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Villabrágima ha vivido este miércoles una importante jornada festiva al celebra con gran éxito la quinta edición de su particular Jornada de la Matanza, que de nuevo organizó el Ayuntamiento de la localidad con participación de cientos de personas, entre vecinos y visitantes. La actividad ... ha arrancado a media mañana en la plaza Mayor con el quemado, destazado y elaboración de embutidos que, con la ayuda de un grupo de colaboradores, corrió a cargo del carnicero local Cecilio Yáñez 'Ceci', quien recordó que se inició en el oficio hace tres décadas junto a su abuela Esther Herrero. 'Ceci' destacó que «es muy importante que la tradición no se pierda». Más tarde, los asistentes pudieron degustar 820 raciones jijas con huevo frito y limonada o vino, batiéndose el record de años anteriores.
Los dulzaineros Zarabandos de Tordehumos amenizaron la fiesta, gracias al patrocinio de los bares del pueblo, que ofrecieron postres variados a un módico precio. Durante la jornada, se sortearon dos medios marranos y dos jamones. La carnicería 'El Arco', las asociaciones de la localidad y un buen número de vecinos colaboraron en la iniciativa. Esta Fiesta de la Matanza se ha convertido en un motivo de encuentro para los vecinos de la localidad y en objetivo turístico para muchos otros que quieren conocer de cerca el ritual de la matanza tradicional de los pueblos de la comarca. La alcaldesa de Villabrágima, Noelia García, ha señalado que la actividad cada año va teniendo más participantes, indicando que «sirve para dinamizar la actividad económica de la localidad a la vez que pone en valor una de nuestras tradiciones más ancestrales».
En su magnífico libro 'Camino olvidado', el etnógrafo e historiador local Modesto Martín Cebrián expresa que «el cerdo ha jugado un papel importante en la subsistencia diaria de los habitantes de Villabrágima, de manera que era habitual que en todas las viviendas de la población se criaran uno o dos cerdos para el consumo local». Respecto a la matanza, explica que «era un día especial, tanto para los niños, que no acudían a la escuela, como para los mayores, los hombres, para ayudar a sacrificar el cerdo, y las mujeres, para ayudar a hacer el mondogo, convirtiéndose este sacrificio en un rito social con la participación de parientes y amigos».
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