaldesa, María Dolores Mayo, reitera que el montante que destinan a los toros es «cada año mayor». «Gastamos unos 60.000 euros y ha ido subiendo, al igual que todo, pero no porque aumente el número de astados», prosigue. Al igual que su homónimo de La Seca, apuesta por incrementar el número de estos animales para «evitar problemas y desgastes».
Un total de trece festejos fueron los que se celebraron en Arroyo de la Encomienda y ese mismo número está previsto en Tudela de Duero. En Aldeamayor de San Martín y Pollos, por su parte, se ha solicitado autorización para doce espectáculos, frente a los once de Medina de Rioseco y los diez de Rueda y Zaratán.
Son la «joya de la corona» de las fiestas de los pueblos. Los grandes protagonistas. Numerosos alcaldes de municipios vallisoletanos coinciden en ello: los encierros urbanos son la actividad que «atrae y más llama la atención de la gente». De hecho, algunas localidades como Íscar o Pedrajas de San Esteban apuestan todo al rojo por ellos. Los casi cinco kilómetros de recorrido, entre urbano y campero, convierten a Íscar en un emplazamiento ineludible para los seguidores de la tauromaquia. Una recta de 300 metros antes de entrar a la plaza de toros es también un aliciente «importante». «Es el tramo más largo y la verdad es que a la gente le llama mucho la atención, se concentra bastante gente para ver entrar a los astados en el coso», asegura el alcalde del municipio, Luis María Martín.
En Pedrajas, por su parte, este año celebrarán un encierro más. Si bien en ocasiones anteriores organizaron un total de seis con sus probadillas, esta vez habrá siete. El regidor, Alfonso Romo, atribuye este incremento a «cómo han pillado las fiestas». «Hemos tenido que ampliar medio día más porque había una mañana que se nos quedaba un poco vacía, muy triste», afirma.
Sin embargo, las cifras reflejan todo lo contrario. Si bien entre enero y el 20 de agosto del año pasado se autorizaron un total de 177 encierros urbanos, esta vez la realidad es bien distinta: hasta la citada fecha se han solicitado 165, es decir, un 7% menos que en 2018. Ese año, del total de encierros autorizados –385–, el 81%fueron urbanos. Los encierros alcanzaron su máximo en 2016, cuando se programaron 389. Sin embargo, sufrieron un ligero descenso en 2017 (388) y 2018 (385).
La gota está a punto de colmar el vaso. Los ganaderos de toro bravo se sienten «abandonados». Están «cansados» del descenso continuado del precio de venta. Prueba de ello, dice José Juan Martínez, empleado de Toros Taru, una ganadería vallisoletana que cada año vende toros a numerosos municipios tanto en la provincia como en el resto de la región, es que «el 80% del mundo del toro bravo ha desaparecido». «La gente se ha pasado al toro manso, que da más estabilidad», asevera. «Cada año lo dejan más ganaderos porque es inviable y nadie está haciendo nada. Gracias a Dios, la afición está ahí, y por suerte es mucha», reconoce.
El descenso en Valladolid, cuenta, es «general». Según asegura, el motivo principal es que «no se paga lo que vale». «Nadie quiere pagar lo que come el animal; todo el mundo va a la baja», apunta. «A día de hoy», sostiene, el precio «ideal» tendría que ser «más del doble» del actual. «Se está vendiendo por debajo de los precios de hace treinta años y producirlo cuesta treinta veces más», insiste. «Si un animal vale 1.000 euros y le vendes por 500, ¿cuánto tiempo podremos aguantarlo? Es una huida hacia adelante que no te lleva a ninguna parte, es insostenible», lamenta.
Los más baratos
Martínez cree que, si no se toman medidas al respecto, el ganado de la tauromaquia está en «peligro porque no se paga nada bien». Los ayuntamientos, a la hora de solicitar astados, piden «siempre los más baratos que haya en el mercado». «Nadie lo quiere pagar. Mientras que haya existencias se tira para adelante, pero cada vez hay menos y no quieren verlo», añade. Tampoco tienen en cuenta aspectos como la «experiencia o estar al corriente con la Seguridad Social». «Va a desaparecer de la noche a la mañana porque nadie hace nada», concluye.
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